Capítulo 49

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Él se encogió de hombros.

- No tenía otra cosa que hacer -

Aunque lo dijo con un tono despreocupado, algo en su actitud traicionaba su pretendida indiferencia.

- Aún así, te lo agradezco mucho -le dijo ella mientras entraba y miraba todo el trabajo que había hecho. Con el corazón en la garganta, colocó las manos sobre la cama de caoba

- Ésta era la cama de mi abuela - le dijo

- Todavía escucho la voz de mi madre cuando me contaba cómo mi abuelo la hizo para ella. Era carpintero-

Con la mandíbula tensa, Alejandro contempló la mano de Lucía

- Es duro, ¿verdad?-

- ¿Qué?-

- Dejar que los seres amados se vayan-

Lucía sabía que Alejandro hablaba desde el fondo de su corazón. El corazón de un padre que añoraba a sus hijos.

Aunque la pesadilla ya no le persiguiese por las noches, ella le oía susurrar sus nombres, y se preguntaba si era consciente de la frecuencia con la que soñaba con ellos. Se preguntaba cuántas veces al día pensaba en ellos y sufría por su muerte.

- Sí - le contestó en voz baja - pero tú lo sabes mejor que yo, ¿no es cierto?.

Alejandro no contestó.

Lucía dejó que su mirada vagara por la habitación.

- Supongo que ya va siendo hora de seguir adelante, pero te juro que aún puedo escucharlos, sentirlos-

- Es su amor lo que percibes. Aún está dentro de ti-

- ¿Sabes? creo que tienes razón-

- ¡Eh! - gritó Soledad desde la puerta, interrumpiéndolos - Daniel está encargando una pizza, ¿les apetece comer algo?-

- Sí - contestó Lucía

- ¿Y tú? - le preguntó Soledad a Alejandro.

Alejandro sonrió a Lucía

- Me encantaría comer pizza-

Lucía soltó una carcajada al recordar cómo Alejandro le había pedido pizza la noche que lo invocaron.

- De acuerdo- dijo Soledad - pizza para todos-

Alejandro le dio a Lucía los anillos de su madre.

- Los encontré en el suelo-

Se acercó a la cómoda para guardarlos, pero se detuvo. En lugar de eso, se los colocó en la mano derecha y, por primera vez después de unos cuantos años, se sintió reconfortada al verlos.

Al salir de la habitación, Alejandro cerró la puerta.

- No - le dijo Lucía- déjala abierta.

- ¿Estás segura?-

Ella asintió.

Cuando entraron en su dormitorio, vio que Alejandro también lo había ordenado. Pero al contemplar las estanterías que habían guardado sus libros, ahora vacías, se le rompió de nuevo el corazón. En esta ocasión no protestó cuando Alejandro cerró la puerta.

Horas más tarde y después de haber comido, Lucía pudo convencer a Soledad y a Daniel de que se fueran.

- Estoy bien, de verdad - les aseguró por enésima vez en la puerta. Agradecida por la presencia de Alejandro, colocó la mano sobre su brazo - Además, tengo a Alejandro-

The god of sex 🔥  [Adaptación LUCIALEX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora