Capituló 39

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"Tu eres la respuesta a cada oración que
he ofrecido. Eres una canción, un sueño,
un susurro. No sé cómo podría haber
vivido sin ti tanto tiempo como lo he
hecho."

⊹˖ ࣪.

Recostó el cuerpo de Adeline sobre la cama con cuidado de no despertarla. Parecía tener un sueño profundo, pero aún así estaba siendo cuidadoso, quería que pudiera descansar al menos hasta que tuvieran que volver a casa.

Aún sus padres no llamaban, así que podía conservar la cordura un poco más. Tenía un momento antes de tener que preocuparse por todo lo que se desencadenaría, así que decidió relajarse y dedicarse a admirar a la castaña que dormía frente a él.

Su delicada blusa revelaba sutilmente su escote y abdomen, su piel resplandeciente con un tono pálido y radiante. Las delicadas clavículas se destacaban bajo su cuello, y su mandíbula exhibía el pequeño lunar característico sobre su mejilla derecha. La elegante curvatura de su cintura y caderas se extendía hacia sus piernas, largas y perfectamente proporcionadas.

Algo en su interior se removió y tragó saliva. Sería deshonesto decir que no la deseaba, sus manos hormigueaban al imaginar acariciar su piel.

No solo ansiaba acariciar su cuerpo; tal vez era ingenuo el deseo de que él también pudiera llegar a su mente, a lo más profundo de su alma. Donde yacían todos esos oscuros recuerdos, donde todo ese dolor había sido guardado. Deseaba borrarlo. Quería ser capaz de reemplazar las heridas con besos, de disipar las ofensas con amor.

Pero ese no era el momento para pensar en eso.

Sacudió sus rizos al ponerse de pie, tratando de alejar esos pensamientos de su mente. Se quitó los zapatos y la camiseta antes de acostarse a su lado en la cama.

La cubrió con una manta y le dio un suave beso en la cabeza, luego se recostó con los brazos cruzados detrás de su nuca. Trato de concebir el sueño por un rato pero las horas pasaron mirando hacia el techo, mirando a Adeline dormir, acariciando su cabello castaño, tarareando suaves canciones...

𓆝 𓆟 𓆞

El sonido de su teléfono la hizo abrir los ojos. Tardó un par de segundos en recobrar por completo la conciencia de su entorno, y entonces su mirada cayó sobre su cuerpo, que estaba envuelto por unos brazos fuertes y tatuados. Nate dormía sobre su pecho, respirando tranquilamente mientras sus rizos caían por sus costados en una cascada.

Sonrió inconscientemente mientras acomodaba algunos de sus mechones para apartarlos de su rostro. Sin embargo, él simplemente se acomodó mejor abrazándola.

Pestañeó lentamente, reflexionando sobre lo verdaderamente perfecta que era la situación. Seguía pareciéndole fascinante que estuviera ahí en realidad, habiendo soñado tantas veces con él, y de pronto al abrir sus ojos, estaba abrazándola.

Demasiado maravilloso para ser real. ¿No es así?

El teléfono volvió a sonar, trayéndola de vuelta a la realidad. Se removió ligeramente con cuidado de no despertarlo, estirando su mano para tomar su teléfono.

Su primer pensamiento fueron sus padres, pero al mirar la pantalla vio el nombre de Dany.

—¿Hola?—habló bajito. No quería perturbar el sueño de el ángel que dormía.

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