Litost.

2K 195 5
                                    

Litost: El estado espiritual tormentoso que sobreviene cuando uno se percata de su propia miseria.

Capitulo narrado por Valentina♡.

Cerré sigilosamente la puerta del departamento, no quería despertar a mi hermana, ya era suficiente molestarle con mi presencia y despertarle sería la gota que derrama el vaso.

Dejé caer mi billetera sobre el sofá y al mismo tiempo mi anatomía, una vez más no había podido conseguir mi preciado tequila, pero en su lugar obtuve una amena conversación con Juliana. Esa chica era bastante inteligente para su corta edad, Juliana rompe con el mito de que para tener experiencia se necesitan años, ella tenía la madurez e inteligencia de una persona de sesenta años, o algo por el estilo.

Abrí mi laptop y busqué una playlist para poder dormir, dejé que sonara en el volumen mínimo y recosté mi cabeza en el respaldo del sillón, cerré mis ojos esperando desesperadamente caer en un profundo sueño, pero no fue así, las siguientes cuatro horas mi mente divagó por un montón de ideas y problemas. Mi esposo llevaba dos días seguidos sin dejar de llamarme y mandar mensajes, la empresa me necesitaba, ya escuchaba la voz de mi padre culpándome por la quiebra de la empresa, a mi madre diciéndome lo decepcionada que estaba de mi por el rumbo de mi vida. ¡Pum! exploté internamente, dejé salir todo el agobio con un mar de lágrimas insufribles, hasta que la misma desolación tuvo compasión de mí y me arrulló hasta dejarme dormir a las cinco de la mañana. No canté victoria, mi hermana era demasiado ruidosa para arreglarse y a las seis y media ya estaba despierta una vez más, en estos momentos preferiría la muerte, había leído en internet que la falta de sueño pronto me traería alucinaciones o delirios.

-Buenos días, hermanita- Mi hermana me saludó entrando a la sala de estar.

Coloqué la almohada sobre mi rostro y la empujé con ímpetu contra el mismo.

-Ya es hora de levantarse- Eva quitó la almohada de mi agarre y me golpeó fuertemente con ella.

Enfurecí.

-¡Eva! Déjame dormir- Grité molesta.

-No, Val. Me recuerdas a papá en su época de adicción- Eva se sentó sobre mis piernas- Si no quieres ir a la empresa está bien, pero no te quedes acostada en el sillón todo el día-

Me reincorporé en el asiento y miré fijamente a mi hermana.

-En primera, papá no era adicto, sólo disfrutaba del alcohol y en segunda, no me molestes, llevo dos semanas sin poder dormir-

-¿Ya tomaste algo?- Cuestionó preocupada mi hermana.

-No, no me doparé toda mi vida-

-Eres igual de necia que papá-

-Bueno, gracias a la necedad de papá vives en un departamento de cincuenta mil pesos al mes- Contesté.

Eva se levantó de mis piernas y agradecí internamente.

-Como quieras, pero si te vas a quedar en mi departamento de cincuenta mil pesos, por lo menos dale una limpiadita- Me lanzó una pieza de pizza hechada a perder.

Minutos después escuché la puerta cerrarse y di por enterado que se había ido a trabajar, me levanté del sillón y caminé hacia el cuarto de limpieza.

"Ojala fuera igual de fácil limpiar la mente, cómo se limpia el piso".

Estaba conciente de mi condición humana, mi insomnio era el resultado de un problema mayor, quizá mental, quizá no. Pero si estaba segura de que estaba en un hoyo del que me estaba costando trabajo salir, para colmo Lucho no dejaba de molestar, decenas de mensajes sobre "porqué debería regresar a casa" o "el lugar de una mujer es a lado de su esposo" inundaban nuestro chat.

Dos horas más tarde de barrer, sacudir y lavar y al fin estaba completamente libre de mugre y sin nada más que hacer. Entonces caí en cuenta de que no tenía nada más que hacer en mi vida que trabajar, si no estaba trabajando, no vivía exactamente, mis ex compañeras de licenciatura iban al gimnasio, otras salían a bailar, otras más iban al cine con sus esposos ¿y yo? no hacía nada.

Bufé frustrada por mi situación, era una mujer con más de un millón de pesos en la cuenta del banco y no tenía exactamente qué hacer con ellos, bien dicen que el dinero no compra la felicidad, o en mi caso una distracción realmente digna de mi atención. Sin más preámbulos comencé a hacer una llamada.

-¿Don Franco? Soy Valentina- Exclamé con fingida alegría por el parlante del teléfono- Muy bien gracias, necesito que salga un momento de la oficina y vaya a la tienda de video juegos más cercana que encuentre, me compre la consola de video juegos más actual que tengan con un montón de juegos, unos diez están bien- el viejo hombre se escuchaba confundido- sí, me encuentro bien don Franco, le dice a mi hermana que yo autoricé la compra y le da el ticket para facturar ¿de acuerdo?-

Media hora después y don Franco tocaba la puerta con una enorme caja con el logo de Play station en sus manos.

La sala la había convertido en una isla de comida chatarra y latas de cervezas vacías, más de una vez me levantaba victoriosa del piso para hacer un baile triunfal, era una experta en FIFA y nunca lo había sabido. La tarde se esfumó como cohete, y lo supe cuando mi hermana mayor cruzó la puerta de la entrada con un montón de carpetas blancas que rebasaban el vuelo de su altura.

-¿Me podrías ayudar?- Preguntó con un quejido gracioso.

De inmediato pausé el juego y corrí a ayudarle, una vez liberada del gran peso, Eva posó sus manos en su cabello, estirandolo hacia atrás en forma de frustración.

-¿Qué le hiciste a mi sala?- Preguntó molesta.

Y yo sólo pude sonreír con nerviosismo.

-Valentina ¿te estás drogando?- Mi hermana me tomó de los hombros y me dedicó una mirada horrorizada.

-No mames, Eva, jamás- Retiré sus manos de mis hombros y me volví a tirar en el sofá.

-No encuentro alguna otra respuesta para el comportamiento tan extraño que estás teniendo- Eva se posó delante de la televisión, impidiendome ver.

-La carne de burro no es transaparente-

-Quiero que limpies la sala de inmediato, Germán viene a cenar-

Mi hermana mayor apagó la televisión.

-¡No! Iba ganando tres a cero-

-¡Me vale madres! German llega en una hora y apenas y tengo tiempo de arreglarme-

-¿Y que cenaremos?- Pregunté ingenua.

Eva se agachó a tomar las envolturas del piso.

-Tu no cenarás con nosotros, por lo visto ya cenaste toda esta porquería-

-Aguarda- caminé en su dirección- si yo no voy a cenar con ustedes ¿a dónde iré?-

-No lo sé, quizá al mismo lugar a dónde vas a las doce de la noche-

-¿Cómo?-

-¿Cómo me di cuenta? Valentina, por si no te habías dado cuenta tengo una cámara en la esquina de esa pared- Señaló al techo.

¿Habrá visto cuando accidentalmente rompí su disco autografiado por Beyonce?

-Te quiero fuera en una hora y no vuelvas hasta que yo te diga- Terminó de decir.

Miré el reloj y éste marcaba las diez de la noche, exactamente una hora y en la puerta ya se encontraba Germán, no le di ni chance a mi hermana de reproches y le abrí a mi adorado cuñado.

-Hola Val- Saludó el chico.

-Adiós- Le dije, pasando por un lado suyo y retirándome de la escena.

"Apenas son las diez" me dije a mi misma.

Sonreí, aún era horario de venta de alcohol y como mecha encendida corrí en dirección a la tienda de auto servicio.

Insomnio. [Juliantina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora