Las verdaderas acciones.

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Pov: Im Nayeon

Luego de ingresar en el carruaje Mina se sentó frente a mi. Ella se quedó en silencio, de brazos cruzados con la capa cubriendo parte de su muslos. No me dirigió la mirada en ningún momento, ni siquiera cuando el carruaje se puso en marcha. Durante nuestro silencioso viaje nocturno llegué a pensar que ella realmente estaba molesta conmigo, sinceramente, hasta cierto punto podría llegar a entender el por qué de su descontento. A pesar de que ella me había dejado en claro que no estaba para nada molesta por mi pedido egoísta, no era tan simple para mi el aceptar sus palabras. Una parte de mis pensamientos aun se negaba casi por completo el aceptar el hecho de que la mujer que tenía frente a mi no era la misma persona que se encargó de lastimarme, pero a pesar de que seguía trabajando en ello, seguía siendo bastante difícil. Le di un pequeño vistazo notando como mantenía aun sus ojos fijos en el exterior, su expresión tranquila parecía demostrar que no le importaba que yo estuviese en el mismo espacio que ella, pero al notar como sus orejas se habían enrojecido, supuse que en realidad, ella estaba demasiado avergonzada como para poder hacerme frente: eso me pareció hasta cierto punto adorable de su parte. Dejé de mirarla girando mi rostro en dirección de mi ventanilla. Los caballeros estaban sobre sus caballos manteniendo los ojos en frente, no parecían tener interés en el hecho de que yo les estaba mirando, así que simplemente apreté mis labios regresando mi vista hacia el interior del carruaje. En silencio presioné mis palmas contra mis rodillas viendo con interés las mangas de la chaqueta que cubría hasta el dorso de mis manos demostrando que la prenda era un poco más grande que mi cuerpo. Continué en silencio sintiendo como su chaqueta envolvía mi espalda y brazos desnudos. La noche era fresca, así que me preocupaba que ella pudiese estar teniendo frío, pero al darle nuevamente un fugaz vistazo pude notar que ella parecía estar a gusto con el clima. Sinceramente, yo también estaba avergonzada, a pesar de que había logrado calmar con éxito mi acelerado corazón, no podía sacarme de la mente el tacto de sus dedos sobre mi mentón: me había tocado el rostro, pero no lo hizo con la idea en mente de querer besarme a la fuerza o de plano querer lastimarme, no, todo lo contrario, sus dedos fueron tan cálidos y cuidadosos como si tuviese verdadero temor de que yo pudiese salir lastimada por su acción. Mordí el interior de mi mejilla ante el vivido recuerdo de sus ojos, mis orejas rápidamente ardieron al recordar como me veía; me observó con tal grado de sinceridad que consiguió que me sintiera incómoda ya que no estaba para nada acostumbrada a tener ese tipo de miradas. 

A pesar de la vergüenza nuevamente había hecho de las suyas no pude evitar regresar mi vista hacia su cuerpo. No dije absolutamente nada, ni siquiera traté de crear un tema de conversación, solo me quedé ahí observando como ella había presionado uno de sus codos contra el borde de la ventana con sus ojos fijos en el oscuro paisaje que nos rodeaba. Sus dedos de su mano libre tamboreaban sobre uno de sus muslos mientras que sus labios estaban completamente sellados. Mantenía una expresión neutra, pero extrañamente atractiva. Le presté atención a su caballo, este al estar tomado en una alta coleta me permitió ver su perfilada quijada, junto con su delgada nariz, ambas brillaban ante la luz que la luna emitía chocando contra su porcelana piel. Realmente no parecía estar interesada en mi, ni siquiera cuando yo le estaba viendo con tanta intensidad, y si debía confesarlo, hasta cierto punto eso me desanimó. Hundí mis dedos contra mis rodillas haciendo todo lo posible por ocultar ese desagradable sentimiento de tristeza que envolvió mi estómago. No había motivo real para sentirme mal por su poco interés, ya que básicamente ella no era la Mina que había hecho todo lo posible para amarrarme a su lado, y claro, tampoco quería que la verdadera Mina me prestara atención, sé que podría sonar extraño, pero yo quería la Mina que tenía frente a mi me mirara, pero era completamente consciente que mi deseo era egoísta, ya que estaba frente a una persona extraña que se vio en la obligación de aceptar una responsabilidad que no era suya. La amaba, pero sentía mucha pena por ella. 

¿La villana ha cambiado? [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora