CHRISTOPHER– Espero que tengas una buena explicación de por qué no has ido al instituto estos últimos días.
Escucho la voz de Felipe entrando en mi habitación como si fuera la suya.
– ¿No te enseñaron a tocar? – inquiero molesto sin mover un solo musculo desde mi posición acostada en la cama mirando el techo.
– Oh vamos, ni que estuvieras haciendo algo importante.
Bufo por su comentario, pero la verdad tiene razón.
– ¿Me dirás que sucede contigo? ¿Crees que no me he dado cuenta? Desde tu transformación que estas así. – habla mientras se sienta en los pies de mi cama.
Mi pulso se acelera y volteo a mirarlo rápidamente, ¿sabrá que la encontré? ¿Qué es ella?
– No sé de qué hablas. – respondo rápidamente volviendo a mirar el techo.
Mi corazón golpea fuertemente contra mi pecho y las manos comienzan a sudarme.
– ¿Me crees idiota? ¿la encontraste cierto?
Me quedo en silencio por unos largos segundos que se convierten en minutos sin apartar ni un segundo la vista del gris del techo, mi ansiedad me juega en contra y termino pasando mis manos con frustración por mi rostro para luego voltear a verlo.
– Sí.
Suelto provocando que en su rostro se posicione una expresión de asombro.
– ¿Qué? Joder, no pensé que dirías que sí.
– Bueno, esa es la verdad, la encontré ese mismo día.
– ¿Por eso Zeus salió corriendo de la nada?
Asiento con la cabeza y me incorporo sentándome junto a él en el borde de la cama, apoyo mis codos en mis rodillas y escondo la cara entre mis manos.
– No sé que hacer. – susurro consciente de que podrá escucharme.
– ¿De qué hablas? ¿No te alegra haberla encontrado? Joder yo daría lo que fuera por encontrar la mía, estuve fuera dos años recorriendo manadas y no tuve éxito.
– Lo sé, sé que debería estar agradecido, pero... – suelto un gran suspiro revolviendo mi pelo – ella es... es demasiado para mí, no la merezco.
La tristeza se hace presente en mi pecho, sacándome un peso de encima al decir aquellas palabras en voz alta. Por que como podría yo merecer a alguien como Isabella si lo único que he hecho estos años es esquivarla, permitir que la humillen y no ser capaz de defenderla. Y ¿Por qué?
Por ser un maldito cobarde preocupado del qué dirá la gente.
– ¿De que hablas? – inquiere con curiosidad apretando mi hombro con una de sus manos – ¿Qué te hace pensar que no puedes llegar a ser suficiente para ella? ¿La conozco?
Me remuevo incomodo por su última pregunta, ¿Qué si la conoce?, claro que lo haces.
– Solo sé que no lo soy, no he sabido protegerla como se merece.
Las lagrimas comienzan a aguar mis ojos y la tristeza se hace aún más grande.
– Eh tranquilo. – palmea mi hombro con afecto para luego hacer caricias en mi espalda – sí tu crees que no puedes llegar a ser suficiente, cambia por ella, demuéstrale que si puedes llegar a serlo.
Elevo mi rostro mirando fijamente.
– ¿Crees que pueda?
– Por supuesto, mira no sé quién será la chica, pero si de algo estoy segura es que eres una excelente persona, te preocupas por las personas que quieres, eres afectuoso, bondadoso, divertido y yo creo que si te lo propones puedes conquistar a esa chica.
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Rechazada
Lobisomem¿Qué se hace cuando aquella persona que debía amarte, apoyarte y defender de todos, decide que no quiere hacerlo? En mí caso, velare por m misma, ya mucho he sufrido como para desmoronarme por él. Ya tuve suficiente dolor, así que buscare mi sitio e...