Capítulo 28

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- Lucía, sabes que es así. Supongamos que rompemos la maldición; ¿de qué me va a servir? ¿Qué se supone que voy a hacer aquí? No puedo leer tu idioma, no sé conducir y no tengo posibilidades de trabajar. Hay demasiadas cosas que no entiendo. Me siento perdido...-

Ella se estremeció ante la evidente angustia que Alejandro intentaba ocultar con todas sus fuerzas.

- Sólo estás un poco agobiado. Pero lo haremos pasito a pasito. Te enseñaré a conducir y a leer. Y con respecto al trabajo... sé que eres capaz de hacer muchas cosas-

- ¿ Como qué?-

- No lo sé. Además de ser un soldado, ¿a qué otra cosa te dedicabas en Macedonia?-

- Era un general, Lucía. Lo único que sé hacer es dirigir a un antiguo ejército en una batalla. Nada más.-

Lucía tomó su cara entre las manos y lo miró con dureza.

- No te atrevas a abandonarme ahora. Me has dicho que no tenías miedo a luchar, ¿Cómo puedes asustarte por esto?-

- No lo sé, pero me asusta.-

Algo extraño ocurrió entonces; Lucía percibió que Alejandro le había permitido acercarse. No de forma muy íntima, pero por la expresión de su rostro se daba cuenta de que estaba admitiendo su vulnerabilidad ante ella. Y, en el fondo, sabía que no era el tipo de hombre que admite fácilmente ese hecho.

- Yo te ayudaré-

La duda que reflejaban los ojos verdes hizo que se le revolviera el estómago.

- ¿Por qué?-

- Porque somos amigos - le respondió con ternura, mientras le acariciaba la mejilla con el pulgar -. ¿No fue eso lo que le dijiste a Cupido?-

- Ya escuchaste su respuesta. No tengo amigos-

- Ahora sí-

Él se inclinó y la besó en la frente, atrayéndola hacia su cuerpo para darle un fuerte abrazo. El cálido aroma del sándalo la inundó mientras escuchaba cómo el corazón de Alejandro latía frenéticamente bajo su mejilla rodeada por sus bíceps tostados por el sol. Fue un gesto tan tierno que a Lucía le llegó al alma.

- De acuerdo, Lucia- le dijo en voz baja

-Lo intentaremos. Pero prométeme que no dejarás que te haga daño-

Ella lo miró ceñuda.

- Estoy hablando en serio. Una vez que me pongas los grilletes, no me sueltes bajo ninguna circunstancia. Júralo-

- Pero...-

- ¡Júralo! - insistió él con brusquedad.

- Muy bien. Si no puedes controlarte, no te liberaré. Pero yo también quiero que me prometas una cosa-

Él se apartó un poco y la miró con escepticismo. No obstante, siguió abrazándola.

- ¿Qué?-

Lucía apoyó las manos sobre sus fuertes bíceps y sintió cómo la piel de Alejandro se erizaba bajo su contacto. Él bajó la mirada hacia sus manos, con una de las expresiones más tiernas que ella había visto nunca.

- Prométeme que no vas a desistir - le dijo

-Que vas a intentar acabar con la maldición-

La miró con una sonrisa extraña.

- Está bien. Lo intentaré-

- Y lo lograrás-

Alejandro sonrió al escuchar su comentario.

The god of sex 🔥  [Adaptación LUCIALEX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora