Capítulo 34: Sana.

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CHRISTOPHER.

– Mierda. – me quejo empuñando las sábanas.

– ¿Puedes dejar de moverte? – reclama Felipe.

Bufo e intento calmar mi respiración debido al dolor. Maldito vampiro.

– Me duele. – gruño hacia él.

– Lo sé, pero debo acomodarte el hueso sino sanará mal.

– Esta bien, cuenta hasta tres.

Asiente y me mira con pena, sus manos vuelven a colocarse en mi pierna izquierda tanteando el hueso que se encuentra en un ángulo extraño.

– ¿Listo?

Lo observo y asiento mientras vuelvo a empuñar las sábanas y me preparo mentalmente para lo que viene. Respiro fuertemente inhalando y exhalando con ruido.

– Uno...

Inhalo. Exhalo.

– Dos...

Inhalo. Exhalo. Y Crac.

– ¡AHHH! – grito sintiendo el sudor correr por mi frente. – Te dije que contaras hasta tres ¿no sabes contar?

Miro mi pierna y ya se encuentra en un buen ángulo.

– Deja de lloriquear. – acomoda mi pierna con almohadas bajo ella – Así no te lo esperabas.

– Me estaba preparando mentalmente capullo.

Bufa. – Menudo Alpha tenemos.

Lo miro colocando una mano en mi pecho ofendido.

– Me amas.

– Lamentablemente sí. – ríe al ver mi rostro aún más ofendido –. Stefan nunca está aquí así que prácticamente es como si fueras mi único hermano.

– ¿Has sabido algo de él?

– La verdad no, la ultima vez que hablamos fue hace un año, cuando llamo para preguntarme como ibas con el cambio de poder.

Mi ceño se frunce. – ¿Por qué no me llamo a mí?

– No lo sé. – suspira –. Sabes cómo es, desde que se fue no ha estado muy al corriente de nosotros, algún día aparecerá como si nada.

– Si – respondo con una mueca.

– Bueno, me voy. – se coloca de pie –. Cualquier cosa avísame.

– Gracias.

– De nada. – sonríe y camina hacia la puerta.

Suelto un suspiro y me acomodo en la almohada. Giro mi rostro mirando hacia la ventana, el sol entra por ella iluminando toda la habitación. El sonido de los pájaros cantando entran a través de los vidrios llenando el silencio.

Me remuevo un poco incomodo al sentir un pequeño malestar en el cuerpo, como si pequeñas corrientes pasaran por mis venas erizando mis vellos.

– Esta aquí. – susurra Zeus.

Me quedo inmóvil por unos momentos intentando procesar lo que escuche. ¿Escuche bien? ¿No lo imagine? No me habla hace dos años. Desde ese día.

– ¿Zeus?

– No, papá Noel. – inquiere con ironía – claro que yo ¿Acaso alguien más te habla? Si es así deberías hacerte ver.

Ruedo los ojos. – Tan simpático como siempre.

– Esta aquí. – vuelve a decir.

– ¿Quién? – pregunto sin entender.

Por el rabillo de mi ojo detecto movimiento cerca de la puerta. Giro mi rostro hacia allá y esta ella. Parada a unos cuantos metros de mí. Esta jugando con sus dedos claramente nerviosa.

RechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora