Eric:
Su paso se mantiene regular, su trote libre y su galope ligero, vamos bien.
Muevo la cabeza en cada pisada delantera que el caballo da, los sigo uno a uno y veo cada detalle, desde los movimientos de Duque, a que Neveah permanezca las manos firmes sobre las riendas.
Es trabajo en equipo y si ella se equivoca, el también lo hace y viceversa
Sin embargo...
Admito que me sorprende que Neveah logre tenerlo calmado la mayor parte del tiempo.
Ya no hay rastro de la chica inexperta que subió a Duque el primer día y... Le creo totalmente que práctico equitación antes.
Solo había que indagar en sus recuerdos y estamos teniendo el resultado de eso.
Mantengo mi expresión y regreso mi mirada a las riendas, Neveah hace la mínima indicación y una sonrisa curva mis labios cuando Duque se guía del movimiento animándose a seguir con el paso.
Están mejorando.
Tomo un respiro calmado y veo lo increíble que se ven juntos.
—Lo estás haciendo bien. —Lo felicita ella y yo vuelvo a sonreír.
En el doma el caballo debe dar la impresión de manejarse por sí mismo, Duque debe confiar en ella y así obedecerá las indicaciones, se mantendrá derecho en los movimientos y dejará que sea Neveah quien ajuste los pasos en su trayectoria, sobre todo en las curvas, las cuales son las más difíciles de manejar y por lo que veo es lo que más debemos trabajar.
Neveah baja del caballo colocando el pie en una tienda, y me apresuro a llegar hasta ella, Neveah retrocede al pisar en falso y su cuerpo choca contra mí torso, consiguiendo que retroceda con ella.
Mis manos se mantienen en sus caderas y el cosquilleo en mi entrepierna llena.
Mierda.
Ambos carraspeamos y se gira en mi dirección luego de que la suelto.
—Buen trabajo. —Menciono.
—No lo hubiera logrado sola. —Acaricia al caballo y se vuelve hacia mí. —Sin los dos.
Mirando su expresión de felicidad, la cual no se aleja de Duque, las palabras sólo brotan de mi boca.
—¿Cenamos?
Se vuelve hacia mí y por alguna razón mira el cielo. —¿No es temprano aún?. —Menciona esta vez y me saca una sonrisa.
—No me refería a eso. —Corrijo y sus lindos ojos me miran. —¿Cenamos esta noche?
Un silencio incómodo nos rodea, pera ella lo termina.
—¿Quieres invitarme a cenar?
Asiento con la cabeza y pensando con la cabeza fría. —Estoy invitándote a cenar.
(***)
Estoy calmado o intento creerlo, aunque no he dejado de mirar el reloj durante el resto del día que queda después del entrenamiento.
Cojo la toalla y me dirijo al baño, la puerta se abre cuando voy a tomar el pomo, mostrándome a Neveah, con una bata encima y el cabello cubriéndolo hacia adelante, el olor refrescante y dulce llena mis cosas nasales.
ESTÁS LEYENDO
Sueño Canadiense
RomanceEl último recuerdo que la neoyorquina Neveah Tipton tiene de su padre son los viejos atardeceres donde el la llevaba a cabalgar y las competencias de ecuestre en el que ambos trabajaban como equipo. Pero el se ha ido, de una manera distinta a como l...