Reacciones

970 156 137
                                    

Pov: Myoui Mina.

La oscuridad rapidamente se esfumó. Aturdida abrí los párpados con fuerza notando el conocido techo blanquecino que tenía frente a mi, ¿He regresado o esto sigue siendo un sueño? pensé intentando procesar lo que estaba pasando, sin siquiera tomarme la molestia de buscar una respuesta razonable para lo que habia pasado minutos atrás en compañía de la verdadera dueña de este cuerpo. La verdad es que no tenía ningún tipo de sentido el haber tenido un encuentro directo con Mina, no habia explicación alguna para que yo fuese capaz de tener contacto con ella o eso quería pensar. ¿Qué quiso decir con que está unida a mi? pensé sintiendo como la piel se me erizaba, imposible, quizás solo fue mi propia imaginación jugándome una mala pasada, pensé intentando creer en esa posibilidad, pero por algún motivo sentía que lo que habia ocurrido habia sido demasiado real como para que fuese considerado algo producido por mi mente. Entreabrí los labios tomando una buena bocanada de aire mientras que sentía un extraño peso sobre uno de mis brazos. Se siente incómodo, pensé a la vez que, con bastante dificultad intenté girar mi rostro notando una melena castaña esparcida sobre el colchón y su cabeza presionándose contra mi antebrazo. Sus dedos eran suaves pero firmes, aferrándose como si su vida dependiera de ello alrededor de mi muñeca, podía sentir su respiración calentando el dorso externo de mi antebrazo mientras que el puente de su nariz se presionaba contra mi piel. No sé por qué mi cuerpo dolía tanto, pero al mínimo movimiento que yo trataba de realizar, el resto de mi anatomía se encargaba de que yo sufriera el doble. Apreté los dientes a la vez que estiraba mi mano libre presionando mis dedos sobre su cabellera; el contacto no duró más de un segundo, cuando la otra persona velozmente se echaba hacia atrás, como si sintiera algún tipo de repulsión por mi tacto. Nuestros ojos hicieron contacto directo. Sana estaba pálida, y más delgada de lo que recordaba, su cabello castaño desordenado y la visibles ojeras oscuras envueltas debajos de sus bonitos ojos le daban un aspecto desaliñado y descuidado, pero yo no estaba muy preocupada por eso, la verdad es que tenia mas interés por saber el por qué sus ojos se veían tan irritados, como si hubiese pasado horas llorando. 

Impulsivamente fruncí el ceño notando como la contraria solo me veía en silencio, como si estuviese intentando asimilar lo que estaba ocurriendo. Por impulso entreabrí los labios intentando hablar, pero las palabras no parecían querer abandonar mi garganta. Frustrada cerré la boca, apretando con fuerza mis muelas entre sí, hasta lograr sentir la incomodidad envueltas en ellas. Rápidamente regresé mi atención a la castaña queriendo ver si ella tenía algo que decirme, pero para mi sorpresa solo pude notar como su mentón temblaba, primero lo hizo de manera suave, casi inadvertida, como si estuviese tratando con todas sus fuerzas de que yo no notara el movimiento, para luego simplemente sacudirse mientras que su serena expresión se terminaba por romper. Sana lloró frente a mi mientras que alejaba sus manos de mi brazo para llevarse ambos puños contra el rostro, pasando con fuerza el dorsos de sus muñecas por las cuencas de sus ojos, en un vano intentando por detener las lágrimas, pero estas bajaban sin ningún tipo de piedad por sus sonrojadas mejillas. Los sollozos llenaron la silenciosa habitación, sus lamentos erizaron por completo mi piel así que impulsivamente traté de sentarme, pero mi cuerpo simplemente no reaccionaba a mis órdenes: se sentía como si hubiese pasado una eternidad durmiendo. 

Gruñí usando toda la fuerza que tenía para poder sentarme; fue difícil, pero aun así logré presionar mis palmas contra el colchón usando todo lo que tenía para poder impulsarme, logrando el conseguir que mis nalgas tocaran el colchón. En todo ese momento Sana no había dejado de llorar frente a mi, tan desconsoladamente que no sabía que debía hacer para calmarla. Mis ojos ansiosos le dieron un rápido vistazo a la habitación notando que estábamos a solas. Recién ahora caí en cuenta de la oscuridad que nos envolvían, así que asumí que debía ser de noche o quizás de madrugada, así que sabía que nadie más llegaría para poder ayudarme con este inesperado problema. De repente, sin siquiera yo tener la posibilidad de frenarlo, un fuerte látigo caliente dio directo contra mi corazón acompañado de la violencia con la que los recuerdos de mi raro sueño llenaban mi mente; me paralicé, sentir la manera en que me habia roto frente a mis camaradas me abrumó, quería que se detuviera, no me gustaba. Impulsivamente estiré mi mano envolviendo mis dedos y palma sobre uno de los brazos de mi acompañante. No llores, pensé en el momento que nuestros ojos nuevamente hicieron contacto directo: ella no habia logrado detener las lágrimas, estas cruelmente resbalaban de sus mejillas hacia las sábanas que me cubrían. No sé por qué estás llorando, pero detente, supliqué sintiendo como las palabras simplemente se negaban a huir de mi boca. 

¿La villana ha cambiado? [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora