66- Y cuatro son... ¡Cuatro son multitud!

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Después de ese día, quiero decir que todo resultó de maravilla, pero mentiría, empezando por los trabajos y las clases, no sabía diferenciar si los profesores nos querían o nos odiaban, incluyendo a mamá, mi carga académica se hizo demasiado pesada y eso que solo habían pasado unas semanas, mas de un mes desde que habíamos entrado, no quería ni imaginar como serían los siguientes meses aproximándome a los TIMOS, sumándole que algunos profesores – Severus – dijeron que solamente podríamos continuar en sus clases si sacábamos un Extraordinario en el examen, personalmente en ese preciso instante que lo mencionó, entré en crisis y me estresé, por suerte solo él había tenido semejante idea, porque si no, estaría llorando todos los días, mjm, mjm, ¿Dramática? Para nada.

Gracias al Torneo de Los Tres Magos cancelaron el quidditch, y digo gracias porque el estrés y la preparación en esos momentos lo era todo para mí y creo que me hubiera sido imposible acomodar los horarios de estudio o para trabajos, con los horarios de entrenamiento, bueno, algo, que en esta vida con organización todo se puede eh, o eso dice mamá...

Duros fueron los días después de la elección de los participantes para Harry, según tenía entendido por Hermione y Ginny, Ron ya no le hablaba, ninguno de sus compañeros de cuarto lo hacía, y los tontos artículos que escribían en el Profeta era, todos los días, la gota condenadamente desgraciada que terminaba rebalsando el vaso de la tranquilidad de todos, por otro lado, Orión, días después de la elección se puso a hablar con Harry y le contó casi todo, desde su mamá hasta su papá, eso, creía Orión, tal vez podría hacer que se olvidara de todo lo que estaba pasando a su alrededor, y en efecto lo hizo, pero por unos cuantos días ya que cuando los chicos de Hufflepuf comenzaron a usar sus broches de Potter apesta, no importa cuantas veces le preguntara que si estaba bien, sabía a la perfección que él, muy en el fondo no lo estaba.

Orión y yo nos hicimos a la tarea de que viera que podía contar con nosotros en cualquier situación que necesitara, y pocos días habían pasado después de eso cuando nos encontramos ambos sentados cada uno a ambos lados del chico, juraría que hasta comenzamos a parecer como dos gomas de mascar en su zapato, nos topábamos en los pasillos y nos íbamos con él, comíamos y nos quedábamos con él, inclusive llegue a pensar en que Orión entraría al baño con él, pero luego de ver que lo esperábamos en la puerta deseché la idea. Claro que, había circunstancias que nos impedían permanecer a su lado, por ejemplo, justo ahora, estábamos Miles y yo haciendo los deberes de Transformaciones y Pociones, mientras que Orión y Jake se encargaban de los de Herbología y Encantamientos, si dijeron que éramos tramposos porque después copiábamos lo que había hecho la otra pareja, orgullosamente los cuatro lo aceptábamos con toda la honestidad que tuviéramos guardada ahí adentro.

Fue entonces, en un momento de distracción que cerré los ojos, cuando aparecí sentada en una especie de gradería, con personas a mi alrededor, todos con la vista fija en una especie de domo que había abajo con rejas, a lo lejos escuché un cañonaso y la inconfundible voz de padrino

– el primer participante es Cedrick Diggory – luego, las cosas comenzaron a avanzar muy rápido veía dragones y a los concursantes del Torneo enfrentarlos, veía fuego y como salían un poco lastimados, hasta llegar a Harry a quien nada más vi volar con la escoba llevándose al dragón consigo, fue ahí que, respiré enormemente y pasé mi mano por mi frente, la cual, tenía una fina capa de sudor, miré a mi alrededor, estaba en la sala común, justo en como estaba antes de que hubiera cerrado los ojos... Sentía mi corazón latir con mucha rapidez y a mi respiración ser pesada, no bastó ni cinco segundos cuando tenía la mirada fija de Miles sobre mí

– ¿ocurre algo Torum? – dijo algo bajo para que ni Jake ni Orión nos pudieran escuchar, unos segundos después de que mi cerebro procesara lo que me había dicho, tomé aire y negué lentamente, luego parpadee y lo miré

La señorita Mcgonagall no es perfecta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora