Until my heart explodes

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No hay forma de ocultar cuan enamorado estoy de Gerard Way, odio admitirlo, pero realmente lo quiero, lo necesito, y es que cada vez que sus verdes ojos se cruzan con los míos siento dentro de mí ese maldito impulso de correr y abrazarlo, de besarlo, de tocarlo, pero ¿a qué puedo aspirar yo? Él está con el estúpido de Bert, hace todo lo que ese idiota le dice, que vamos a alcoholizarnos como un par de estúpidos, que me beses frente a las cámaras, todo lo que él le dice lo hace. A veces pienso que Gerard realmente está enamorado de Bert, otras que únicamente está jugando.

Odio que Gerard beba tanto, porque Bert no deja pasar esos momentos para aprovecharse de él, lo besa, lo acaricia y no sé qué más cosas le haga, pero demonios, yo quiero que Gerard sea sólo mío y que ese imbécil no vuelva a ponerle una mano encima.

A veces creo que no le soy indiferente a Gerard, porque en alguna entrevista ya hasta me ha tomado de la mano, o tal vez estoy alucinando. Soy su mejor amigo, pero yo no quiero ser su amigo, quiero ser su todo, quiero ser con quien sueñe todas las noches, por quien suspire, quien lo haga gemir y provoque en él sus pensamientos más sucios, que sea mi nombre el que grite cuando se encuentre al borde del éxtasis. Quiero a Gerard sólo para mí, que sólo en mis brazos se sienta seguro.

Pero vuelvo a la realidad y aquí estoy, en medio de esta estúpida fiesta, mientras a lo lejos puedo ver a Gerard completamente alcoholizado con el idiota de Bert a un lado, teniendo los privilegios que yo quisiera tener.

- Frank, ¿qué pasa? ¿Otra vez suspirando por mi hermanito? - Pregunta Mikey

- No puedo evitarlo

- Preferiría que fueras tú y no ese idiota quien esté con él, siempre lo pone ebrio y le da otras cosas

Mientras hablo con Mikey Way, pierdo por un momento de vista a Gerard y a ese estúpido de Bert, por lo que, cuando vuelvo a mirar hacia aquel rincón en el que los había visto, ya no hay rastro de ellos. Volteó en todas direcciones y nada, maldita sea, ese idiota se llevó a Gee, aunque lo más seguro es que sigan aún en esta vieja casa, por lo que dejo a Mikey bajo cualquier absurdo pretexto, no quiero que piense que ando acosando a su hermano.

Me dispongo a echar un vistazo en todas las habitaciones de aquel lúgubre lugar, en algunas sólo logro percibir a gente gimiendo, ahora tengo miedo de encontrarme a Gerard en uno de esos cuartos entre los brazos de Bert mientras ese maldito se lo folla.

Sigo mi búsqueda tratando de no llamar la atención, pero vamos, quién se va a dar cuenta, si el 99 por ciento de quienes están en esta fiesta se encuentran completamente alcoholizados. Continúo hasta que llego a una habitación y logro reconocer la voz del estúpido de Bert.

- Vamos Gee, te va a encantar -dice el imbécil de Bert, mientras yo trato de empujar sólo un poco la puerta para poder ver qué es lo que sucede ahí adentro

- No quiero Bert -dice Gerard, quien se encuentra de pie frente a él, vistiendo todavía la ropa que traía en el concierto, ese traje negro con camisa negra y esa corbata de rayas negras y blancas. Desde aquí puedo ver su negro cabello arremolinado y apenas si se logra ver un poco de su pálido rostro bajo éste.

- Yo sé que sí quieres -insiste Bert

- Que no maldita sea – dice Gerard ya algo molesto

- Vamos, si eres una putita, sólo te vamos a dar lo que tanto te gusta – menciona el estúpido de Bert y puedo ver que hay alguien más en esa habitación, el imbécil de Quinn, el guitarrista de la banda nefasta de Bert

- ¡Que no, idiota!

- ¿En serio te vas a poner así Gee? Si sólo queremos hacerte sentir bien, yo follaré tu linda boquita y Quinn tu hermoso trasero, o si quieres lo hacemos al revés – Sólo escuchar al estúpido de Bert decir aquello siento que se me revuelve el estómago y me arde la sangre

Encendimos el fuego (One-Shots Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora