EPÍLOGO

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Un año después:

Alejandro abrió la puerta de la habitación del hospital. Junto a su madre y a Soledad, entró sin hacer ruido, ya que no quería molestar a Lucía si estaba descansando. El miedo lo atenazó al verla tumbada en la cama. Su aspecto lo aterrorizaba, estaba muy pálida y parecía indefensa. No podía soportar verla a sí. Ella era su fuerza. Su corazón. Su alma. Todo lo que era bueno en la vida. La idea de perderla le resultaba insoportable.

Lucía abrió los ojos y les sonrió.

- Hola - dijo en un susurro.

- ¡Hola guapa! - le contestó Soledad- ¿Qué tal estás?

- Exhausta, pero muy bien-

Alejandro se inclinó y la besó.

- ¿Necesitas algo?-

- Tengo todo lo que siempre he deseado - le contestó ella con el rostro radiante.

Él le sonrió.

- Bueno, ¿ dónde están mis nietos? - preguntó Afrodita.

- Se los han llevado para pesarlos - contestó Lucía

Y, como si las hubiesen llamado, las enfermeras entraron en ese instante empujando las cunas. Comprobaron los brazaletes de Lucía y los de los bebés y salieron en silencio. Alejandro se apartó del lado de Lucía lo justo para coger en brazos a su hijo con mucho cuidado. La alegría lo inundó al acunar al diminuto bebé.

Lucía le había dado mucho más de lo que jamás imaginó que tendría. Y mucho más de lo que se merecía.

- Éste es Alejandro Rivera Sandoval- dijo mientras lo depositaba en brazos de Afrodita para coger a su hija - Y ésta es Vanessa Anne Rivera Sandoval - y la colocó sobre el otro brazo de su madre.

Los labios de Afrodita comenzaron a temblar cuando miró a su nieta.

- ¿Le has puesto mi nombre?-

- Los dos quisimos hacerlo - le dijo Lucía

Las lágrimas brotaron de los ojos de la diosa mientras contemplaba a sus dos nietos.

- ¡La de regalos que tengo para ustedes!-

- ¡Mamá! - la interrumpió Alejandro con brusquedad - Por favor, nada de regalos. Tu amor será suficiente-

La diosa se limpió las lágrimas y soltó una carcajada.

- De acuerdo. Pero si cambian de opinión, díganmelo-

Lucía observó a Alejandro mientras éste acariciaba la cabeza pelona de Alejandro Junior. No lo habría creído posible pero, en ese momento, lo amaba aún más que antes. Cada día pasado junto a él había sido una bendición.

- ¡Ah, por cierto! - exclamó Soledad mientras cogía a Vanessa de los brazos de Afrodita

- Fui ayer a la librería y Príapo no estaba. Hace unos días que hubo luna llena. ¿Alguien quiere apostar a que en estos momentos está practicando sexo salvaje y desenfrenado con alguien?-

Todos se rieron. Excepto Alejandro.

- ¿Te pasa algo? - le preguntó Lucía

- Supongo que me siento un poco culpable-

- ¡¿Culpable?! - exclamó Soledad con incredulidad -.¿Por Príapo?-

Alejandro señaló con un gesto a Lucía y a los niños.

- ¿Cómo podría guardarle rencor? Sin su maldición jamás los tendría a ninguno de ustedes. Fue una pesadez pero debo admitir que mereció la pena-

Todas las miradas se clavaron, expectantes, en Afrodita.

- ¿Qué? - preguntó ella con fingida inocencia - ¡No me digas que quieres que lo libere! Ya te lo dije, lo haré cuando aprenda la lección...-

Soledad meneó la cabeza.

- Pobre tío Príapo - dijo dirigiéndose a Vanessa -Pero fue un chico muy, muy malo-

La puerta se abrió en ese instante y una enfermera se asomó, indecisa.

-¿Doctor Rivera? - se dirigió a Alejandro - hay una pareja aquí fuera que dicen ser familiares suyos. Ellos... mmm... - bajó la voz hasta hablar en un murmullo - son moteros-

- ¡Eh, Alejandro! - lo llamó Eros desde detrás de la enfermera - Dile a Atila el Huno que somos de fiar para que podamos entrar a babear sobre los bebés-

Alejandro soltó una carcajada.

- Está bien, Trish - le dijo a la enfermera - Es mi hermano-

Eros le hizo una mueca burlona a Trish mientras entraba a la habitación junto a Psique.

- Que alguien me recuerde que tengo que dispararle una flecha de la mala suerte al salir - comentó mientras la enfermera cerraba la puerta.

Alejandro lo miró con una ceja arqueada.

- ¿Tengo que confiscarte de nuevo el arco?-

Eros le contestó con un gesto grosero y se acercó a Soledad para tomar en brazos a Vanessa.

- ¡Ooooh! Menuda rompecorazones que vas a ser. Apuesto a que vas a tener a montones de niños corriendo detrás de ti-

Alejandro perdió el color del rostro y miró a su madre.

- Mamá, hay un regalo que me gustaría pedirte-

Afrodita lo observó, esperanzada.

- ¿Te importaría hablar con Hefesto para que hiciera un cinturón de castidad apropiado para Vanessa?-

- ¡Alejandro! - balbució Lucía con una carcajada

- No tendría que llevarlo durante mucho tiempo; sólo treinta o cuarenta años-

Lucía puso los ojos en blanco.

- Menos mal que tienes a tu mamá - le dijo al bebé que Eros sostenía - porque tu papi no es nada divertido-

Alejandro alzó una ceja con un gesto arrogante.

- ¿ Que no soy divertido? - repitió- Divertido... eso no es lo que dijiste el día que concebiste a estos dos...-

- ¡Alejandro! - exclamó Lucía con el rostro sonrojado. Pero ya hacía tiempo que sabía que era incorregible.

Y lo amaba tal y como era.

The god of sex 🔥  [Adaptación LUCIALEX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora