Capituló 40

14 2 0
                                    

"Cuando te acaricié me di cuenta de que había vivido toda mi vida con las manos vacías"

⊹˖ ࣪.

—Dicen que está bien que vuelva por la mañana.

Adeline dejó el teléfono sobre el sillón y se recargo en la barra junto a Nate. Él la miró con una pequeña sonrisa curiosa, asintiendo levemente.

—¿Qué pasaría si supieran que estas conmigo y no con Dany?—cuestiono. Adeline río.

—Saben que eres un buen chico, pero creo que no les encantaría la idea de que esté en una cabaña en medio de la nada con mi sexy y mayor vecino...—dijo, casi demasiado natural. Nate arqueó una ceja y se cruzó de brazos al instante de escucharla.

—Adeline Bassi ¿Acabas de llamarme sexy?

Adeline frunció el ceño sintiendo su corazón caer sobre sus pies al reflexionar sobre sus palabras.

—¿Es eso lo único que escuchaste?

—¿Así qué crees que soy sexy?

—No se responde a una pregunta con otra...

—Tú lo hiciste primero.

La chica desvió la mirada hacia la ventana. De pronto hacia mucho calor.

—Es una tarde hermosa, deberíamos salir.

Nate se acercó sigilosamente a ella, rodeando su cintura por detrás y dejando que su barbilla descansara suavemente en su hombro. Un escalofrío recorrió la piel de Adeline cuando sintió la cálida respiración rozando su cuello y el cuerpo grande acorralándola contra la barra.

—No intentes cambiar el tema, pequeña—susurró en su oído.

𓆝 𓆟 𓆞

La tarde pasó volando, casi de forma ridícula. Eventualmente, Nate se encargó de cocinar la cena para Adeline y continuaron conversando sobre temas triviales hasta que los ojos de ambos comenzaron a sentir el peso del cansancio.

Eran las 9:46, probablemente muy temprano para ir a la cama, pero teniendo en cuenta todo lo que había sucedido durante el día, era completamente normal el agotamiento.

Ambos entraron en silencio a la habitación, y por primera vez Adeline notó los pequeños detalles que la componían. La habitación no era demasiado grande, estaba pintada en tonos beige y cafés, abrazada por la suave iluminación de las cálidas luces que colgaban del techo, parecidas a extensiones improvisadas que podrías usar para decorar un árbol de Navidad. A pesar de su simplicidad, lucían hermosas. El suelo de madera y la amplia ventana, decorada con cortinas blancas que caían hasta el suelo, le daban un aspecto acogedor y de ensueño en su totalidad.

—Yo...—Nate rompió el silencio—Dormiré en el sofá para que estés más cómoda. Si necesitas algo, estaré aquí y...

Adeline arrugó el entrecejo mirándolo tomar una almohada entre sus brazos para encaminarse a la puerta.

—No—lo detuvo. Nate la miró.—Quédate, por favor.

No había forma de negarse a dormir a su lado, así que asintió de inmediato. Quería aprovechar cada segundo que le fuera permitido junto a ella.

Mientras Nate tomaba una ducha, Adeline se ocupó de arreglar las mantas y almohadas en la pequeña cama. Se sentía un poco tonta haciéndolo, pero era la primera noche que ambos dormirían juntos en un ambiente diferente al que solían estar. Así que sí, estaba nerviosa, casi demasiado, y emocionada, por supuesto.

SOMNIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora