Un par de días después de esa cena, me encontraba regando las plantas del invernadero, como aún no podía usar magia fuera de Hogwarts tenía que hacerlo a lo muggle, por lo que iba y venía por todo el patio rellenando de agua la regadera azul oscuro que tenía, Tutzie y mamá me habían sacado hacía como una hora del estudio, en donde había pasado desde aquella noche, sabía que tenía que tomar mi decisión, mas no quería apresurarme tanto, aún me quedaban cuatro días para que e cumpliera el plazo establecido, por lo que mi constante evasiva del tema cuando mamá se me acercaba era como una forma o manera de decirle que no quería pensar todavía en el tema, sin embargo, el tiempo se me acababa, tarde o temprano tendría que tomar una decisión.
Media hora después, había regado todas las matas del invernadero, por lo que me disponía a regresar, sin embargo, antes de entrar por la puerta, un objeto alargado al lado de esta llamó mi atención: una escoba, durante todo el tiempo que había pasado allí ocupándome del jardín, en ningún momento la había visto, por lo que, olvidándome de los diarios de campo de la tía Fontaine (porque ya me había terminado los del tío abuelo Targus), agarré el palo de madera con firmeza para después elevarme con este y cuando estuve a la misma altura que este, comencé a volar hacia adelante, viendo por debajo de mí, las colinas que rodeaban nuestra casa así como algunos cuantos árboles, luego de detenerme para quedar suspendida por unos instantes, tomé aire y comencé a caer en picada, no era tan buena como Harry en este tipo de cosas, por lo que viendo que me aproximaba ya al suelo, la hice frenar, quedando como a dos metros de la tierra, de nuevo, no era Harry para hacer este tipo de maniobras.
Le di la vuelta a la escoba y como si tuviera algún compañero al lado, pegué una carrera, lo que me permitió sentir la adrenalina por mi sistema, emocionándome, cuando me aproximé a la casa, seguí la forma del techo hasta regresar al patio con una enorme sonrisa, sin descender por completo, me incliné en la escoba, lo que la hizo comenzar a acelerar pero hacía el lado opuesto del que había venido, y prácticamente así me entretuve lo que restó de la tarde, haciendo carreras con personajes imaginarios a los que les ganaba, tan emocionada estaba que inclusive realicé algunos de los entrenamientos sin equipamiento que Oliver nos ponía a hacer cuando era el capitán, sí, a eso había llegado.
Incluso intente un movimiento que realmente me da pánico porque, a ver, el surf en escoba no es tan fácil como se cree, requiere de mucho equilibrio, concentración, un par de pies bien firmes y paciencia, sobre todo paciencia, elevarme menos de un metro sin tambalearme me costó varios minutos, por no decir casi una hora. Cuando había oscurecido e iba cayéndome como por vigésima vez en esa última media hora, mamá apareció por la puerta con una vela en mano, dentro de la casa estaba lo suficientemente oscuro como para comenzar a encender todas las lámparas.
– Qué tal si te vas al baño y luego de eso cenamos, ¿te parece?
Sacudí mis palmas haciendo una mueca, estaban llenas de tierra, mi frente estaba sudorosa, mi trasero y espalda adoloridas por todas las caídas que me había dado junto a mis brazos y piernas, además de que sentía cómo una ligera capa de costra me cubría de los pies a la cabeza. Por lo que sin esfuerzo asentí ante su propuesta, tomé la escoba y la dejé donde la había encontrado, mamá no dijo nada, por lo que deduje que ella la guardaría o también la dejaría ahí.
– No tardaré mucho, creo. – Ella me sonrió negando mientras yo me quitaba los zapatos y me dirigía hacia las escaleras.
Abrí la puerta del baño encontrándolo con las luces encendidas y la tina con agua y burbujas, mmmm, eso se veía tan bien para ser verdad. Faltando a mi "no tardaré mucho" como cuarenta minutos después había salido del baño con la toalla arrollada a mi cuerpo y cabello, caminé descalza hasta mi cuarto abrí la puerta, diez minutos después me había puesto un pantalón largo y cálido de cuadros negros y morados para dormir, junto a una cómoda camisa blanca que era de Jake, después de inspeccionar mi outfit con más calma me sonroje, ¿mamá se daría cuenta que esta camisa no era mía? Bueno no podía saberlo, pero aquí entre nos, apostaba porque sí lo haría, por lo que me la quité poniéndome mi suéter negro, era ligero y lo más importante: mío.
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La señorita Mcgonagall no es perfecta
FanfictionTal vez ustedes se preguntarán con toda la tranquilidad del mundo... ¿¡¿¡MINERVA MCGONAGALL TUVO HIJOS?!?! Pero NO ella no tubo hijos, tubo hijo, y no, no fue hijo fue hija, pero claro no de sangre.... Para que no se enreden mucho Les contare el ini...