Capítulo 65

260 13 0
                                    

- Es hora de que aprendas cuál es tu lugar, hermanito. Me quitaste a la mujer que iba a dar a luz a mis hijos y que aseguraría la inmortalidad de mi nombre. Ahora yo te quitaré a la tuya-

Alejandro se arrojó sobre Príapo, pero ya era demasiado tarde. Había desaparecido llevándose a Lucía...

En un abrir y cerrar de ojos, Lucía pasó de estar sentada desnuda en su habitación a encontrarse tumbada en un lecho circular, situado en una estancia que tenía todo el aspecto de ser la tienda de un harén en mitad de un desierto. Estaba cubierta por una pieza de seda de color rojo intenso, tan liviana y suave que se escurría sobre su piel como si se tratara de agua. Intentó moverse pero no pudo. Aterrorizada, abrió la boca para chillar.

- No te molestes - le recomendó Príapo, acercándose al lecho. Deslizó los ojos sobre su cuerpo con una hambrienta mirada, justo antes de subir a la cama y colocarse de rodillas al lado de Lucia

-No puedes hacer nada a menos que yo lo desee - Le pasó un dedo, huesudo y frío, por la mejilla, como si quisiera comprobar la textura y la calidez de su piel

- Entiendo por qué te desea Alejandro. Tienes fuego en la mirada. Inteligencia. Valor. Es una pena que no hayas nacido en la época del Imperio Romano. Podrías haberme proporcionado innumerables campeones que lideraran mis ejércitos-

Príapo suspiró mientras su mano descendía hasta el hueco de la garganta de Lucía

- Pero así es la vida y así son los caprichos de las Parcas. Supongo que tendré que conformarme con utilizarte hasta que me canse de ti. Si me complaces hasta que llegue ese momento, puede que después permita que Alejandro se quede contigo. En el caso de que te siga queriendo después de que mis hijos hayan estropeado tu cuerpo-

Sus ojos ardían de deseo, y Lucía no podía dejar de temblar bajo su escrutinio. El egoísmo de Príapo le resultaba increíble. Al igual que su vanidad. Aterrorizada, quiso hablar, pero él se lo impidió. ¡Cielo santo!. ¡Tenía poder absoluto sobre ella! Una fuerza invisible la alzó para colocarla de espaldas sobre los almohadones mientras Príapo se quitaba la túnica. Los ojos de Lucía se abrieron como platos al verle desnudo y con una erección completa. El terror la asaltó de nuevo.

- Ahora puedes hablar - le dijo mientras se acercaba para recostarse junto a ella.

- ¿Por qué quieres hacerle esto a Alejandro?-

La ira oscureció los ojos del dios.

- ¿Que por qué?. Ya lo escuchaste. Su nombre era reverenciado por todo aquél que lo escuchaba, mientras que el mío apenas si se pronunciaba aun en los templos de mi madre. Incluso ahora se burlan de mí. Mi nombre se ha perdido en la antigüedad, al contrario que su leyenda, que se cuenta una y otra vez a lo largo y ancho del mundo. Pero yo soy un dios y él no es otra cosa que un bastardo a quien ni siquiera le está permitido habitar en el Olimpo-

- Aparta las manos de ella. Siempre has sido tan inútil que has acabado relegado en el olvido. Ni siquiera mereces limpiarle los zapatos-

El corazón de Lucía comenzó a latir más rápido al escuchar la voz de Alejandro. Alzó la cabeza de entre los almohadones y lo vio justo al pie del estrado donde estaban ellos. Sólo llevaba puestos los vaqueros e iba armado con el escudo y la espada.

- ¿Cómo...? - preguntó Príapo mientras bajaba de la cama.

Alejandro le dedicó una perversa sonrisa.

- La maldición ha desaparecido y estoy recuperando mis poderes. Ahora puedo localizar e invoca a cualquiera de ustedes-

- ¡No! - gritó Príapo, y al instante, apareció cubierto por su armadura.

The god of sex 🔥  [Adaptación LUCIALEX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora