Capítulo 55

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Los días siguientes fueron los mejores de la vida de Lucía. Una vez se acostumbró a la regla que Alejandro impuso, que prohibía los besos y las caricias íntimas e incitantes, desarrollaron una relación agradable que fue casi una sorpresa para ella.

Pasaba los días en el trabajo, almorzaba a menudo con Alejandro y Soledad, y dedicaba las noches a tumbarse entre sus maravillosos brazos.

Sin embargo, con cada día que pasaba, saber que iba a abandonarla a final del mes la dejaba destrozada.

¿Cómo iba a soportarlo?

Aunque la idea no abandonaba nunca su mente, se negó a pensar en eso constantemente. Viviría el momento y se preocuparía del mañana cuando llegara.

El sábado por la noche quedaron con Soledad y Daniel en Tip's, en el Barrio Francés. Aunque con bastante más afluencia de turistas que el original Tippitinas's, era la noche de Zydeco y ella quería que Alejandro escuchara la música que Nueva Orleáns había hecho famosa.

- ¡Eh! - Les dijo Soledad mientras se aproximaban a la mesa, en el fondo del local -. Empezaba a preguntarme si iban a dejarnos plantados-

Lucía se sintió enrojecer al recordar el motivo de su retraso. Algún día de estos aprendería a cerrar la puerta del baño mientras se duchaba...

- Hola Alejandro, Lucía- les saludó Daniel .

Lucía sonrió al ver la escayola del brazo de Daniel que Soledad había decorado con pintura fluorescente.

Alejandro inclinó la cabeza a modo de saludo mientras retiraba una silla para que Lucía se sentara y, después, hizo lo propio a su lado. En cuanto apareció el camarero pidieron cervezas y nachos, y Soledad comenzó a seguir el ritmo de la música golpeando la mesa con la mano.

- Vamos, Soledad -dijo Daniel, malhumorado

-Será mejor que bailemos antes de que tenga que matarte por ese ruidito insoportable-

Con una ligera punzada de envidia, Lucía observó cómo se alejaban.

- ¿Te gustaría bailar? - le preguntó Alejandro.

A ella le encantaba bailar, pero no quería que Alejandro pasara un mal rato. En su mente no había dudas de que él no sabía bailar música moderna. Pero, aún así, fue una invitación muy tierna por su parte.

- No, no pasa nada-

Pero él no la escuchó. Se puso en pie y le tendió la mano.

- Sí, claro que vas a bailar-

Tan pronto como llegaron a la pista de baile, Lucía comprendió que aquel hombre bailaba tan bien como besaba.

Alejandro conocía cada paso y daba la sensación de que había nacido bailando. De hecho, sus movimientos eran elegantes sin perder el toque masculino y fascinante. Lucía nunca había visto a nadie bailar así. Y por las envidiosas miradas femeninas que sentía clavadas en ella, podía imaginarse que todas aquellas mujeres tampoco habían presenciado antes nada semejante.

Cuando el grupo terminó de tocar se sentía excitada y estaba sin aliento.

- ¿Cómo...?-

- Fue el regalo de Terpsícore - le contestó Alejandro mientras le pasaba el brazo por los hombros y la mantenía fuertemente pegada a su cuerpo.

- ¿De quién?-

- De la musa de la danza-

Lucía sonrió.

- Recuérdame que le envíe una nota de agradecimiento-

Al comenzar la siguiente canción, Alejandro miró fijamente a su izquierda y frunció el ceño.

The god of sex 🔥  [Adaptación LUCIALEX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora