Etéreo.

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Capitulo narrado por Juliana❤️

-Déjala en paz, desgraciado-

Aún desconozco cómo es que esas palabras pudieron salir de mi boca con tanta firmeza y sin titubear.
A decir verdad me estaba muriendo de miedo en mi interior, mis manos emanaban sudor frío, mi corazón palpitaba de manera exasperada y el aire comenzaba a escasear en mis pulmones. Me aferré al pequeño cilindro de metal que sostenía en mi mano derecha, era más que obvio que si el gigantesco hombre que ahora me miraba con una ceja levantada decidía actuar de forma violenta hacia mí persona no me detendría a rociarlo completamente de gas pimienta.

-Este es un asunto entre mi mujer y yo-
Me dijo mientras me barría de abajo hacía arriba con la mirada.

Di un paso hacia atrás por la gran proximidad que tenía su cuerpo con el mío, tragué en seco y me aferré aún más fuerte del agarre de mi mano derecha. El hombre que respondía por el nombre de "Lucho" volteó su anatomía hacia la blanca chica que yacía recargada en la gran puerta de vidrio con las manos en su rostro, sollozando.

-Vamos a casa, amor- Susurró a la aterrada chica.

-Necesita espacio- Volví a interrumpir.

Escuché un pesado suspiro por parte del varón y fui testigo de como cerraba su puño izquierdo con mucha fuerza, dejando ver sus saltadas venas, era muy claro el hecho de que mi inesperada presencia le estaba colmando la paciencia.

-Lo que ella necesita es volver conmigo a casa- Contestó.

-¿Por qué no dejas que ella decida?- Respondí.

El hombre dejó de tensar su mano y su semblante cambió de uno enfurecido a uno más comprensivo, asintió y miró a la que era su pareja.

-Quiero quedarme aquí- Al fin la ojiazul respondió con la mirada en el piso.

El chico no tuvo otra opción que ceder a la petición de su pareja y después de susurrar lo que parecía un sincero "lo siento mucho" salió de la tienda.

Al fin pude respirar tranquila, dejé de tensar las extremidades de mi cuerpo y volví a guardar el gas en mi bolsillo, aguardé unos segundos en lo que en el ambiente se desvanecía esa gran nube de tensión y gran incomodidad, simplemente me quedé parada, expectante a lo que la otra destrozada chica pudiese hacer pero al parecer no tenía indicios de parar de llorar.

Me sentía completamente empática con la chica, siempre fui partidaria de la sororidad entre nosotras las chicas, a pesar de si nos caíamos bien o nos conociéramos, era obvio que aquella mujer no había tenido un buen comportamiento conmigo la vez pasada, pero eso no le restaba valor a qué era una persona en peligro que necesitaba ayuda.

Me encaminé hacia ella y lo único que pude hacer de forma instintiva fue rodear mis brazos en su delgado y débil cuerpo, tan solo unos segundos después pude sentir como correspondía a mi abrazo y dejaba salir todo su llanto en mi hombro.

Insomnio. [Juliantina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora