Capítulo 45

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"Sin tus colores mi mundo seria gris. Estaría viviendo en una imagen de blanco y negro, donde todas las flores se han cerrado y el arcoíris no sale más."

.⊹˖ ࣪

Nate despertó recostado en su cama con la ardiente y segadora luz del sol golpeando su rostro. Durante los segundos que le tomó recuperarse del trauma de despertar, noto el silencio casi absoluto a su alrededor, pudo escuchar el latido de su corazón en sus oídos, y luego de unos segundos, la voz de algunas personas murmurando a lo lejos.

Se acomodó aturdido en la cama, no sabía cómo había llegado ahí, no recordaba nada después de caer al suelo y ser esposado, pero una parte de el agradeció no haber despertado en una celda. Cerró los ojos un segundo tomando aire con cuidado, respirar se sentía como cristales enterrándose en sus pulmones, pero no se permitió detenerse, Adeline fue su primer pensamiento, el tiempo era lo más valioso que tenía en ese momento y no iba a desperdiciar ni un segundo hasta que estuviera en sus brazos de nuevo.

Se quito la playera en un movimiento lanzándola a su cama, sacó una limpia de su cajón y la sudadera de su perchero colocándoselas con brusquedad. Tomó sus llaves del estante y el teléfono en su otra mano. Tecleo el número de Robert mientras avanzaba hacia fuera de su habitación.

Tenía demasiadas cosas en la cabeza y habían muchas más que debía hacer, sin embargo tuvo que parar en seco cuando al final de la escalera vio a un par de hombres uniformados al lado de sus padres. Se despedían mientras su madre les acompañaba hasta la salida. 

Bajo las escaleras con cautela tan pronto la puerta se cerró, entonces la mirada de su padre cayó sobre él, y cómo era esperarse, no era nada agradable. Lucía decepcionado, molesto y fastidiado. Pero eso ya no era algo nuevo, y ahora no tenía ningún efecto en él.

—Maldita sea Nate...ni siquiera sé qué decirte—el hombre se cruzó de brazos.

—Entonces no digas nada.

El rizado no lo miró cuando camino a su costado para abrir la puerta dispuesto a ignorarlo, pero el hombre lo sujetó del brazo con fuerza lanzándolo hacia atrás evitando que tocara el picaporte.

—¿A dónde demonios crees que vas?—arrugó el entrecejo.

—No es de tu incumbencia.

—Soy tu padre, no puedes salir de aquí como si fuera un maldito cero a la izquierda.

—Jamás te ha importado mi vida fuera de tu estupido futbol. ¿Por qué te preocupas ahora?—negó—No seas hipócrita, padre.

El hombre se acercó rápidamente a Nate estampándolo contra la pared de un empujón para luego sujetar su playera en puños.

—Estás sobrepasando los límites conmigo. En todos los sentidos.—gruñó.

—Ya no me importan tus límites.—respondió.

A penas le era posible respirar por el agarre fuerte en su cuello y ropa. Pero mantuvo la mirada firme. Pudo escuchar el gruñido desde la garganta del hombre y cuando alzó el puño supo que un golpe iba a ser depositado en su rostro, pero la puerta principal se abrió antes de que ocurriera.

—¿Qué está pasando aquí? ¡Dios mío Mark suéltalo!—su madre se acercó rápidamente a ellos separándolos.

—No te interpongas Lauren, déjame corregir a mi hijo—el mayor no apartó la mirada al hablar.

Su padre era mucho más fuerte que él, por supuesto. Era un hombre alto y fornido, había sido deportista durante toda su vida, mantenía un cuerpo atlético y tonificado, Nate le había temido miedo durante mucho tiempo, su actitud autoritaria y poderosa lo hacían sentir diminuto. Siempre había impuesto autoridad y respeto, no se atrevía a siquiera responderle, pero la bomba había detonado, y todo lo que había acumulado estaba saliendo. Ahora al verlo sentía que ya no era tan fuerte, ya no lo hacía sentir diminuto y lo más importante, ya no le tenía miedo.

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