63. Víspera de la boda

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Narra Aly

Desperté, era la víspera de la boda, la última vez que dormiría sola y en casa de mi padre, era algo que me ponía melancólica, pero a la vez me emocionaba pensar en una vida a lado del amor de mi vida.

Hoy nadie trabajaba, mi padre les dió el día a todos, para que mañana todos estén descansados y con toda la energía para festejar nuestra boda.

Yo por otro lado me estaba arreglando para ir al salón junto a mi novio para checar que todo esté en orden.

"Ya estoy afuera, preciosa. ❤️"
-Diego

Salí de mi casa y subí al auto.

—Hola— le di un beso en la boca.

—Hola, hermosa, te traje esto— tomó de la parte de atrás del auto unas rosas blancas y me las dió.

—Muchas gracias— le dije— Están hermosas, cielo.— le deposité otro beso en los labios.

—No es nada. ¿Estás lista?— asentí y emprendimos viaje hasta el salón donde sería el evento.

Cuando llegamos, supervisamos que todo estuviera en el lugar adecuado, aunque aún no estaba puesto como tal, mi papá quería que fuera una sorpresa. Diego tenía una lista y yo otra, así corroboramos que no hiciera falta nada.

Estuvimos haciendo múltiples llamadas para confirmar a los músicos y los múltiples snacks que habría.

Yo había terminado con las llamas, así que me acerqué a mi prometido, pero él aún estaba en llamada, aún así me quedé a su lado. Me abrazó con la mano que tenía desocupada.

—Si ma, el hotel ya está reservado, ¿a que hora llegan?... ¿A las cinco?— me miró— Se retrasó su vuelo— me dijo en un susurro— Si, no te preocupes, de todas maneras me llamas cuando estén a punto de despegar, y cuando aterricen... Si, si iremos por ustedes. Te amo mami, adiós.— me miró— ¿Ya terminaste?

—Si, y muero de hambre.

—Si, yo también, déjame hacer una última llamada y vamos a comer, ¿si?— besó mi mano.

—Claro— le di un beso en la mejilla.

—¿Hola?— dijo al teléfono— Hablo para avisar que la reservación del piso doce se atrasó dos horas... Bien, nos vemos a esa hora, gracias.— colgó— Listo princesa, ¿qué quieres comer?

***

—Ahí están— me dijo Diego cuando encontró con la mirada a su familia. Nos acercamos a ellos.

Todos nos saludamos gustosos, pues tenía algo de tiempo que no nos veíamos. También conocí a algunos primos y tíos de Diego que venían especialmente a la boda, no me sorprendió que fueran igual de agradables que el resto.

Los acompañamos a su respectivo hotel, ya que Diego fue quien se había encargado de hacer la reservación.

Después de que dejaron sus cosas en las habitaciones, salimos a cenar y a enseñarles un poco de la ciudad.

Había sido un día increíble, tan increíble que no nos dimos cuenta que ya eran las diez de la noche.

—Pero mira que hora es— dijo Mary cuando sacó su celular— Casi las diez, tenemos que irnos aunque no queramos— me dijo— Mañana es un día muy especial para ustedes y tienen que estar descansados.— sonreí.

—Creo que tiene razón— miré a Diego.

—Nosotros nos vamos para el hotel.

—Los llevamos— se ofreció Diego.

Fuimos a dejarlos de nuevo al hotel y nos despedimos para después nosotros emprender camino hacia mi casa.

—Me la pasé increíble— le dije a mi novio una vez que aparcó el carro fuera de mi casa.

—Yo también— me sonrió.

—Tu familia es increíble.

—Ahora ya eres parte de ella— tomó mi mano— Y mañana será oficial— besó mi mano.

—Estoy nerviosa— le sonreí.

—Yo también, pero estoy muy emocionado. No puedo esperar a que amanezca, para por fin decir que eres mi esposa— una sonrisa de dibujó en el rostro de ambos— Y para jamás alejarme de ti.

—Te amo, Dieguito— le di un pequeño beso en los labios— Pero... Hay algo que me inquieta— me miró.

—¿Qué es?

—El sueño de mi madre.— suspiró con un poco de preocupación.

—Todo va a estar bien.

—¿Pero y si no?

—Si no, estaré contigo de todas maneras.— volteó su cuerpo de manera de que quedáramos lo más de frente posible.—Aly, amor, te pedí matrimonio porque escojo estar contigo, porque me gusta estar contigo, se que nunca has estado sola, tienes a tu papá y al equipo, pero ahora también me tienes para ti, incondicionalmente.

—Estaremos juntos pase lo que pase.— sus labios chocaron con los míos, se movían a la par, pero volví en sí después de algunos minutos, tenía que irme, mañana sería un día muy especial.— Amor— dije entre sus labios.

—¿Mh?— dijo casi inaudible.

—Me tengo que ir, recuerda lo que dijo tu mamá, tenemos que estar descansados para mañana.

—Esta bien— pasó un mechón de mi cabello por atrás de mi oreja.—Te veo en el altar— eso definitivamente hizo que mi corazón se acelerara y mis mejillas se tornaran de un color rojizo.

—Te veo en el altar— le di un corto beso— Te amo.

—Te amo.

Amor prohibido [Diego Lainez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora