54- Deberes

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Las fiestas habían pasado rápido, y cuando menos nos dimos cuenta, los cuatro estábamos tomando el tren de regreso a Hogwarts. La navidad en la casa de Jake fue una de las mejores sin duda alguna, empezando desde que nos bajamos del tren y la señora Aigner nos recibió con una gran sonrisa y entusiasmo por pasar con ellos en las fiestas, e hizo de nuestra estadía la más divertida y cómoda que hemos tenido con ellos jamás, algunos días los señores Aigner salían con nosotros a jugar algo de quidditch, hubo otro día que salimos desde muy temprano al callejón Diagon para comprar los regalos de navidad, lo más divertido de esto, fue que todos tuvimos que estar pendientes que ninguno viera el regalo del otro, entonces creo que ya se hacen una idea de lo difícil que fue ocultarlos, en especial con Jake y Orión ahí, que en todo momento me saltaban encima para que los dejara ver sus obsequios.

Los abuelos y un par de parientes del castaño habían ido para esas fechas a acompañarnos, y todo iba bien, todos nos trataban con cariño y amablemente, hasta que a la abuela de Jake se le ocurrió en media cena navideña preguntar, o mejor dicho gritarnos a él y a mí que si éramos pareja, Jake inmediatamente lo escuchó, comenzó a toser estruendosamente, y yo, yo pues me puse como un tomatito

-no mamá, no son pareja – dijo la señora Aigner tranquilamente, gracias Merlín, porque no hubiera podido decir una palabra de lo K.O que me había quedado - pero ¿verdad que se verían lindos juntos? - terminó gritándole a la abuela mientras le tomaba las manos, a mis costados, escuché a Orión y Jake atragantarse, ambas gracias a la comida, yo bueno, me puse más roja de lo que estaba y tosí fuertemente.

Oh si, magnífica noche, pero no lo digo del mal sentido, después de eso era el turno de los regalos, y no podía quejarme que no me encantaban, Jake me había regalado una gran canasta solo de golosinas, algo muy cómico porque yo había hecho lo mismo, Orión me regaló una chaqueta negra grande, de esas que llegan por el tobillo, Miles me dio unas sandalias estilo Griego, mamá me dio un par de libros y una túnica morada, ¡ay! pero si ya podía hacer el juego con la chaqueta, el único problema es que los zapatos me habían quedado mal... Tsk, si hubiera sido unas botas negras la hubiera echo toda este año. Luego, por muy loco que suene, la señora Aigner me regaló también, valga la redundancia, un regalo, un jersey muy lindo lila, y para el puro final, el que se veía mas grande y apetitoso, el cual quería con todas las ganas de mi vida rajarle a mis amigos en sus caras, el del padrinis Albinis, así que me había apurado en rasgar el papel, pero cuando terminé, quedé intrigada por la caja que había en mis piernas, con bastante cuidado, tomé la tapa y la abrí, encontrándome con tres grandes y gruesos libros y justo después de tomarlos en mis manos, una nota se cayó, la tomé en mis manos y la leí

"Estoy seguro de que estos te ayudaran en el futuro"

-Padrino

Pasé tan confundida en todas las vacaciones, y lo peor de todo es que en cada momento que se me ocurría echarle un ojo a los libros siempre había algo o alguien que me lo impidiera, y ya en la noche no valía por que estaba totalmente agotada gracias al día, y porque dormía con los chicos, entonces imagínense con lo que nos quedábamos jugando... See, naipes explosivos

-Bueno, los abuelos siempre tienen ideas muy locas para pasar el rato – dijo Miles mientras se sentaba de nuevo en su lugar y me tendía un par de varitas de regaliz y lo que sobró del galeón, ya que había ido a comprar golosinas, le di un mordisco a mis varitas

- al menos los tuyos no andan por ahí avergonzándote y preguntándole a tus amigas si son pareja – Orión y Miles se rieron mientras Jake los fulminaba con su mirada y yo sentía subir el calor a mis mejillas, me recosté en el hombro del castaño mientras seguía comiendo, y cuando los chicos pararon de reír yo hablé

- gracias por los regalos, me encantaron – comenté sinceramente mientras los veía a cada uno regalándoles una sonrisa

- lo mismo digo, gracias por el kit Miles – dijo Jake mientras miraba hacia el otro lado en busca de algún dulce, yo por mi parte tomé a Crazy y se lo coloqué en las piernas a él, y cuando se iba a meter una pluma de azúcar en la boca, se la cogí y me la comí yo, a mi alrededor todos rieron menos él, mientras me comía con gusto el dulce

_._

Pronto, la nieve se derritió, y la primavera con su hermoso y caliente sol apareció, junto a los agotadores y largos trabajos que los profesores nos dejaban día con día, justo en estos momentos, estábamos los chicos y yo terminando un par de ensayos de pociones e historia de la magia cuando una linda castaña apareció

- ¡Torum! – dijo ella saltándome encima, gracias a Merlín que no tenía tinta en mis manos o nos hubiéramos manchado

- Hola Herms – la abracé, luego de unos segundos nos separamos sonrientes - ¿qué me cuentas?, ¿cómo vas con las materias? – su cara se puso pálida de u pronto a otro y su sonrisa decayó

- emm, verás – jugó con sus dedos, le sonreí

- ¿verás?- dije alentándola a que siguiera

- necesito ayuda – dijo mirándome directo a los ojos

- oh- dije sorprendida, miré a los chicos para asegurarme que ninguno necesitara mi sensual presencia, así que tomé a la castaña de las manos y nos guié hacia el sillón, luego nos sentamos – cuéntame, ¿no entiendes algo? – indague achinando los ojos, ella bajo la cabeza y negó, miré sus manos las que agarraba fuertemente en sus regazos, puse una de mis manos en sus hombros, ella alzó su cabeza – Herms quiero ayudarte pero no puedo si no me cuentas – en mis hombros sentí como algo se había posado, giré mi cabeza y un poco de pelos se metieron en mi nariz, quité mi mano del hombro de mi amiga y agarré al peludo de Crazy posándolo en mis piernas, Hermione estiró su mano hacia él – lose, es un encanto – ambas reímos, pero paré abruptamente al sentir como algo caía de mi cuello, baje la mirada y observé el giratiempo encima del lomo de Crazy, miré a Hermione quien se había quedado quieta al ver el dije que colgaba de la cadena. Aún con sus ojos en él, lo tomé y lo volví a meter entre mi túnica bajo la atenta mirada de mi amiga, le sonreí nerviosa cuando sus ojos conectaron con los míos

- ¿tienes un giratiempo? – la sangre abandonó mi cuerpo y juré silenciosamente vengarme del desgraciado del hurón por haber comenzado un interrogatorio de tal magnitud con una niña tan curiosa...

- ¿acaso ya no necesitas ayuda? – cuestione con los ojos achicados

- ¿te lo dio tú mamá? – suspiré exasperada, mientras posicionaba mis manos en las axilas de las patas delanteras de Crazy, luego lo levante como a un gato y deje sus ojos justo enfrente de los míos

- si yo me hundo, tú te vienes con migo peludo – le dije achicando más mis ojos y viéndolo acusatoriamente, Crazy simplemente se removió algo nervioso, y creo que si hubiera sido una persona habría salido corriendo, luego, con mi sonrisa de maldad en mi cara bajé al hurón a mis piernas y lo acaricie lentamente, como si de una advertencia silenciosa se tratara, luego miré a Herms, ella tenía una ceja alzada, me reí – está bien está bien, si, lo es – ella alzó sus cejas sorprendida, luego sus manos se fueron directamente para su cuello, yo por mi parte, miré a ambos lados, asegurándome que nadie estuviera pendiente de nosotras.

Y cuando la volví a ver, un giratiempo parecido al mío colgaba de su cuello, la miré impresionada y luego sonreí

-¿mi mamá te lo dio no? – pregunté, o mas bien afirmé

- si – asintió muy feliz – con él he estado asistiendo a todas mis clases – asentí

- yo también, desde el año pasado lo uso, ¿y tú? – digo mientras ahora más tranquila acaricio a Crazy mientras este se relaja

- desde que comenzó el año – sonríe muy contenta - ¿tomaste todas las clases? – preguntó curiosa, le sonreí

- see – tome a Crazy y me lo puse en el pecho mientras lo seguía acariciando – y no morí, por lo tanto tú tampoco puedes, achiqué mis ojos hacia ella, la cual nada más asintió y sonrío

- no pensaba rendirme fácilmente – ahora fue mi turno de sonreír

- dime ¿en qué quieres ayuda? – ella suspira, toma mi mano guiándome hacia sus deberes y casi empalidezco cuando veo la torre de libros que tiene. ¡Hay Merlincito! Por favor apiádate de nosotras.


La señorita Mcgonagall no es perfecta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora