31. Invierno

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-Rayos hombre parece que no has dormido en días.

Atsumu se dedicaba únicamente a ver el computador frente a él, escuchando las palabras de Kuroo, uno de sus colaboradores, mientras Kita solo miraba de reojo para ver las expresiones que hacía el rubio, pero es que era la verdad, el Miya no había podido dormir, los primeros días se la paso bebiendo y los demás solo se lamentaba lo cruel que había sido con la única persona quien más lo amo.

-Deberías parar.

Kita interrumpió dirigiéndose a Atsumu quien solo ignoro sus palabras, Kuroo solo abrió los ojos como un gato asustado queriendo escapar.

-Me estas escuchado Atsumu?

-Claro que lo hago, pero a que te refieres con parar?

-Sabes claramente a lo que me refiero.

El silencio inundo aquella oficina en la cual se encontraban actualizando un balance entre las ganancias que había tenido la compañía y lo que probablemente se invertiría.

-Mira Kuroo aquí, crees que si empezamos a aumentar nuestras sucursales en Londres, podríamos....

-Podríamos hacer crecer nuestro mercado ahí, pero primeramente necesitamos hacer un estudio de mercado y saber que es lo que quiere la gente.

-El año pasado...

-Puedes retirarte ahora Tetsuro.

Kita se puso de pie, a lo que el pelinegro se enderezo y salió del lugar acomodando su saco, tanto que al salir del lugar solo dio un suspiro sacudiendo un poco su cabeza, queriendo aclarar lo que pasaba.

-Que quieres?

-Pensé que estar unos días en Londres ayudarían a dejar esos pensamientos negativos.

-Hablas como si fueras mi madre, una madre de telenovela, esperando que su hijo olvide a la plebeya mandandolo fuera del país.

-No soy tu madre pero espere que eso funcionara, como tu colaborador y como tu amigo.

-En verdad lo agradezco Kita, pero desgraciadamente esto no es una novela.

El silencio se hizo presente en aquella sala de reuniones, Kita dio un suspiro al mismo tiempo que posaba su barbilla en su mano, queriendo entender a su amigo de la infancia, mientras que Atsumu sintió aquel suspiro como un viento frio que lo recorrió momentáneamente, ese mismo frío que sentía cada noche en su cama, y es que no entendía del todo, durante mucho tiempo tuvo a Tobio y aunque por días no se veían, esta vez era diferente, aquella verdad que relucio cambió todo, en el fondo sabía que Tobio no estaba consiente de aquello.

-... ojalá fuera una novela, por que así podría tener mi final feliz con el.

Dijo sintiendo un nudo en la garganta al mismo tiempo que apoyo sus brazos y agacho su cabeza sobre aquella gran mesa de cristal negro, miró sus ojos neutro y sus ojeras en el cristal.

-Era mejor que lo supiera, aunque el tiempo... se lo dijiste muy tarde.

Atsumu se enderezo y pudo recargarse en la silla, había pasado cuando mucho un mes desde aquella discusión entre el y Kageyama, y mientras el tiempo pasó el rubio estuvo una semana y media fuera del país, todas sus noches de desvelo, pensando y recordando lo que fue de ambos, pensó que el irse unos días y cambiar de aires lo haría mejorar pero no fue así, era como si Tobio hubiera desaparecido por que en la empresa nadie sabia nada de el, además que no quería ostigarlo, ciertamente ya no sabía que hacer.

●○●

Tobio había recobrado un poco la luz en sus ojos, se encontraba solo en el departamento de Oikawa, el había salido desde temprano y lo había dejado solo en aquel lugar.
Kageyama salió de la cama después de ver demasiadas películas, realmente estaba ansioso, le gustaba estar solo pero ya se había acostumbrado a la presencia de cierto castaño. Se cubrió con una frazada que encontró en el primer cajón de una cómoda cercana a la cama, mientras vestía su pijama, se dirigió a la cocina, el clima y la hora demandaban un chocolate caliente.

🌬Lo Que El Viento Me TrajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora