Neveah:
—Bajare a la casa. —Le menciono a Allie, quien sigue dentro de la cama y causa que ría.
Anoche la perdí de vista a ella y a Will, me quedé con Eric en el club y me llevo al hotel poco tiempo después, amablemente Will me despertó a las cinco de la mañana, avisando por el teléfono de mi amiga que la traía a casa.
—Eso te pasa por ebria.
—Fue un buen sexo.
—Allie.
Ella se ríe y se acuesta de lado, en mi dirección. —Me invito a salir hoy. ¿Puedo?
—No tienes que pedirme permiso de nada.
—Pero tú eres la correcta, sabes que hacer. —Me contradice y a arruga la nariz por la resaca, al sentarse. —¿Debo salir con un desconocido veterinario?
Arqueo la ceja y ella sonríe. —Aun si digo que no saldrás con él.
—¿Dirás que sí?
—Desconocido no es.
Como si no tuviera resaca, se pone de pie y viene hacia mí, rodeándome el cuerpo con los brazos. Le devuelvo el gesto y la dejo en cama antes de salir.
(***)
Llego a la casa de mi padre y mi puño se queda sobre la puerta, dudando si entrar o no. He tenido una sonrisa antes de atreverme a tocar, pensando en que veré a Eric, pero me recuerdo de quien es la casa también.
Desisto, pero antes de bajar el puño, la puerta se abre mostrándome a la mujer de mi padre, quien lleva una cesta de ropa y Addie la persigue.
—Hola.
Hago un gesto de saludo.
—¿Vienes buscando a Eric?
No respondo y ella pone los ojos detrás de mí, mientras con el mentón hace una señal, señal que sigo y reconozco la dirección a donde va.
—¿El establo?
—Sí, esta con queso.
De pronto siento un tirón del brazo, es Addie, quien me llama para jugar.
—Addie, mi amor. Neveah vino a ver a Eric. —La detiene su madre.
—Pero quiero jugar con ella.
Su madre intenta persuadirla y yo termino agachándome para estar a su altura, le doy una sonrisa.
—Hola.
—¿Vas a jugar conmigo?
Asiento con la cabeza. —¿Después del almuerzo esta bien?. —Ya se lo prometí, no puedo retractarme y espero que Allie almuerce con Will. —Entonces jugaremos juntas.
—¡Si!—Exclama feliz.
Ella me abraza, su calor es extraño y confuso, pero me recuerda a los abrazos de papá, por eso dejo que lo haga, pero no le devuelvo la misma fuerza con el gesto al sentirme aun confusa, solo pongo las manos en su espalda y levanto la mirada a su madre.
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Sueño Canadiense
Roman d'amourEl último recuerdo que la neoyorquina Neveah Tipton tiene de su padre son los viejos atardeceres donde el la llevaba a cabalgar y las competencias de ecuestre en el que ambos trabajaban como equipo. Pero el se ha ido, de una manera distinta a como l...