Un momento a solas

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Pov: Myoui Mina.

Me desperté sintiendo el cuerpo pesado y agarrotado. Ante el dolor en la espalda no me quedó de otra más que dormir boca abajo con el cuello tirante y la mandíbula presionada contra la almohada, la verdad, si soy completamente sincera, pase mala noche, fue completamente agotador el intentar buscar una posición cómoda, así que al final simplemente opte por quedarme en la misma posición y esperar a que el cuerpo simplemente terminara por colapsar ante el cansancio. Ya más despierta, tomé la decisión de presionar mis palmas contra el colchón para poder levantarme. La verdad, es que el hecho de estar pasándolo mal ahora se debía netamente a que yo me había acostumbrado a esta nueva vida, por un momento olvidé el hecho de que no pertenecía a este mundo, y que por esa razón, ahora mismo me estuviese dando el lujo de quejarme por algo tan insignificante como la postura de dormir. Suspiré girando mi torso para poder presionar mi trasero contra el colchón, me quedé quieta notando la oscuridad del cuarto; supuse que debía ser aún de madrugada para que Sana aún no hubiese llegado a mi cuarto, o quizás, el mismo Duque se había encargado de mantenerla lejos de mi. 

Giré mi rostro en el momento que escuché una respiración ajena a la mía. Sorprendidamente asustada enfoqué mi vista en lo que estaba sentado en una de las esquina de mi habitación; ante la poca iluminación, me era difícil el saber si era un cuerpo femenino o masculino, parecía estar encorvado con la cabeza casi suspendida en el aire mientras que el resto de su anatomía solo daba la sensación de estar desparramado en la silla, posiblemente dormido. ¿Eh? ¿Es el Duque? pensé al identificar esa corta melena rubia que caía por su frente. No supe realmente cómo reaccionar ante lo que veía, al parecer, el tonto este había pasado la noche en mi habitación, sin siquiera yo hubiese sido capaz de notar su presencia; ¿Qué tan relajada estaba como para no notarlo? pensé chasqueando mi lengua contra mi paladar, sintiéndome ligeramente molesta conmigo misma ante la pereza que estaba teniendo con las prácticas de mis demás sentidos. Mordí mi labio inferior nerviosa, ¿Por qué hizo eso? me cuestioné casi aturdida al no ser capaz de comprender su comportamiento. Espera si él esta aquí, entonces... ¿Qué excusa le dio a la Duquesa? y el nuevo temor por pensar que él no había cumplido con su palabras me obligó a levantarme sintiendo como mis pequeñas heridas se quejaban. Suspiré agachando mi rostro para poder ver mi cuerpo notando como la chaqueta había desaparecido de mi anatomía, dejando que solo las vendas fueran las que estuviesen cubriendo mi blanquecina piel. 

Para mi suerte las vendas seguian limpias y secas, lo que indicaban que las heridas no habían vuelto a abrirse, me costó bastante el poder curarme por mi misma, aunque claro, hubiese sido mucho más fácil con la ayuda del Duque o la de Sana, pero primero, cuando sugerí ligeramente que él me ayudara, este se negó rotundamente a verme desnuda; si soy sincera, tardé en comprender lo raro que sería que un padre viera a su hija de esa forma, pero en mi defensa a pesar de que inconscientemente le llamaba padre, no lo veía como tal y en sí, yo no soy su verdadera hija, pero bueno, la segunda opción era Sana, pero obvio, no tenía ningún interés de contarle a la muchacha lo que había pasado así que no me quedó de otra más que hacerlo por mi misma, como en los viejos tiempos. 

Caminé hacia el closet abriendo con el mayor cuidado posible una de las puertas, sin mucho interés miré la variedad de prendas que colgaban frente a mi, la gran mayoría de estas tenía botones y a simple vista se notaba lo ajustadas que eran, así que las descarté de inmediato. Seguí con mi búsqueda por alrededor de uno que otro minuto hasta lograr encontrar una camiseta plana sin ningún tipo de botón y holgada. Rápidamente deslicé la prenda sintiendo el ligero peso de esta sobre mis vendas; de momento, no dolía, así que pude respirar con mayor tranquilidad. Giré mi cuerpo para caminar de vuelta a mi cama, con rapidez saqué una que otra manta y las arrastré por el cuarto hasta llegar donde estaba durmiendo el Duque. Lo miré en silencio, él parecía tan calmado, tan despreocupado que no podía evitar el sentir envidia. Suspiré dejando caer las mantas sobre su cuerpo notando como él se movía, pero aun así no demostraba signos de despertar. Si quisiera podría matarte, aclaré en mis pensamientos mientras que él solo echaba su cabeza hacia atrás dejando sus labios ligeramente abiertos, solté una pequeña risilla a la vez que sacudía mi cabeza en negación, solo por que me caes bien, te dejaré seguir durmiendo

¿La villana ha cambiado? [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora