Un solo deseo

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Pov: Myoui Mina

Los catorces días de viaje transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos. Durante todo ese tiempo las cosas con la princesa lentamente habían comenzado a calmarse, aunque claro, los primeros dos a tres días se mantuvo prácticamente adherida a mi cuerpo como si tuviese algún extraño terror de que las cosas llegaran a salir mal, constantemente miraba hacia los lados cuando la oportunidad se le presentaba, hasta cierto punto me daba la sensación de que estaba en busca de algo o alguien en particular, pero cuando yo le cuestionaba si todo estaba bien, volvía a la normalidad soltando ese claro, pero nada satisfecho "Claro, todo esta bien", no me convencía por mucho que ella tratase mostrarse indiferente. Sabía perfectamente que algo en especifico la estaba atormentando al nivel de hacerla pensar que estar apegada a la responsable de sus pesadillas la haría sentirse mejor. Los primeros días pensé firmemente que alguien nos estaba siguiendo y que por eso, ella estaba actuando tan extrañamente, pero en silencio yo había mandado a Felix, Jackson y Jungkook que revisaran el perímetro cuando la noche caía y nos veíamos prácticamente en la necesidad de encontrar una posada para descansar; todas las veces que ellos se vieron en la obligación de tener que turnarse para salir, jamás encontraron nada que fuese considerado como algo sospechoso o que yo tuviese que ser informada, así que descarté la idea de que alguien estaba siguiendo nuestros pasos. Para nuestra suerte, bueno... mejor dicho, para mi suerte, no nos tuvimos que ver en la obligación de acampar rústicamente en el aire libre, al parecer, mientras más cerca estábamos de la ciudad Hikokamura donde la academia estaba instalada, la cantidad de lugares para descansar aumentaban drásticamente. Sinceramente, en el momento que escuché el nombre de la ciudad a la cual nos estábamos dirigiendo no pude evitar cuestionarme si representaba a un noble de alto mando que necesitaba yo conocer o en si, tenía otro significado, pero sentía que me era conocido. Ninguno de mis caballeros, mucho menos la princesa demostró verse interesado por saber quién era el responsable del nombre del lugar, así que lo dejé pasar dando por hecho de que no era algo importante por la que yo tuviese que tomarme la molestia de averiguar. 

Otro cambio significativo que vi en mi prometida es que ella ya no tenía esa necesidad casi sofocante de tener que permanecer en mi mismo espacio cuando la noche caía, si que es verdad que las pesadillas seguían estando presente, pero se volvieron menos frecuente, lo que le permitía poder descansar como era debido. Tambien es posible que el hecho de que cada noche me dedicara a contar un cuento de hadas pudiese tener relación con su disminución de pesadillas, aunque claro, no podía dar completa fe de eso. Luego de finalizar como era debido el cuento de la sirenita, la princesa me sorprendió pidiéndome con una visible vergüenza que volviese a contar otro de los cuentos de mi mundo, sinceramente, la gran mayoría de las historias no me las sabía a la perfección, mucho menos conocía los detalles, pero tenía una vaga idea de como comenzaban y la manera en que terminaban, así que la gran parte de su relleno era propiamente pensado de mi mente. Menos mal, a ella le gustaba. Debo confesar que durante las noches rara vez lograba descansar como correspondía; luego de mis relatos infantiles los recuerdos me golpeaban con más violencia de la que era necesario, convirtiéndose en un fiel recordatorio de lo que yo era, lo que había hecho y cual era mi propósito real. Hasta cierto punto se sentía como si estuviesen haciendo todo lo posible para que yo nos los olvidara, a pesar que una parte de mi, realmente quería hacerlo. 

Cuando la princesa se quedaba dormida, no podía evitar el observarla notando sus delicadas expresiones, siempre se mantuvo tranquila, me daba la sensación de que no desconfiaba el descansar a mi lado aun sabiendo por las ojeras que se formaban bajo mis ojos que yo no dormía la misma cantidad que ella, lo que significaba que en algún momento de la noche estaba despierta mientras que ella no era consciente de eso. Debo confesar que solo cuando ella estaba descansando yo podía notar lo joven que era, habían veces que, ante su manera de actuar se me olvidaba por completo que al fin y al cabo ella seguía siendo una simple niña con responsabilidades que no eran acordes a su edad. Era pequeña, y demasiado inocente para mi gusto. En mas de una ocasión el pensamiento de que alguien debió aprovecharse de esa inocencia pura que ella misma poseía atravesaba mi cráneo generándome un malestar que comenzaba desde la boca del estómago; era un odio puro y duro, prácticamente indescriptible que me hacía sentir tan furiosa al punto de sofocarme, pero claro, este sentimientos solo se mantenía alojado en lo más interno de mis pensamientos, lo traté de esconder lo mejor que pude, sabiendo que ella ni nadie debía ser consciente de lo que me estaba ocurriendo. La verdad, es que no quería darle siquiera la oportunidad que ella creyera que deseaba permanecer a su lado, no quería que pensara que en el algún momento pudiese corresponderla aunque la posibilidad ahí estaba, si por algún motivo cometía el error de amarla, haría todo lo posible para que ella nunca fuese consciente de ello. 

¿La villana ha cambiado? [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora