13. Finjir

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Neveah:

—¿Estas segura que te sientes mejor?. —Allie interroga en el teléfono y sigo mi camino hacia las afueras de la casa buscando mejor señal.

Esther me intercepta chocándose conmigo, retrocedo y ella levanta las manos disculpándose.

—¿Ya estás me.. —Se detiene al verme con el móvil y se hace aún lado cuando le hago una señal al aparato.

Cruzo la puerta principal y me dejo caer sobre los troncos que hacen de asientos junto a la pared de la casa.

—¿Esa fue tu madrastra? ¿Ya se llevan mejor?

—Allie. —Alzo la voz y ella se ríe. —Mi madre aún está viva, te lo recuerdo.

—Para lo grandioso que es eso.

Ruedo los ojos.

—Ya dime, como ha sido estos días lejos de tu mejor amiga.

Sonrio. —Lleno de paz. —No iba a desaprovechar la pregunta.

—¡Oye!. —Alza la voz ofendida. Me rio.

—Estoy mejor, gracias.. aunque he resultado una inútil el día de ayer.

—Inútil no, te enfermarte. Le dije a Eric que te cuidara.

Hago una mueca. —Sí, dame dijo que se vieron ¿Entre tú y Will?

—Soy su mano derecha mientras Eric se ausenta

Sonrio.

—Y algo más que tú y Eric deberían intentar.

Suspiro. —No lo creo, ayer me llamo "Hermana"

—Iugg, palabra errada. Es mejor que se lo digas antes de que te diga mi hermana favorita.

Pienso en la hermana que compartimos y río. —Eso no pasará.

Allie suspira. —Igual pienso que debes decirlo, los hombres a veces son lentos..

—Por no decir siempre. —Mencionamos las dos y mi sonrisa acaba al ver al hombre que sube desde el prado hasta la casa, llevando madera en sus manos.—Debo dejarte.

—Noto nerviosismo ¿Ya vino tu hombre?

—Allie.

Ella ríe. —De acuerdo, te amo y no hagas más tonterías como salir en plena lluvia a las 5 de la mañana.

—Ya entendí, igual te llamaré.

Cuelgo la llamada y cuando estoy por guardarlo, vuelve a sonar en mi mano, pongo los ojos en el esperando encontrar el nombre de Allie, pero resulta ser mi madre.

Sin pensarlo paso la saliva y cuelgo la llamada.

—¿Allie?. —La voz de Eric me hace levantar la cabeza y parpadeo asintiendo. —La note preocupada, ustedes son muy buenas amigas. —Se dirije a la parte trasera de la casa y escucho como deja caer los troncos. —Fue una suerte que diera la señal.

Regresa a mi lado y se sacude las manos, siento el calor que emana su tórax cuando viene hacia mí y las gotas de sudor se marcan tanto en su camisa pegada a su cuerpo como el que hay sobre su frente.

Sus nudillos rozan mi frente y hace una mueca. —No soy doctor de humanos, pero para mí esa es una temperatura normal. —Aparta la mano.

—¿Entrenaremos hoy?. —Pregunto confusa.

—¿Te sientes bien para hacerlo o prefieres descansar?

—No perdamos tiempo.

—Lo dije ayer. —Me recuerda. —Lo importante para mí es que estés bien, además un jinete en mala salud no es un buen jinete. —Me explica. —Te dije que.

Sueño CanadienseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora