18. Picnic Nocturno

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Neveah:

Los tacones me causan dolor mientras más camino con ellos, esta oscuro así que no me los quito hasta encontrarme cerca de la casa.

Me detengo a observarme la planta de los pies con la poca luz que tengo a mi alrededor y veo las ampolla que estaban a punto de formarse al sacarme los zapatos, suspiro y sujeto los tacones con una mano mientras mi pasos llegan a la luz que de pronto se apaga de golpe.

—No traigo zapatos. —Aviso. —Necesito luz.

—Lo siento. —Se disculpa Eric y el foco del jardín se enciende, me cubro la frente con la mano derecha protegiendo mis ojos por lo brillante que está.

Dejo que mi vista se adapte y aparto la mano, encontrando a Eric sobre una escalera, de la cual empieza a bajar.

—¡Hey! es peligroso reparar eso con la corriente conectada.—Lo regaño.

—¿Entonces cómo coloco la luz?

—Debiste esperar, dos manos trabajan mejor que una. —Le hago recordar.

Me doblo las mangas, pero me quedo a medias cuando me muestra una canasta.

Agrandó los ojos y levanto la mirada a su rostro.

—¿Picnic nocturno?.—Pregunta como una invitación, pero baja la canasta casi enseguida.—O tal vez ya cenaste..

—Hubo más plática que cena en realidad. —Le interrumpo y el rostro se le ilumina. —Aunque...—Separo las piernas. —No puedo caminar, la ampolla.

—Podemos arreglar eso. —Se gana mi interrogación, pero me entrega la canasta y de inmediato siento que me elevo.

Eric me carga en sus brazos, sacando un leve grito que yo misma apagó con mi palma y miró hacia la ventana de la casa esperando que la madre ni la hermana me escucharan.

—Es tarde.

—Las 9 apenas, tenemos tiempo.

Sonríe e inicia su camino hacia la pradera, llevándome en sus brazos.

—Tenemos poca luz.—Le hago saber.

—No conoces a un hombre de campo, se donde pisar.—Me aclara y claro que lo conozco, papá conocía cada paso de este lugar más en la noche.

Un silencio incomodo nos rodea y el lo termina.

—¿Entonces la cena no estuvo tan buena?. 

—Prefería estar aquí comiendo botanas en un picnic nocturno.

—Auch, si fue malo.

Me río. —Esto no lo es, es mucho mejor hasta el momento.

—Bueno, tendrás ese picnic.—Me mira a los ojos y sonríe perdiéndose en ellos. —Ya vamos a llegar.

—¿Y sabes qué es el correcto como...

—Donde no hay excremento de animales.

Sonrio negando.

—Y aquí es. —Me baja hasta que mis pies tocan el suelo. —Libre de excremento.

Abro la canasta y saco el mantel a cuadros, extendiéndolo hacía el, Eric lo toma de las esquinas contrarias y me ayuda, acabamos de colocar todo en cinco minutos y nos sentamos sobre la manta con la mirada sobre el cielo.



(***)

Sueño CanadienseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora