Extra III

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CHRISTOPHER

Silencio. Eso nos rodea, intento incluso respirar lo más despacio posible para no despertarla. Le ha costado conciliar el sueño este ultimo mes, su pancita ya es muy grande y mi hija patea con fuerza, aún es temprano, los primeros rayos de sol entran a través de las cortinas y quiero que duerma lo más que pueda. No me gusta verla agotada, con ojeras por la falta de sueño y el cansancio. Lo bueno es que no queda mucho tiempo para que nazca, según el medico en los próximos días debería nacer, no le dio más de dos semanas. Así que nuestra hija pronto estará con nosotros.

Yo desperté hace media hora aproximadamente luego de tener una pesadilla respecto al parto. Ambas morían. No podía salvarlas. Me quedaba solo. Sin ellas.

No quise despertarla, no quiero asustarla. El simple hecho de despertar y verlas a ambas aquí a mi lado logro tranquilizarme poco a poco. El sentir su aroma junto al de mi pequeña. La lavanda mezclada con un toque de vainilla.

Desde que desperté la he observado, sus pestañas largas, sus pecas, sus labios entreabiertos, su semblante relajado, sus mejillas un poco más rellenitas, su hermoso pelo anaranjado. Es tan hermosa y con el embarazo se ha vuelto más bella aún, tiene ese brillo constante en su mirada, esa aura tranquilizadora. Todo en ella me idiotiza, no me veo sin ella. Cometí errores en el pasado los cuales me atormentan a veces, el que nuevamente me dejé por alguna idiotez de mi parte, no volver a verla, no volver a sentirla.

–Deja de pensar idioteces y duérmete mejor.

Ruedo mi ojos al escuchar su voz en mi mente.

–Ya no tengo sueño – respondo acercándome un poco más a Isabella.

–No te acerques demasiado, las vas a despertar – gruñe Zeus.

–No lo haré.

–Sí lo harás, siempre lo haces.

No le respondo nada por que tiene razón, siempre termino despertándola. Me acurruco contra ella y al final siempre quiero sentirla más cerca, por lo que termino despertándola cuando intento que me abrace para rodearme bien con su olor. Con cuidado la destapo un poco y levanto su camisón dejando su pancita expuesta, mi mano se presiona contra ella dejando caricias con mi pulgar.

Una patadita directo contra la palma me hace sonreír, me muevo entre las frazadas quedando a la altura de su barriga y dejo un suave beso en ella.

–Buen día princesa de papá ¿Cómo amaneciste? – susurro contra su piel.

Una patada más fuerte golpea mi mano y miro rápidamente hacia arriba viendo si eso la despertó, pero sus ojos siguen cerrados.

–No golpees tan fuerte princesa, no queremos despertar a mami – vuelvo a hablar pegando mi nariz y olfatear ese rico aroma a vainilla.

–Mami despertó desde que me tocaste – escucho la voz ronca de Isa dejándome estático unos segundos.

–Te dije que la despertarías – me reprende mi lobo.

Vuelvo a mirarla y sus ojos están entreabiertos viéndome con una leve sonrisa, la culpa se instala en mi pecho y me alejo de ella volviendo a mi lugar en la cama.

–Lo siento, no quería despertarte – murmuro con la culpa a flor de piel.

Una de sus manos se estira hacia la mía y la guía hasta donde se encontraba anteriormente, sobre su barriga.

–Estoy bien, dormí más de lo habitual que he hecho estos días – arrastra su cuerpo hacía el mío logrando que su pancita choque contra mi abdomen, – quita esta cara de culpa, estamos bien.

RechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora