Capítulo 28: Sueño.

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ISABELLA

La luna. Un claro. Un acantilado. Soledad.

No sé dónde estoy, no sé qué hago aquí.

Estoy sola. Sola con la luna.

Su luz lo abarca todo, su luz me llama. Se siente como mi hogar.

Me encuentro de pie al borde del acantilado que tiene como fondo agua. Un lago.

Un vestido blanco que llega hasta el suelo adorna mi cuerpo y mi pelo se mueve con la brisa mientras mi mirada esta fija en la imponente Luna que brilla como nunca en el cielo.

¿Dónde estoy? ¿Dónde están? ¿Qué quieren de mí?

– Querida.

Escuche una melosa voz a mis espaldas, gire sin siquiera pensarlo en esa dirección y vi a una mujer.

Vestida igual que yo. La única diferencia eran nuestros colores de cabello, el mío rojo como el fuego y el suyo rubio como el sol. Sus ojos me miraban con amor, con devoción e instantáneamente caminé hacia ella guiada por algo que no supe explicar.

– Mi hermosa niña. – susurra tomando mi rostro entre sus manos – estas destinada a grandes cosas.

– ¿Quién eres?

Ella era hermosa. La mujer más hermosa que había visto en mi vida. Su aura era magnifica, rebosante de humildad, de amor, compasión.

– Soy la madre de todos.

Tragué saliva y me removí un poco incomoda.

– ¿Diosa Luna?

Una risa salió de sus labios. Una angelical risa.

– Así es querida.

Quise reverenciarla. Quise adorarla, pero no me lo permitió. Me agarro de los hombros y me paro recta frente a ella.

– No te inclines. – dijo con un deje de molestia – no debes inclinarte ante nadie. Ellos deben inclinarse ante ti.

– ¿De qué hablas?

– Hija mía tu destino ya está marcado, pero hay cosas que no puedes saber aún. dice acariciando mi cabello – yo lo quise así y no puedes escapar de él, así que mantén cerradas las piernas al hechicero.

Fruncí el ceño y la miré sonrojada por sus últimas palabras.

– ¿Qué destino?

– Él.

– ¿Quién?

– El Alpha de LigthMoon.

Me despierto sobre saltada en mi cama. El sudor corre por mi frente y mis ojos abrazan la oscuridad en la que se encuentra mi habitación. Remuevo mi pelo que se encuentra húmedo y suelto un suspiro al ver que son las 5 de la mañana.

¿Qué carajos fue eso? ¿Un sueño?

¿Por qué sueño con Christopher? Hace mucho no lo hacía, claramente la idea de volver a esa manada me está jugando en contra. Vuelvo dejar caer mi espalda en el colchón tapándome con las frazadas hasta la nariz y volteo para observar el lado vacío de mi cama.

Una de mis manos instintivamente se mueve para tocar esa almohada recordándolo a él. Su calor. Su cercanía.

Sacudo mi cabeza y alejo mi mano volteándome en la dirección contraria. El me dejo. El nos rompió. No debo extrañarlo. Porque él no debe hacerlo. Llore por el un año entero y deje de hacerlo cuando caí en cuenta que él no lo estaría haciendo por mí.

RechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora