Capítulo 57

164 12 0
                                    

Negando con la cabeza, él se alejó de su mano.

- ¡No! - exclamó, mesándose el cabello

- No sé a dónde pertenezco. No lo entiendes-

- Entonces, explícamelo - le suplicó Lucía

- ¿Cómo voy a explicarte lo que es caminar entre dos mundos y ser despreciado por ambos? No soy humano, ni tampoco un dios; soy un híbrido abominable. No tienes idea de cómo crecí: mi madre me entregó a mi padre, que me entregó a su esposa, que me entregaba a cualquiera que estuviese cerca para alejarme de su vista. Y durante los últimos veinte siglos no he sido más que una moneda de cambio, algo que se podía comprar y vender. He pasado toda mi vida buscando un lugar al que poder llamar hogar. Buscando a alguien que me quisiera por lo que soy, no por mi rostro ni por mi cuerpo. -

El tormento que reflejaban sus ojos hería a Lucía como una quemadura.

- Yo te quiero, Alejandro-

- No, no es cierto. ¿Cómo ibas a quererme?-

Ella se quedó boquiabierta ante su pregunta.

- Mejor di que cómo no iba a hacerlo. Dios mío, jamás en mi vida he deseado estar junto a alguien como ahora deseo estar contigo-

- Es lujuria, nada más/

Eso sí consiguió enfadarla. ¡Cómo se atrevía a despreciar sus sentimientos como si fuesen algo trivial! Lo que sentía hacia él era mucho más profundo que la mera lujuria, era algo que le llegaba hasta el alma.

- No me digas lo que siento o lo que no. No soy una niña-

Alejandro meneó la cabeza, incapaz de creer sus palabras. Se trataba de la maldición. Tenía que ser eso. Nadie podía amarlo. Nadie lo había hecho nunca, desde el día en que nació.

Pero que Lucía lo amara...

Sería un milagro. Sería...

La gloria. Y él no había nacido para saborearla.

«Sufrirás como ningún otro hombre lo ha hecho.»

Sólo se trataba de otra estratagema de los dioses. Otro cruel engaño concebido para castigarlo.

Y ya estaba cansado. Exhausto y agotado por la lucha. Sólo quería escapar al sufrimiento. Buscaba un puerto donde refugiarse de aquellos aterradores sentimientos que lo asaltaban cada vez que la miraba.

Lucía apretó los dientes al ver la negativa en los ojos de Alejandro. Pero, ¿ quién podía culparlo?

Lo habían herido en incontables ocasiones. Pero de algún modo, de alguna forma, lograría probarle lo mucho que significaba para ella.

Tenía que hacerlo. Porque perderlo significaría la muerte para ella.

Alejandro mantuvo la distancia entre ellos lo que quedaba del fin de semana. Por mucho que Lucía intentaba derribar la barrera que lo rodeaba, él la apartaba sin dudarlo.

Ni siquiera quería que le leyera.

Totalmente descorazonada, se fue al trabajo el lunes por la mañana, pero ni siquiera debería haberse molestado en acudir a la consulta. No podía concentrarse en otra cosa que no fuesen sus celestiales ojos verdes, cargados de confusión.

- ¿Lucia Sandoval?-

Lucía alzó la mirada del escritorio y vio a una mujer rubia, increíblemente hermosa, de poco más de veinte años que estaba parada en el hueco de la puerta. Parecía que acababa de salir de un desfile de modas en Europa, con aquel traje de seda roja de Armani y las medias y los zapatos a juego.

The god of sex 🔥  [Adaptación LUCIALEX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora