"Dos cosas de las que estoy completamente seguro. El sol siempre caerá por la luna, y yo siempre caeré por ti"
⊹˖ ࣪.
La noche había transcurrido entre música, brindis y baile. Todo estaba siendo tan perfecto que realmente se sentía extraña en ese marco.
Durante la noche trató de quitarse de la mente esa pregunta que no dejaba de molestarla: "¿Por qué Stephanie no estaba ahí?" Sin embargo no podía quejarse, se encontraba disfrutando placenteramente de su ausencia.
—¿Bailamos?
Nate rompió el silencio mientras se ponía de pie tendiéndole su mano. Sus cabellos caían ligeramente sobre su frente y una pequeña pero resplandeciente sonrisa adornaba su rostro.
—Oh no y-yo no bailo, Nate—admitió nerviosa.
—Ahora lo harás.
Adeline jamás había bailado con música lenta, en realidad jamás había bailado nada con nadie. Sin embargo en ese momento se sentía en su propio cuento de hadas, demasiado feliz como para preocuparse. Nate se paró frente a ella al llegar a la pista y mirándola a los ojos, tomó de su cintura con cuidado.
—No es tan difícil—la acercó—solo déjame llevarte—susurró en su oído.
La piel de Adeline se erizó al sentir el soplo de su voz en su cuello. Era más cerca de lo que jamás había estado de él y tocarlo se sentía como un delito. Nate tomó sus manos y las llevó hasta su cuello enredándolas alrededor, la castaña se estremeció al sentir las suave tela de su traje en sus palmas. Él pareció notarlo y sonrió divertido para luego encorvarse un poco y esconder su rostro en el cuello de Adeline. De pronto el ruido externo había dejado de existir, solo eran ella, el latir desbocado de su corazón y Nate.
Cuando su ritmo cardiaco se estabilizó un poco, se permitió levantar el rostro, lo miró y él ya la miraba, con ojos brillantes y una sonrisa dulce que parecía divertida. No pudo evitar perderse en su mirada, debido a la distancia en la que ahora se encontraban. Todos los días y en cada momento, el verde de su iris era diferente, pero siempre deslumbrante y precioso.
Cerró los ojos concentrándose en ignorar el molesto latir ruidoso de su corazón y aceptar lo que estaba pasando, un baile, un simple baile. Eso debía significar para ella.
Sabía que enamorarse de él era un salto al vacío, pero estaba tan cerca del borde que parecía imposible mantenerse estable.
El rizado arrugó el entrecejo al verla perdida en sus pensamientos y con cuidado acarició su mejilla ayudándola a recostar su cabeza en su hombro. Su mejilla rozo con la tela de su traje mientras su nariz se deleitaba con el aroma de su fragancia. ¿Como podía hacer que no significara nada para ella? Él la hacía flotar, simplemente pensar en el roce de sus manos con su cintura le volvía loco el corazón. Sabía que sería inútil intentar retener y minimizar sus sentimientos, porque su corazón ya era suyo, incluso antes de conocerlo.
Se había enamorado de todos esos sueños, donde no había nada que dañara, ni nada que doliera, solo la profundidad de la noche y el dulce abrigo de su imaginación, que ahora había dejado de ser eso, para volverse real. Esos pequeños momentos en los que podía perderse en sus ojos, sentir su calor, respirar su perfume y mirar su sonrisa, le bastaban para no querer volver a dormir jamás porque ¿Cómo podría perderse siquiera un segundo de eso?
—Te dije que no sería tan difícil—Nate susurró en su oído.
—Tú lo haces todo más fácil—admitió.
El rizado soltó una suave risa que acarició los oídos de Adeline. Continuaron moviéndose lentamente al ritmo de la música unos minutos más y la noche concluyó siendo tan encantadora como comenzó.
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SOMNIA
De Todo"Arderá a través de ti como un incendio forestal en medio de un bosque, encendiendo tu alma y bailando entre las llamas, y cuando se haya ido el olor de su humo será lo único que quede para calmarte." Las hadas solo vuelan en los sueños, los príncip...