Capítulo 25 °Yugo

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Cuartel Norte. Alemania, Kiel.

3 años atrás.

Nina

Me escabullo por los pasillos después de pasar por la enfermería. Extraño el cuartel principal, tenía el laboratorio cerca y no era necesario andar escondiéndome, el contenido gris que llevo en mis manos me hace dudar, pero el dolor en mi cuerpo me elimina el pensamiento y sin esperar a llegar a la habitación coloco la aguja en la unión de mi brazo y antebrazo para sentir el pinchazo. Una satisfacción recorre mi cuerpo segundos después y me logro recargar en la pared antes de caerme por el mareo precipitado.

Es una sensación de libertad, pareciera que mi cuerpo tiene mente propia, solamente quiere probar un poco más de aquella libertad que conocí hace años, pero ahora es diferente, ahora siento que se multiplica, me hace olvidarme de la mierda que siento ahora y solo me siento feliz, no tengo problemas cuando lo pruebo y tampoco me acuerdo de todo lo que debería arreglar antes seguir mi día a día.

Deseaba tanto esto, una pequeña dosis para descansar, desde que volví de Finlandia todas las noches he estado ocupando una dosis del suero, ya cumplo el mes y sé que debo dejarlo pronto o me puede traer consecuencias. Unos pasos me alertan e intento moverme para que no me vean, pero se me dificulta y termino en el piso, caigo de lado y segundos después siento unas manos, abro los ojos e intento enfocar.

—¿Qué diablos? —escucho un murmuro sin identificar.

—Te lo dije —alguien agrega —no está bien.

Intento que mis ojos se queden abiertos, pero es imposible, una vez que el HIT entra al sistema, cuesta demasiado estar consciente, unas manos me rodean la espalda y las piernas, me cargan y aprieto los ojos cuando siento como se mueve todo, es una sensación placentera, pero a la vez quiero controlarla.

—Estoy mareada —logro hablar.

—Estás drogada —reconozco la voz de Neal y frunzo el ceño. ¿Drogada?

Niego con la cabeza y logro enfocarlo cuando abro los ojos, no me determina y noto el enojo en sus facciones.

—¿Qué pasa? —le intento acariciar la mejilla, pero mi mano cae en mi regazo antes de llegar.

Ignora mi pregunta y me intento mover, ¿por qué está enojado? no hice nada malo.

—La llevaré a la enfermería, llama a Laila.

—¿Ella sabe? —identifico a Derek, me mira asustado. ¿Qué pasa?

—Lo sabe.

Me alza en sus brazos antes de volver a marearme. Esto no es normal.

—No entiendo —logro articular.

—Vas a entender, no te preocupes —son las últimas palabras antes que mi alrededor se vuelva oscuro.

¿Cerré los ojos? No, no lo hice.

Un dolor insoportable me despierta, siento que la cabeza me explotará en cualquier momento. Parpadeo con dificultad, la luz me molesta y no ubico en dónde estoy. Lo último que recuerdo es estar en mi habitación, y luego ir a la enfermería por HIT...mierda. Me intento incorporar al identificar la camilla.

—No, no te levantes —me devuelven a la cama.

—Me duele —murmuro con entorpecimiento.

—Estás deshidratada...y en desintoxicación —abro los ojos por completo, viendo a Laila frente a mí.

No hay nadie más en la enfermería.

—¿Qué?

—Hace dos semanas encontré el paquete que trajiste de Finlandia, no eran medicamentos oficiales, tarde unos días en descubrir su componente —bajo la mirada —drogas, Nina, son drogas en pocas palabras. Una combinación explosiva y estuviste un mes y quién sabe si más tiempo consumiéndola.

Todo por ella (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora