Capítulo 9

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"Sostengo esta rosa para ti hasta que caiga el último pétalo, las espinas se burlan de mi, me perforan, pero duele más que nunca vendrás"

⊹˖ ࣪.

Anhelaba quedarse más tiempo tumbada en su cama, envuelta en la seguridad de su habitación.
Refregó sus puños con poco cuidado sobre sus ojos tratando de despertar por completo y se estiró por la cama, tenía mucho tiempo sin dormir así de bien.

El desayuno con sus padres fue tranquilo y silencioso. Últimamente no hablaban mucho, querían olvidar todo y continuar como si jamás hubiera ocurrido nada. Tenían miedo de hablarlo, no sabían cómo tratar ciertos temas, y quizá era mejor así, ella los entendía. Tampoco estaba acostumbrada a la comunicación.

Cuando estuvo lista, salió de casa sintiendo la fresca brisa del viento en su cabello, dio unos pasos afuera pateando el concreto con sus botas, comenzaba a tomarle cariño al frío. Casi tan pronto como cruzo la banqueta, vio a Nate saliendo de casa, acomodaba su cabello pasando sus dedos entre sus rizos y colocando el gorro de su sudadera mientras se acercaba a su auto. Tan pronto la miró, esbozó una pequeña sonrisa de labios juntos, se veía increíble como siempre. El sol iluminó una parte de su rostro y sus maravillosos ojos brillaron haciéndole a Adeline casi imposible respirar.

—Buenos días—su voz tenía el sutil tono áspero que aparece por las mañanas cuando te acabas de levantar. Fue embriagador escucharlo.

—Buenos días.

Se dedicaron una sonrisa y luego él abrió la puerta para que Adeline subiera a su auto. Tan pronto estuvieron dentro y encendió el motor, la música comenzó a reproducirse, estaba preparada para verle cantar y bailar, pero no fue así, entonces supo que algo andaba mal.

—¿Está todo bien?—se atrevió a preguntar.

Hubo un silencio por algunos segundos, luego Nate negó, soltó un suspiro pesado y apretó los labios.

—Lamentó lo que sucedió ayer, Addy. El entrenador llegó anoche a mi casa para hablar, él y mi padre están molestos por lo que pasó en el partido y esa situación me frustra mucho...—arrugó el entrecejo—Debí decírtelo en el momento, pero solo quería estar solo.

Adeline no supo que decir, se veía bastante afligido y ella no era muy buena dando ánimos o consejos, nadie nunca le había importado lo suficiente para preocuparse. Nadie hasta ahora.

—No te preocupes por mi—dijo con calidez.

—No puedo evitarlo.

Hubo un silencio por algunos segundos, realmente quería decir demasiadas cosas pero no sabía cómo hacerlo, su cabeza estaba enredada y temía que si comenzaba a hablar diría algo inadecuado. Sin embargo, se atrevió.

—Nate...—él la miro rápido—realmente no sé cómo hacer esto, no soy buena hablando, pero si sirve de algo quiero que sepas que estoy aquí, y que eres muy bueno, sin importar que diga el resto.

—¿Crees que soy bueno?—la miró. La castaña asintió nerviosa.

—Por supuesto.

Nate arrugó el entrecejo u condujo el auto hasta la esquina de la calle, deteniéndolo allí. La castaña miró los árboles a su costado y luego volvió la mirada a él con evidente confusión. ¿Había dicho algo malo?

—¿Puedes quedarte conmigo?—la miro a los ojos—Cuando lleguemos a la escuela... ¿Podrías no dejarme solo?

El corazón de Adeline se aceleró al escucharlo, no supo qué decir por unos segundos.

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