27. No me falles

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Narra Aly

Sonó mi celular por la mañana, vi que era Edson lo cual se me hizo extraño, esperaba que no fuera nada malo.

Llamada.

—¿Hola?

—Aly, ¿Te desperté?

—Ah, algo así, son las siete de la mañana aquí.

—Lo siento, calculé mal, aquí es la una de la mañana, trate de llamarte a una hora conveniente, pero ya tengo sueño, así que decidí hacerlo ya.

—No te preocupes—reí—No es nada, dime.

—Bueno, es algo que quisiera decirte en persona, pero por las circunstancias no se puede...

—Dime ya—dije impaciente.

—Bueno, como verás, Sofi y yo llevamos mucho tiempo de novios...—hizo una pausa.

—No me digas—tape mi boca con la mano que tenía desocupada—¿Se van a casar?

—Si, no ahora, pero quiero darle el anillo en la fiesta de revelación.

—¿De revelación?

—Si, de revelación de sexo.

—¿Qué?—dije sorprendida.

—Si Aly, vamos a ser papás—me quedé en shock.

—No estas jugando conmigo ¿verdad?

—No, como crees que podría bromear con algo así—grité de la emoción.

—No lo puedo creer—intenté no llorar—No sabes cuantas ganas tengo de estar ahi para felicitarlos, de verdad, no me lo puedo creer.

—Vas a ser tía—cuando dijo eso fue inevitable derramar una que otra lágrima, estaba tan emocionada por ellos—¿Entonces si vendrán? Porque quiero conocer a tu novio—reí.

—Por supuesto, ahí estaremos.

—Esta bien, los vemos dentro de una semana.

—Adiós.

Fin de la llamada.

—¿Quién era?—me dijo Hector adormilado.

—Edson. Va a ser papá— lo vi y sonrió, él sabía perfectamente lo que ambos significaban para mí.

—¿En serio?

—Llamó para invitarnos a la fiesta de revelación de sexo.

—¿Y cuando es?

—La próxima semana—su sonrisa se esfumó—¿Que ocurre?

—La próxima semana desfilo en Dior.

—Se me olvidó por un momento—tomé mi cabeza— No puede ser, ¿que voy a hacer?

—Tranquila, se lo importante que ellos son para ti, aparte tiene mucho que no los ves.

—¿Que quieres decir?

—Que vayas, habrá mas desfiles a los cuales vas a poder acompañarme.

—¿Estas seguro?

—Si.

—¿Y no estas molesto?

—No, no es culpa tuya, fue solo una coincidencia—tomó mi mano viendo el anillo de compromiso— Y ahora que serás mi esposa, tenemos el tiempo del mundo para vivir nuestras experiencias, tendremos mucho tiempo para que puedas acompañarme a otro desfile.

***

—¿Me llamarás?

—Claro que lo haré.

Ultima llamada para el vuelo directo de Sevilla a Ciudad de México.

Esa es mi llamada—Hector tomó mis manos.

—Te amo Aly, por favor no me falles, confío en ti—sabía a que se refería, él sabía que también Diego estaría presente en este paso tan importante para Edson.

—Descuida, no lo haré—le di un beso rápido en los labios—Me voy, te veo pronto.

Tomé todo mi equipaje, me dirigí al mostrador para dar mi pase, después de eso me dejaron entrar al avión.

El vuelo fue muy pesado, pues fue directo. Llegué a Ciudad de México a las tres de la tarde.

Tomé un taxi y le di la dirección que Edson me había mandado por mensaje días antes.

Llegué al lugar, supongo que era la casa que ahora compartía con Sofi, era hermosa, perfecta para su pequeña familia.

Toque el timbre dos veces y después salió Edson, me emocioné mucho al verlo, nos abrazamos como nunca.

—Pasa, están adentro—le agradecí y pasé. Me paralice al ver a todos reunidos de nuevo, y fui a saludarlos.

Todos me abrazaron y me dijeron que tenía que regresar. Al momento de llagar con Diego, hubo algo de tensión, pero aún así lo saludé y él a mi.

Sofi se veía hermosa con su barriga pequeña, apenas tenía cuatro meses.

Nos pusimos a adornar la casa, ahí sería la fiesta mañana. Todo el día transcurrió en bromas y recuerdos que me hicieron poner algo melancólica.

Llegó la noche, decidimos ir por algo de beber y algunas hamburguesas, el estar reunidos ameritaba una pequeña celebración.

Después de cenar se me olvidó que no le mande ningún mensaje a Hector de que había llegado bien, así que salí al jardín para poder hablar.

Llamada.

—¿Hola?—dijo con voz adormilada.

—¿Te desperté?—le pregunté preocupada.

—Algo así, son las seis de la mañana aquí—me sentí culpable.

—Lo siento.

—Pensé que me llamarías antes, o que por lo menos me mandarías un mensaje de que habías llegado bien.

—Si, lo siento, se me olvidó, en cuanto llegué les ayudamos a arreglar la casa y después fuimos por la cena.

—¿Están todos ahí?—sabia que a "todos" se refería a "Diego".

—Si, aún nadie se va—tomó aire pesadamente.

—Bueno, trataré de dormir, diviértete.

—Descansa.

Fin de la llamada.

—¿No te dijeron que allá son las seis de la mañana?—dijo una voz reconocida detrás mío, los nervios me invadieron de pies a cabeza...

Amor prohibido [Diego Lainez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora