Elocuencia.

2.1K 230 2
                                    

Elocuencia: El arte de hablar de modo eficaz para deleitar o conmover.

Capítulo narrado por Valentina

El departamento de soltera de mi hermana era completamente lo opuesto al mío, las paredes decoradas con un millar de fotografías personales y sillones color pastel lo dejaban claro. Y era de esperarse considerando que el mío estaba decorado conforme al gusto de Lucho, mi opinión no había sido tomada en cuenta a la hora de la mudanza, quizá por eso lo que debía ser considerado mi hogar más bien lo sentía como un cuarto de huéspedes. Me pasee cuan turista por toda la extensión de dicho cuarto, llevaba aproximadamente año y medio sin posar un pie dentro de la morada de mi hermana mayor y pude notar los mil cambios que se encargó de hacer durante esa larga ausencia mía, aún conservaba las fotografías de mamá en silla de ruedas, debo confesar que no pude durar más de un minuto con la mirada fija en ella. Mamá había fallecido cuando yo recién cumplía dieciséis, debido al cáncer de huesos, sus últimos días los había pasado conmigo y mi hermana haciendo un montón de locuras indescriptibles antes de quedar por completo inmóvil, ella no quería que la recordásemos enferma y al parecer mi hermana se había olvidado de dicha petición pues retratos con fotos de mamá imposibilitada de sus facultades motrices abundaban en su sala de estar.

"Es mi madre y yo la amé en todas su facetas, a mí no me interesa".

Fue su respuesta después de cuestionarla por dichas fotografías. El departamento de mi hermana era lo que podía describir como mi "placer culposo" amaba las pequeñas macetitas de suculentas que adornaban la isla de la cocina, el inmenso sofá azul crema que decoraba la sala y el delicioso aroma de la sustancia que se roceaba cada quince minutos en el baño, sustancia que yo había deseado utilizar en el mío pero que mi esposo intolerante a los perfumes no aprobó.

Dicho placer hizo que mi estadía en casa de mi hermana durara dos días consecutivos, hice de la sala de estar mi propio cuarto; mientras mi marido estaba fuera de casa yo asistía a escondidas como si de una intrusa se tratase para poder robar un par de almohadas, mi laptop y un bonche de ropa.

-¿Otra vez no irás a la empresa?- Mi hermana me preguntó mientras abrochaba su lindo saco azul.

-No- Contesté y a la par mordía el último pedazo de pizza que quedaba en la caja.

-Si papá se entera de que estás dejando la empresa botada, es capaz de regresar de dónde quiera que esté a propinarte una buena regañada-

-No me importa, es mi empresa y yo hago lo que quiera con ella-

Mi hermana bufó de enojo, aún le molestaba de sobre manera que papá haya decidido entregarme por completo la empresa, pero las decisiones que a veces mi querida hermana mayor tomaba habían hecho dudar a papá si ella era la indicada para heredar de forma temprana lo que le costó años construir.

-¡Eva!- Grité a la chica que se disponía a abrir la puerta de la entrada.

Volteó su torso y me miró expectante a lo que fuese que tenía que decirle.

-Estás a cargo de la empresa, hasta que deje de estar indispuesta para ir a trabajar- Pude ser testigo de como mi hermana dibujaba una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.

Asintió con entusiasmo y se marchó.

•••

Ya eran las 24 hrs del día siguiente, lo único que no me agradaba del departamento de soltera era que extrañamente no tenía un mini bar, así que a falta de ello me dispuse a salir del cuarto para dirigirme a la tienda de auto servicio, pero un recuerdo vivido me detuvo en la entrada ¿Cómo iba a presentarme cómo si nada después de mi escena de loca alterada? Quizá podía asistir a la tienda del fraccionamiento de a lado, pero era demasiado lejos para mí gusto y las llaves de mi auto estaban en mi departamento.

-Maldita sea- Murmuré al viento.

Después de unos minutos analizando la situación me dispuse a enfrentar mi destino.

•••

-De cuántos me veo?- La chica frente mía me preguntó con una sonrisa.

-¿Veintidós?- Pregunté.

-Acabo de cumplir los dieciocho- Se encogió de hombros la morena.

Increíblemente todo este tiempo la hacia de una edad más grande que la que me había confesado.

-Pues luces más grande- Le dije con nerviosismo.

-No sé si eso sea un cumplido o no-

-No, yo no quise ofenderte...en..en lo absoluto- Me sentía torpe por mis respuestas vagas.

-Descuida, lo sé, era broma- 

-¿Cuántos tienes tú?- Ahora Juliana me preguntó.

-Veintitrés- Respondí.

-Es una lastima-

-¿Una lastima?- Exactamente no sabía a qué se refería con "lastima"- A menos que para ti no importe- Volvió a hablar

-No entiendo ¿a qué te refieres?- Le había perdido el hilo a nuestra conversación, realmente estaba confundida.

-Oh nada, estaba pensando en voz alta- Terminó de decir.

Un silencio incómodo inundó la química del momento, Juliana ya no me prestaba atención, ahora miraba su teléfono con una sonrisa en su rostro. Me levanté de mi asiento y comencé a deslizar las desgastadas suelas de mis pantuflas a la zona de alcoholes, cómo días anteriores tomé el más barato y lo posé sobre el gran escaparate.

-Creo que ya habíamos discutido al respecto- Juliana tomó la botella de la boquilla y la escondió detrás del mostrador.

-Por favor, la necesito- Supliqué.

La morena negó repetidamente.

-Estoy casi segura de que en la pirámide de necesidades fisiológicas del ser humano, el alcohol no está presente-

-Bueno, una persona como yo si tiene esa necesidad fisiologica- Respondí.

Juliana entre cerro sus ojos casi tratando de penetrarme con su mirada o tratando de descifrar algún algoritmo oculto en mis rostro.

-¿Te puedo hacer una pregunta?- Me cuestionó.

Asentí con la mirada en el collage de fotos que decoraba la pared detrás de Juliana.

-¿Por qué no estás en casa durmiendo como una persona funcional normal?-

-¿Estás insinuando que no soy una persona funcional normal?-

-Más bien, estoy intrigada de porque una chica joven que luce completamente funcional y normal no yace en su cama durmiendo y descansando para un día laboral agetreado-

Me encorvé de hombros.

-Quizas no sea tan funcional- Respondí riendo.

Juliana rio a la par mío.

-¿Esas fotos son tuyas?- Apunté al collage detrás de la morena.

Juliana volteó su mirada y asintió. Era un collage de apenas un metro de largo y ancho, plasmado en una hoja de opalina y pegado con cinta masquin. Incliné a un más mi anatomía hacia adelante para poder observar con mejor percepción dicho collage, cuando Juliana decidió retirarlo de la pared y ponerlo sobre el mostrador.

-Gracias- Murmuré algo apenada.

-No me había percatado- Dijo.

-¿De qué?- Pregunté extrañada aún con la mirada en el collage.

-De tus ojos, en verdad son bellos-

Y lo único que pude sentir fue un inmenso calor en mis mejillas.




Gracias por leer, si hay errores ortográficos o de dicción, por fa díganme

Insomnio. [Juliantina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora