Ataraxia.

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Ataraxia: Imperturbabilidad, serenidad.

Capitulo narrado por Valentina♡.

Di la última vuelta a la cerradura de la puerta.

Asomé lentamente mi cabeza por un lado de la puerta, al no notar presencia alguna me ví más tranquila y segura para poder entrar a mi propio departamento.

Me deshice de mi calzado una vez dentro, inspeccioné cada rincón del cuarto y sus alrededores.

En la cocina escaseaba la despensa, las alacenas junto con el refrigerador estaban completamente vacías.

Las pequeñas plantas silvestres que me había encargado de plantar en un pequeño terrario junto a la ventana de nuestra habitación se estaban muriendo, era claro que mi esposo no las había estado regando en mi ausencia.

Al llegar a la sala de estar me parcaté de un hediondo aroma a podrido y me enteré de que mi esposo se había estado alimentando de pizza y comida chatarra al igual que yo.

La ducha estaba repleta de vello corporal y el escusado salpicado de su orina, era muy evidente mi ausencia en esa casa.

Sin más preámbulo me encargué de vaciar los cajones del armario que guardaban mis prendas de vestir, me pasee por el tocador y como si de una ladrona se tratase me embolse todo mi maquillaje junto con mis joyas y perfumes.

Una vez asaltada la habitación, vacíe la caja fuerte de todas mis pertencias de valor, cómo los relojes y los cheques en blanco.

Una vez servida y satisfecha, le hice el favor de recoger la basura hedionda de los sillones y el suelo de la sala y la introduje en dos bolsas grandes negras, cómo si fuera poco tomé las llaves de mi camioneta y manejé de regreso al edificio de mi hermana, que estaba a tan solo diez minutos.

Tenía aproximadamente 25 minutos antes de que Juliana llegase al departamento de mi hermana.

Elegí mi blusa favorita junto con una mini falda negra, afortunadamente ya estaba recién bañada.

Tomé prestado el espejo de mano de mi hermana y en mi pequeña habitación improvisada que más bien era la sala comencé a maquillar mi rostro, llevaba dos semanas sin usar maquillaje alguno y ahora se me hacía extraño verme sin el rostro limpio.

Una vez maquillada y vestida, tomé mi larga cabellera y la enrede de forma en que ésta quedara sobre mi nuca en forma de un pequeño chongo para al final rocear un poco de perfume en mi cuello.

Había invitado a Juliana a pasar la tarde en casa de mi hermana pues me sentía realmente apenada con mi ridícula y vergonzosa actitud horas antes.

Tengo que admitir que cuando Juliana me llamó "amiga" en aquel mensaje de texto me sentí realmente afortunada.

Nunca había tenido una amiga, bueno, tampoco es como que fuese una chica anti social en mi época de estudiante, pero gracias a papá nunca pude disfrutar de una pijamada o salida a un antro.

Revisaba mi outfit en el cuarto de mi hermana mayor cuando escuché que llamaban a la puerta.

Emocionada y con entusiasmo me dirigí a abrir la puerta.

Tomé la perilla y la empujé hacia mí cuerpo, una vez abierta completamente el juvenil rostro de la morena apareció.

Juliana vestía unos jeans claros que llevaban roturas en las rodillas junto a una enorme playera azul rey, su largo cabello ondulaba por su espalda y un par de mechas caían en sus hombros.

Hasta este momento pude darme cuenta que Juliana tenía la barbilla partida.

Una vez dentro en el gran departamento, nos dirigimos al sillón.

Era una mujer joven que aún se sentía capaz de comprender la tecnología de la era digital, pero ahora podía entender que quizá ya no era tan buena entendiendo las nuevas tecnologías pues ni siquiera sabía cómo jugar un juego que constaba en hacer casas.

Constantemente me confundía con las funciones de los botones y eso me desesperaba, un par de segundos olvidé que Juliana me acompañaba.

Pausé el juego y voltee mi rostro en dirección al de Juliana.

Mis azules pupilas hicieron conexión inmediata con las pupilas marrón de Juliana, poco a poco mis ojos descendieron a los labios de la morena, eran delgados y rosados.

Su barbilla estaba ligeramente partida a la mitad y su nariz era pequeña y afilada cuan cuchillo.

El que nuestros pequeños encuentros fuesen en un ambiente protagonizado por la oscura noche y una iluminación barata de centro comercial me había impedido conocer el rostro de Juliana por completo.

-¿Quieres intentar?- Le pregunté.

Juliana asintió tomando a la par el mando.

Los suaves dedos de Juliana rosaron los míos cuando ésta tomó el control, haciendo erizar los pequeños vellos de mis brazos.

Juliana como buena millenial comprendía los algoritmos y patrones del juego de video.

-Esto es injusto, tienes cinco años más de ventaja- Comenté divertida.

-No me culpes por haber nacido después- Respondió Juliana.

Mis entrañas de pronto comenzaron a moverse incesantemente dandome aviso de que ya no podían aguantar más sin probar bocado.

-¿Ya comiste?- Le pregunté a Juliana.

Ella asintió con su cabeza.

-¡Oh! Entonces creo que ordenaré sólo para mí-

-¿Ordenas comida a domicilio?-

-Soy algo práctica- Respondí.

Juliana negó repetidamente.

-Mamá dice que la comida rápida es el invento de una persona perezosa-

Juliana se levantó del sofá.

-¿Te gustan las enchiladas?- Me preguntó.

-O sea ¿cómo?-

-¿Te gustan o no?-

-Me encantan las enchiladas- Respondí.





Acabo de subir el prólogo de otro fic que tenía desde hace mucho en borrador. Si les gusta éste, les recomiendo se den una vuelta por el otro. Muchas gracias por darse la oportunidad de leerme, me hace feliz  :)

Insomnio. [Juliantina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora