Muy cerca

847 150 130
                                    

Myoui Mina.

Luego de que yo hubiese aceptado el pedido del Rey las cosas no habían mejorado, en realidad, todo lo contrario. El malestar era palpable en el ambiente y esa incomodidad tan extraña que nos envolvía solo empeoraba con el transcurso de los minutos. El Rey divertido de notar las reacciones que tuvieron el Duque y su esposa luego de oír mis palabras simplemente sonrió llevando sus dedos contra sus labios queriendo que nadie notara la manera arrogante con la que habia elevado las comisuras; sus acompañantes se removieron incomodas en su sitio, no parecían estar a gusto ante la manera en que se habían desarrollado las cosas, pero no tenían el suficiente poder como para poder decir algo al respecto, posiblemente esto se debía ante el temor que les causaba ver la ira en ese desagradable hombre. El silencio fue sepulcral, el hombre al darse cuenta de ello tomó la decisión de dejarme en libertad sabiendo perfectamente que si continuaba avivando el fuego, el Duque perdería el control. Cuando estaba a punto de abandonar la habitación, por impulso tomé de la mano de la princesa, y esta sorprendentemente la aceptó sin decir nada al respecto, pero antes de siquiera poder poner un pie fuera de ese tenso lugar, el Rey alzó la voz indicando que la princesa debía esperarlo en la habitación continua a esta. Si era sincera, la idea de saber que ella estaría a solas con él me desagradó de una manera que no tenía siquiera explicación, el interior de mi cuerpo burbujeó como si estuviese dentro de agua caliente mientras que mis pensamientos se limitaban a la idea de no dejarla ir, pero lamentablemente, en el palacio no tenia ningún tipo de poder, y si por algún motivo tomaba la estúpida decisión de intentar crear una rebelión, moriría antes de siquiera poder destrozar el poder del Rey. 

Prácticamente fui arrastrada de regreso a mi carruaje sin tener oportunidad de siquiera excusarme con la mentira de que no podía estar lejos de mi pajera. El Duque y la Duquesa en cambio, esperaban tranquilamente en el interior de su carruaje: ellos llegaron poco después, ya que se quedaron conversando con el Rey posiblemente sobre el presupuesto del viaje, sus caballeros ya estaban sobre sus caballos en espera de recibir la orden de emprender camino de regreso a nuestro hogar. Irritada tome asiento mientras que apoyaba mi codo contra el borde de la ventana, me quedé en silencio con el mentón firmemente puesto en mi palma en espera que la princesa apareciera en mi campo de visión. La puerta quedó abierta, y Felix estaba en el marco de esta dándome la espalda; sorprendentemente este estaba en un completo silencio al igual que el resto de sus compañeros. Distraídamente presioné mi dedo contra el marco de la ventana golpeando una y otra vez mi yema sobre la madera en un vano intento de poder pensar en otra cosa, pero no había forma de que pudiese relajarme, los latidos de mi corazón galopaban con violencia a través de mis tímpanos, mi mente parecía estar corriendo una maratón y ese fijo pensamiento de que no debía haberla dejado marcharse cada vez resonaba con mayor fuerza en mi cabeza. Chasqueé mi lengua contra mi paladar a la vez que arrugaba el puente de mi nariz. Por impulso me puse de pie dispuesta en ir a buscarla sin importarme si eso me traería problemas, pero antes de siquiera poder salir del carruaje su presencia se hizo de notar en mi campo de visión al estar caminando hacia mi dirección. Ella venía sola, sin guardias, ni sirvientes que le escoltaran, llevaba la cabeza agachada y su manos estaban aferradas a su vestido elevando ligeramente la tela de este para no tropezarse. Salí del carruaje y me quedé al lado de Felix en espera a que la princesa llegara. Si era sincera, me hubiese gustado acercarme a la muchacha, pero podía notar las miradas que provenían de todas las dirección, así que asumí que podría llegar a ser contraproducente demostrar mi favoritismo por ella. 

Estiré mi mano en el momento que ella quedó frente a mi. Su cabeza seguía estando agachada así que no podía notar bien que era lo que estaba ocultando con tanta intensidad. Impulsivamente entreabrí los labios dispuesta en preguntar que estaba sucediendo mientras que sentía como sus dedos se aferraban a mi palma; ella no dijo nada al respecto, pero ante la manera en que se aferró de mi extremidad, asumí que algo malo habia ocurrido, pero que ella no tenía el suficiente valor como para poder confesarlo. La princesa ingresó en el carruaje y se sentó lejos de mi presencia mientras que mantenía su vista fija en sus rodillas. Le di un rápido vistazo a los chicos que se veían entre sí, confundidos por el repentino silencio de la pelinegra, pero yo ya estaba a costumbrada a este, así que solo suspiré ingresando en el carruaje y sentándome lejos de ella, sabiendo perfectamente que mi acompañante lo que menos quería era tenerme cerca suyo. Volví a presionar mi codo contra el borde del marco de madera, dejando caer mi mejilla sobre mi palma abierta. Me quedé en silencio con mis ojos fijos en el cuerpo de mi prometida, ni siquiera hice el intento de fingir el no estar viéndola, quería que ella lo supiera.

¿La villana ha cambiado? [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora