Mokita.

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Mokita: Lo que todos saben pero se niegan a hablar.

Capítulo narrado por Juliana.


-¡No puedo creer lo increíblemente irresponsable que has actuado, Juliana!-

La cabeza de mi madre se movía de izquierda a derecha, o más bien ¿mi cabeza era la que se movía de izquierda a derecha?

-Estuve pegada al teléfono media hora, hablando con Ricardo, pidiéndole disculpas de tu parte- cruzada de brazos y con los ojos fuera de órbita, mi madre me gritaba euforica-¡Le mentí para que no te corriera! ¿Sabes lo mal que me siento por mentir por tu culpa?-

Mis ojos se entre abrían y cerraban, intentando enfocar la borrosa imagen de mi madre a punto de estallar de furia.

-¿Y quién demonios es la mujer que te trajo a casa?-

De pronto, un líquido irritante y burbujeante navegó por toda la extensión de mi traquea, para terminar disparado sobre la carísima alfombra de mi madre. Al levantar mi rostro lleno de vasca que chorreaba por las comisuras de mi boca, pude ser testigo de como mi madre tomaba su cabellera desde la raíz y con ambas manos la peinaba hacia atrás en forma de una frustración enorme e incontenible.

-Estoy muy decepcionada de ti, Juliana. Estás castigada, cuando termines de ser el desastre de estos momentos, lavarás la alfombra y me entregarás todas tus cámaras-

No tuve conciencia ni sentido de orientación para refutar a su tan cruel sentencia, simplemente caminé lenta y abruptamente hacia el inicio de la escalera, conteniendo mis reflejos guturales, logré llegar a mi habitación y desplomarme en mi cama, ya tendría tiempo para concientizar sobre mis acciones.

••••

Las persianas abiertas de par en par, junto con el estrendoso ruido que mi padre hacía en mi habitación lograron despertarme. Cuando levanté el rostro de entre la almohada, pude ver cómo mi progenitor guardaba en una enorme caja de cartón mis preciadas cámaras. Cómo mecha que enciende un cohete me levanté de la cama y encaré a mi padre.

-No quiero escuchar ni una sola queja, tu madre dejó indicaciones muy claras- dijo el hombre, sosteniendo la enorme caja e ignorando mi cara de molestia.

-Tan si quiera deja que me quede una, necesito seguir con el proyecto para la universidad-

Mi padre siguió esculcando entre los  cajones de mi buró, cuando dio hasta con la última cámara fotográfica fue cuando me miró a los ojos y con un semblante decepcionado comenzó a hablar.

-Hemos sido muy flexibles contigo, no necesitabas defraudar la confianza de tu madre para salir a divertirte ¿Porque lo has hecho?-

Me encogí de hombros, sin respuesta a su pregunta.

-Tu madre cree te estás juntando con personas peligrosas, no dejó de insistir en qué te cuestionara sobre la mujer que te dejó en la puerta-

-¡Por Dios, papá! Tú sabes lo mucho que mamá exagera, para ella todo el mundo es peligroso-

Papá suspiró, el comprendía lo realmente hostil que solía ser mamá en ciertas ocasiones, pero nunca lo admitiría en una situación así.

-Considero que si quieres mantener a tu madre tranquila, deberías invitar a aquella chica a cenar para que la conozca-

Mis ojos se abrieron de la enorme sorpresa que las palabras de mi padre me habían causado.

-¿Estás hablando en serio?- pregunté sería.

-¿Hay algo que quieras decirme, hija?-

Tragué en seco.

-El otro día me encontré a Sebastián afuera del centro comercial y no dejaba de preguntar por ti ¿Es por eso que ya no viene a casa? ¿Tiene algo que ver las nuevas personas con las que te juntas?- Las cejas de mi padre se arquearon, mientras sus enorme orbes cafés se introducian hasta lo profundo de los míos, casi queriendo leer mi mente.

Insomnio. [Juliantina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora