Liberosis.

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Liberosis: Las ganas de querer preocuparte menos por las cosas.

Capitulo narrado por Juliana♡


Giré la llave del automóvil una vez estacionado en la cochera, recargué mi cabeza en el respaldo del asiento y cerré mis ojos en forma de descanso, había sido una noche demasiado larga y agobiante, todo marchaba bien después del altercado entre Valentina y su marido pero de un momento a otro la escena se volvía a complicar, cuando menos lo esperaba Valentina ya se encontraba huyendo del lugar con un semblante de horror en su rostro, corrí tratando de alcanzarla pero fue demasiado inútil e imposible pues no podía dejar la tienda sola. El resto de mi turno lo pasé en espera de su retorno pero nunca fue así y eso me tenía muy preocupada, de verdad esperaba que nada malo le hubiese sucedido.

Los dos turnos después de esa noche resultaron aún más angustiantes pues no había rastro alguno de la chica de ojos azules, en más de una ocasión colé mi mirada por afuera del establecimiento para ver si de pura casualidad me topaba con su presencia, pero no había sido así y eso me tenía con la incertidumbre de si había llegado con bien a su morada. Resignada y con la expectativa de que estuviese completamente bien, me encontraba releyendo cada uno de los puntos que la universidad estaría revisando en mi proyecto, si es que tenía la gran dicha de ser elegida para el siguiente paso de selección, ya no había pendientes que hacer en la tienda, como inventarios tediosos o refrescos que acomodar en los refrigeradores así que me podía tomar un pequeño momento para preocuparme por mi futuro académico. Cuando se trataba de algo tan primordial e importante como mi futuro en la universidad de mis sueños en el país de mis sueños perdía la noción de mis circunstancias y esa vez no era la excepción, tan cautivada estaba con las imágenes del grandioso campus al que quería ingresar que no me pude advertir del molesto sonido que la campanita emitió.

-Hola- Escuché un tímido saludo y levanté la mirada.

La sangre que se había drenado de todo mi cuerpo debido a la preocupación al fin volvió a correr por todo mi torrente sanguíneo y un peso que se sostenía de mi espalda al fin saltó de ésta, liberándome de todo pensamiento de agobio causado por la chica frente mio. 

-¡Dios mio! ¿Sabes lo preocupada que estaba por ti?- La chica simplemente sonrió con mucha pena.

-Lo siento, hace mucho que no tenía un ataque de pánico y las únicas personas que pueden ayudarme son mi madre y hermana-

-Bueno, lo importante es que estás mejor, porqué lo estás ¿verdad?- Pregunté con una ceja levantada.

-Sí, muchísimo mejor- Respondió.

Sonreí y negué con la cabeza para después tomar asiento en mi pequeño banco detrás del mostrador, recargué mis dos codos en el frío material mientras observaba como la delgada chica tomaba asiento en la mesita.

-Y Valentina ¿a qué te dedicas? a parte de preocupar a desconocidas cajeras de tiendas por las madrugadas-

La ojiazul sonrió por mi curioso comentario pero en un millar de segundos su sonrisa desapareció como recordando algún hecho no tan bonito.

-Soy....soy dueña de una empresa de camiones de carga- Contestó mientras miraba las cutículas de sus largos y pálidos dedos, moviendo su anillo de casada de arriba hacía abajo.

Me atraganté con mi propia saliva al recibir esa inesperada respuesta.

-¡Guau!..como quien dice ya estás completamente realizada, siendo tan joven- 

Valentina guardó silencio y sólo me volvió a dedicar una de sus sonrisas rompe hielos. 

-¿Y tú? ¿Ya terminarás la carrera?- Preguntó.

Reí mientras negaba.

-Todavía ni la empiezo- Contesté.

Valentina abrió los ojos como platos.

-¿Pues cuántos años tienes?- Me preguntó.

-¿De cuántos me veo?- Me enderecé y levanté el pecho en forma de burla.

-¿Veintidós?-

-Acabo de cumplir los dieciocho- Contesté encogiéndome de hombros.

-Pues luces más grande- Noté el nerviosismo de la chica frente mio.

-No sé si eso sea un cumplido o no- Respondí.

-No, yo no quise ofenderte...en..en lo absoluto-

-Descuida, lo sé, era broma- 

Valentina sonrió como de costumbre.

-¿Cuántos tienes tú?- Ahora yo pregunté.

-Veintitrés-

-Es una lastima- Respondí.

-¿Una lastima?- Contestó.

-A menos que para ti no importe- Dije.

-No entiendo ¿a qué te refieres?- Negó repetidamente la ojiazul entre cerrando los ojos.

-Oh nada, estaba pensando en voz alta- Le sonreí.





Insomnio. [Juliantina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora