Capítulo 36

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"Entonces comprendí que no existe el orden en el mundo que nos rodea, sólo la momentánea calma que sin remedio llega a su fin, devastando todo a su paso."

⊹˖ ࣪.

Al amanecer, cuando el frío se filtró por su ventana erizando su piel, se dio cuenta de que Nate ya no estaba a su lado; en su lugar, encontró una pequeña nota escrita en un papel rasgado con una caligrafía perfecta y fina.

"Debo arreglar las cosas en casa,
gracias por dejar que me quedará.
Posdata;  Te ves hermosa durmiendo."

Un suspiro salió de sus labios y sintió las mejillas calientes de inmediato al recordar la noche anterior. Esa era la clase de cosas que le dejaban una extraña sensación en el pecho, eran demasiado perfectas para parecer reales. Y detestaba cómo se sentía.

—¡Adeline! ¡Te buscan!

El grito de su madre desde el piso de abajo llegó a sus oídos bajándola abruptamente de la nube en la que flotaba. Ya estaba acostumbrada a esa forma de despertar, así que se incorporó para bajar, pero tan pronto estuvo de pie el dolor que estalló en cuerpo la obligó a encorvarse y tuvo que tomar un par de segundos para recuperar el aliento.

Si, quizá había sido completamente estupido no quedarse en el hospital más tiempo. Pero realmente no quería pensar en el huracán que muy seguramente llegaría pronto, solo quería disfrutar unos segundos más de esa sensación cálida en el pecho que Nate le provocaba. Quería sentirse como una persona normal, una chica enamorada, con una vida común.

Bajó las escaleras con dificultad deseando que su madre no estuviera allí para preguntar que le ocurría por su extraño caminar, pero en su lugar se encontró con una cabellera rosada que conocía bien, aunque su rostro no reflejaba la misma alegría de siempre.

—¡Dany! ¿Qué haces aquí?—cuestionó mientras se acercaba a ella para abrazarla.

—Tenemos qué hablar.

Adeline la miró unos segundos tratando de descifrar la seriedad en su rostro, luego asintió.

—Vamos arriba.

La castaña miró a sus costados en busca de su madre pero no la encontró, así que simplemente caminaron hasta arriba en silencio.

—¿Esta todo bien?—se sentaron en la cama.

La pelirosa hizo un gesto de indignación.

—¿Está todo bien? ¡Estaba muriendo de la preocupación Adeline!—elevó sus brazos al aire dramáticamente—No puedes desaparecer así como así ¡Soy tu mejor amiga!

Adeline arrugó el entrecejo confundida, era extraño volver a tener un amigo que se preocupara por ella, no estaba acostumbrada a importarle a alguien de ese modo.

—Lo lamento, han pasado muchas cosas—admitió.

Dany asintió aún con el ceño fruncido.

—Tienes que contarme lo qué ha pasado, debe ser algo realmente bueno para qué pueda perdonarte.

Adeline suspiró y asintió de vuelta.Realmente no sabía por dónde comenzar pero decidió hacerlo por lo más pequeño.

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