Capítulo 49: Comenzar de cero.

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CHRISTOPHER

Puedo ver que esta incomoda. No se si es por mi presencia o por la marca. O ambos.

Retuerce sus dedos sobre su regazo mirándolos fijamente sin apartar la vista de ellos, mientras yo la admiro a ella. Cada detalle de su rostro, la forma de caer de su cabello sobre él, su respiración la cual esta levemente acelerada, como humedece sus labios, sus pestañas, la forma en que la ropa deportiva que trae puesta se adhiere a sus curvas.

Una punzada de placer llega a mi ingle al recorrer sus caderas, cintura, pechos con la mirada logrando que me remueva sutilmente en el sillón para que ella no lo note. Su aroma también influye, me está alterando cada nervio, cada sentido, muerdo el interior de mi mejilla y empuño mis manos cuando las ganas de enterrarme en su cuello para olerla mejor me agarran.

– Entonces ...– escucho su voz temblorosa. – hablemos. Creo que debemos aclarar un par de cosas.

Asiento mirando sus hermosos ojos verdes que se ven más brillosos que nunca.

– Lo sé.

– ¿Algo que quieras preguntarme?

Frunzo ligeramente el sueño y hago una mueca con la boca ¿algo que preguntarle yo? Es ella la que debe tener preguntas, yo no tengo derecho a decirle nada.

– Tengo la intención que no haya más secretos entre nosotros, para no cometer errores del pasado. – hablo ganándome su atención. – por eso... deberías saber que cuando te mordí, parte de algunos recuerdos pasaron a mi memoria.

Sus ojos se abren más de la cuenta y veo como traga saliva.

– ¿Qué... qué recuerdos viste?

Suspiro, – Algunos de antes que te fueras de la manada, tu dolor, los abusos, tus anhelos... tu relación con Brenin. – continúo viendo cómo se tensa, tiene la intención de hablar, pero la interrumpo. – esta bien... es tu vida, ya no estabas aquí, podías y puedes hacer lo que quieras yo no tengo derecho a comentar nada sobre eso... y si quieres seguir con él lo entenderé a final de cuentas el merece todo aquello que puedas dar. Él nunca te ha dañado, en cambio yo sí y mas veces de las que me gustaría recordar.

– No es... no quiero que pienses que seguimos en algo, yo... no sucede nada con él desde que volví. – menciona rápidamente inclinándose hacia delante en el sillón. – desde que llegue no hay nadie más que tú.

Mi corazón se acelera monumentalmente al escuchar esas palabras salir de sus labios. Agarro los ante brazos del sillón y comienzo a arrastrarlo en dirección a ella para tenerla más cerca, la necesito más cerca.

Ella retrocede un poco al tenerme tan cerca, nuestras rodillas rozan e inmediatamente esa calidez se instala en mi pecho.

– Escucha yo... te debo una disculpa. – digo y sus cejas se fruncen. – te debo demasiadas la verdad...– suelto una pequeña risa de nervios. – pero la más importante es sobre él error más grande que he cometido.

– No es necesario...

– Sí lo es. – la corto. – me deje influenciar, creyendo palabras que hoy en día sé que no tenían peso, pero aun así las creí en su momento y termine perdiendo a la chica que desde pequeños ponía mi mundo de cabeza...

Sus ojos me admiran detenidamente, están brillosos y su mirada es una mezcla de emociones.

– ¿Desde pequeño? – murmura acercándose más.

Rio ligeramente acercando una de mis manos hacia la suya.

– Cuando éramos unos enanos... comenzaron estos sentimientos, los cuales intente enterrarlos profundamente por que sabia que tu no sentirías lo mismo que yo y luego paso lo que paso...– niego con la cabeza formando una mueca. – si yo no hubiera abierto mi boca, nada te hubiera pasado, todos esos abusos, tu dolor, tus lágrimas, yo... de verdad lo siento.

RechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora