- Alejandro - balbució; su voz no logró trasmitir la advertencia que pretendía.
- Lo sé - susurró él - Voy a darme una ducha fría-
Mientras salía de la habitación, Lucía lo escuchó gruñir una palabra en voz baja:
- Solo-
Después de desayunar, Lucía decidió enseñarle a conducir.
- Esto es ridículo - protestó Alejandro mientras Lucía aparcaba en el estacionamiento del instituto.
- ¡Vamos! - se burló ella - ¿No sientes curiosidad?-
- No-
- ¿Qué no?-
Alejandro suspiró.
- Esta bien, un poco-
-Bueno, entonces imagina las historias sobre la gran bestia de acero que condujiste alrededor de un aparcamiento que podrás contarles a tus hombres cuando regreses a Macedonia-
Alejandro la miró perplejo.
- ¿Eso significa que estás de acuerdo con que me marche?-
No, quiso gritarle. Pero en lugar de eso, suspiró. En el fondo, sabía que jamás podría pedirle que abandonara todo lo que había sido para quedarse con ella. Alejandro de Macedonia era un héroe. Una leyenda. Jamás podría ser un hombre de carácter tranquilo del siglo veintiuno.
-Sé que no puedo hacer que te quedes conmigo. No eres un cachorrito abandonado que me ha seguido a casa-
Alejandro se tensó al escucharla. Tenía razón. Por eso le resultaba tan difícil abandonarla. ¿Cómo podía separarse de la única persona que lo veía como a un hombre?. No sabía por qué quería enseñarlo a conducir pero, de todas formas, notaba que se sentía feliz compartiendo su mundo con él. Y, por alguna razón que no quería analizar demasiado a fondo, le gustaba hacerla feliz.
- Muy bien. Enséñame a dominar a esta bestia-
Lucía salió del coche para que Alejandro pudiese sentarse en el asiento del conductor. Tan pronto como Alejandro se sentó, ella hizo una mueca al ver a un hombre, de casi un metro ochenta, encogido para poder acomodarse en un asiento dispuesto para una mujer de uno cincuenta y cinco.
- Lo siento, olvidé mover el asiento-
- No puedo moverme ni respirar, pero no te preocupes, estoy bien-
Ella se rio.
- Hay una palanca bajo el asiento. Tira de ella y podrás moverlo hacia atrás.
Alejandro lo intentó, pero el espacio era tan estrecho, que no la alcanzaba.
- Espera, yo lo haré-
Echó la cabeza hacia atrás cuando Lucía se inclinó por encima de su muslo y apretó los pechos sobre su pierna para pasarle el brazo entre las rodillas. Su cuerpo reaccionó de inmediato, endureciéndose y comenzando a arder. Cuando ella apoyó la mejilla sobre su entrepierna al tirar de la palanca, Alejandro pensó que estaba a punto de morir.
- ¿Te has dado cuenta de que estás en la posición perfecta para...?-
- ¡Alejandro! - exclamó ella, retrocediendo para ver el abultamiento de sus vaqueros. Su rostro adquirió un brillante tono rojo - Lo siento-
- Yo también - contestó él en voz baja.
Desafortunadamente, todavía tenía que mover el asiento, así que Alejandro se vio forzado a soportar la postura una vez más. Apretando los dientes, alzó un brazo y se agarró al reposacabezas con fuerza. Era lo único que podía hacer para no ceder a la salvaje lujuria.
ESTÁS LEYENDO
The god of sex 🔥 [Adaptación LUCIALEX]
FanficEsta historia no es mía, todos los créditos a su increíble autor o autora 🤍 Una Antigua Leyenda Griega Poseedor de una fuerza suprema y de un valor sin parangón, fue bendecido por los dioses, amado por los mortales y deseado por todas las mujeres q...