Capítulo 23 °Pesadillas

274 13 3
                                    

Cuartel Norte. Alemania, Kiel.

Nina

Aquello que vi no ha desaparecido aún de mi mente, y temo que no desaparezca nunca. La culpa es un tipo de masoquismo que nosotros creamos en algún punto, ella existe, pero podemos trabajar y terminar con ella. Cuando se vuelve un método más fácil para lastimarse, es mejor utilizarla, duele, quema y hace que nos odiemos un poco cada día.

No quiero ser así, no quiero tomarla como un método de tortura en mi mente porque puede que no logre salir de ella nunca. Desde que salí temprano de la habitación, no he parado de pensar y encontrar alguna razón, tampoco una solución a esto. Derek se encarga de gestionar todo por hoy, mientras que Neal y Nico también apoyan, se intentaron acercar a mí y no tuvieron éxito. Mientras que Laila sigue recuperándose. Sigo en la pista, buscando algún indicio que me dé algo, necesito algo para seguir, esto no pudo ser solo un accidente.

—¿Buscando algo? —salto por la intrusión, es Brent.

—Me asustaste.

—Lo siento, ese no era mi objetivo —vuelvo a mirar a mi alrededor.

—¿Cuál era entonces? ¿Averiguar si yo lo hice? —me arde el esófago, parece que vomitaré bilis.

—No, ver cómo está Nina —volteo a verlo.

—Estoy bien, o algo así.

—Le pregunté a Aaron, me dijo que saliste temprano.

Asiento, ya sin querer responder. Solo visité a mi amiga para saber que estuviera bien y después he estado aquí, buscando respuestas, tal vez no lo estoy haciendo en el lugar indicado.

—¿Cómo te sientes?

—Ya respondí eso.

—No, no es la misma pregunta. ¿Cómo te sientes por lo que pasó?

Detallo a Brent, que me mira esperando una respuesta a aquella pregunta que es demasiado difícil de responder, o no.

—Mal —logro articular —lo que pasó no fue un accidente claro está, murieron demasiadas personas, inocentes, no tenían por qué terminar así, quemadas.

Desvío la vista a lo largo de la pista mientras prosigo.

—Y la verdad es que aún no sé cómo me siento por completo, porque obviamente estoy triste, me siento culpable y quiero encontrar a la persona que jugó en mi contra, pero a la vez me cuesta pensar que hay alguien tan malo para hacer eso —habló con rapidez, mi mente parece ir a mil por hora queriendo resolver esto.

—¿Por qué?

—Porque no hay necesidad ya —me cruzo de brazos al quejarme — estamos viviendo un mundo post apocalíptico, un exterminio que fue decretado desde miles de siglos atrás y nadie pudo notarlo. ¿Por qué seguir peleando ahora? ¿Por qué el sufrimiento, la sangre y las muertes? Nadie gana nada con esto, por lo menos nosotros no.

Me seco las tres lágrimas que se me escapan.

—Solamente me pregunto eso.

Por unos minutos no obtengo respuesta, me hace pensar que me quedé hablando sola, pero al voltear solo veo a Brent, mirando al mismo lugar que yo.

—No es tu culpa —dice finalmente.

—Lo sé, me lo repito cada minuto, esperando que logre convencerme de ello.

—¿Funciona?

—No.

Como si estuviera en un trance, me quedo quieta al sentir que me abraza, no quiero lástima ahora, pero conforme pasan los segundos no encuentro esta incomodidad que pensaba que tendría, su abrazo se siente real y aunque Brent no se ve como alguien que viene y te consuela, por ahora lo dejo, me sienta bien su abrazo, me transmite lo necesario para lograr seguir con el siguiente día.

Todo por ella (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora