Responsable.

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Pov: Myoui Mina.

Luego de ver cómo se habían llevado a la familia Marquesa, no volví a saber más de ellos. Si soy completamente sincera, no tengo ni la menor idea que fue lo que hizo el Duque con ambos, no sé si los torturó o directamente los asesinó, y a pesar que una parte de mi de verdad que deseaba saber que había ocurrido, la otra simplemente me pedía que no indagara en el tema, así que solo fingí que no me importaba. Sana y Sir Felix llegaron un par de horas después, tampoco pregunté que habían estado haciendo durante ese transcurso de tiempo: tenía la vaga sensación de que simplemente no debía preguntar. Ahora, ahora había otro maldito problema, luego de despertar sintiendo como mi cuerpo me exigía un merecido descanso, Sana me arrastró en dirección del despacho del Duque, en un principio había quedado desconcertada, estaba tan acostumbrada a simplemente ser arrastrada hacia el campo de entrenamiento que ver a mi padre frente a mí me había dejado momentáneamente desconcertada. 

Mientras que estaba siendo arrastrada-no literal- por el pasillo pude ver en más de una oportunidad el rostro de Sana: el hecho de tener las cejas juntas y los labios fruncidos me daban La sensación de que estaba nerviosa, o quizás preocupada, o quizás ansiosa, la verdad es que a pesar de que estaba media dormida, nunca había visto ese tipo de expresión en ella. 

Rápidamente me dejó a solas en el despacho. El gran Duque mantuvo sus codos presionados sobre la amplia mesa mientras que dejaba caer su boca sobre sus puños, se quedó en silencio, con los hombros encorvados y sus ojos fijos sobre mi cuerpo, como si estuviese analizando mis siguientes movimientos. Por mero instinto, giré mi rostro intentando ver por sobre uno de mis hombros si quedaba algún rastro de Sana, pero no, ella hace bastante tiempo que había dejado la puerta cerrada. Tragué saliva, por alguna extraña razón me sentía ansiosa e incómoda, tenía el sentimiento de que en cualquier momento me diría una noticia que no quería escuchar, así que solo carraspeé llevando mis dedos contra mi cuello para tomar el borde de mi camiseta. ¿Qué está pasando? ¿Hice algo mal? pensé sintiéndome abrumada por la presión que él emanaba. 

—Fuu...—escuché el suave suspiro por parte del Duque que me hizo tensar los hombros. Me sentía expuesta, como si estuviese experimentando nuevamente mi entrada en el ejército. El alto hombre rubio parecía estar actuando como el primer capitán, al cual estuve a su cuidado, aunque claro, esa mirada tosca e irritada no estaba presente en sus ojos, en realidad, se veía preocupado, o quizás pensativo, la verdad es que era muy mala para comprender las emociones ajenas—Mina—mi cuerpo se paralizó momentáneamente ante su llamado. Rápidamente traté de abrir la boca para responder, pero este estúpido cuerpo simplemente no acataba mis órdenes; él parecía estar verdaderamente asustado de decir algo. Hicimos contacto visual, aunque claro este solo duró un segundo o quizás un poco más, para luego bajar su vista junto con su mano. Su mano derecha agarró un papel que estaba al lado de su codo y lo lanzó frente a él—Llegó una carta—no sé por qué siento que tiene que ver conmigo, pensé sabiendo que era lo más probable—es una orden directa del Rey—esto pinta mal, tragué saliva manteniendo mis ojos aún sobre él.

—Supondré que tiene que ver conmigo, ¿No?—cuestioné con todo el valor que pude reunir de este empobrecido cuerpo. Él frunció el ceño para luego apretar los labios, ¿Eh? ¿Me equivoqué? pensé sorprendida notando como, lentamente asentía con su cabeza, era mucho pedir que no estuviese involucrada, pensé ligeramente abatida al entender que, nuevamente tenía que limpiar el desastre de la antigua Mina—¿Qué sucedió?—pregunté cruzándome de brazos.

—Antes de que sepas el contenido de esta carta, necesito que me respondas con la mayor sinceridad posible—aclaró logrando que yo tensara los hombros; esta era la primera vez que lo escuchaba hablando de esa forma. Mantuve mis ojos sobre él, no sé el por qué, pero sentía que por nada del mundo debía quitar mi vista de su rostro. Maldito cuerpo, no te pongas nervioso, ordené hundiendo mis dedos sobre mis brazos.

¿La villana ha cambiado? [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora