Decisión definitiva

632 136 195
                                    

Pov: Myoui Akira. 

Luego de llegar a un acuerdo con la princesa le permití marcharse de la habitación. Avergonzada ella se puso de pie y con una suave reverencia huyó de mi despacho. Suspiré. Ni siquiera valía la pena ofenderme ante el evidente miedo que ella me tenía, era perfectamente entendible que se sintiera de esa forma si había estado presente en el momento que no fui capaz de controlar mi instinto asesino. Sinceramente, yo ya sabía que algo malo había ocurrido, todo lo que estuviese relacionado con mi hija rápidamente llegaba a mis oídos, pero había tenido la esperanza, una pequeña esperanza se alojó en mi pecho de que tal vez Mina regresaría, quizás un poco más tarde, pero lo haría... ella lo haría. No lo hizo, en el momento que supe que en el escuadrón no estaba presente, supe que me había equivocado. Al momento de escuchar su narración mi aura se desató, mi cuerpo emanó ese conocido sentimiento asesinado que tanto había abrumado a mis enemigos. Mis pensamientos se enfocaron por completo en matarla, yo realmente pensé fríamente en acabar con ella solo para poder sentirme mejor, pero era completamente consciente de que ella no tenía la culpa de mi mala decisión, y eso me hizo lograr controlarme antes de empeorar aún más la situación.
Rápidamente mis manos comenzaron a temblar, era un claro síntoma de lo agobiado que estaba. Volví a suspirar presionando nuevamente mis codos contra la mesa para poder dejar descansar mi frente sobre mis puños. No podía creerlo. No quería hacerlo. Mis hombros comenzaron a temblar mientras que mi pesada respiración llenaba el silencio del lugar. 

Solté un pesado jadeo de sorpresa a la vez que trataba inútilmente de esconder mi rostro entre mis palmas. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas hasta resbalar por mi mentón. No debía llorar, pero no había forma de poder detenerlo. Me sentía miserable. Rápidamente mordí mi lengua inclinandome hacia adelante. No podía comprender por qué no insistí más, por qué la dejé marcharse con tanta facilidad. Si tan solo... Si tan solo hubiese sido un mejor papá.
Mi cuerpo temblaba con fuerza y mi pesada respiración llenaba el silencio sepulcral de la habitación. Oh Dios todo poderoso... no puedo soportar esto, pensé ampliando una de mis manos para poder agarrar con fuerza mis mejillas. La había perdido, realmente había perdido a mi pequeño bebé. Envuelto ante la ira gruñí a la vez que apretaba con brusquedad mis labios entre sí. No quería que ningún sonido se desprendiera de mi boca. No quería que nadie fuese consciente que tan mal lo estaba pasando. 

Fallé tan patéticamente que perdí el control. 

Abrumado por la culpa que golpeaba mi cuerpo decidí rápidamente alzar mi mirada notando sin mayores complicaciones el pequeño vaso que estaba frente a mi. Era una estupidez, lo sabía a la perfección, pero aun siendo consciente de ello no dudé en estirar mi mano agarrando el vaso entre mis dedos y palma. Si tan solo no me hubiese relajado, pensé a la vez que, sin siquiera medir mi fuerza lo lancé contra la puerta. El sonido de los cristales reventándose entre sí llenó el incómodo silencio de la habitación. Jadee notando como mi mano estaba empapada por el vino que había dejado a medio tomar. Sinceramente creí que con eso sería más que suficiente para poder tranquilizarme, pensé que de esa forma me sentiría mejor, pero no, nuevamente me había equivocado. No estaba satisfecho. Con la rabia envuelta en mi cabeza me puse de pie arrastrando bruscamente la silla hacia atrás. ¿Qué sentido tiene? pensé notando los papeles sobre mi escritorio, ¿Qué sentido tiene seguir con esto? me cuestioné mientras que presionaba mis dedos por debajo de la mesa, ni siquiera hice gran esfuerzo, de un solo movimiento logré volcarlo dejando las patas apuntando hacia el techo. Miré mi desastre sin remordimiento alguno. ¿Qué importa tener todo esto si no tengo lo más importante? y no podía sacarlo de mi cabeza, no importaba cuanto luchara por hacerlo. Con violencia continúe rompiendo todo lo que en algún momento me llegó a importar. Bruscamente tumbé uno de las estanterías permitiendo que mis libros se extendieran por el suelo. Me llevé el dorso de mi mano contra mi boca, había sido tal el grado de mi furia que hasta la baba se me había caído. Era un desastre. Una vergüenza para quién me viera. 

¿La villana ha cambiado? [I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora