La señorita Jones lee para despejar su mente, no sabe a dónde fue su compañero de cuarto, desea buscarle sin saber cómo o en cuál lugar comenzar. Cuando se atarea lee uno de sus libros favoritos. Cuna en el cielo. Historia de un guerrero cuya vida se vio cambiada cuando se descubrió que tenía un poder antiguo. Esa obra le encanta porque tiene a uno de sus personajes literarios que más ha amado, el hombre es alguien que se hace ver rudo y bribón, pero siempre actúa con principio y nobleza, sabe guardar su fuerza sin miedo a que duden de sus proezas y la desata cuando la injusticia amenaza al desprotegido. Ella sonríe por el ser de las letras y se sumerge en sus líneas con alegría.
Mientras tanto por las calles del pueblo, el muchacho rubio mira asombrado al grupo de cuatro chicos que intentaron molestarlo nuevamente, se queda mirando también a ese hombre que camina seguro, alejándose sin arrepentimiento de haber hecho lo que hizo. El humano corre tras él y se coloca a su lado haciendo que se detenga y voltee a prestarle atención.
—Muchas gracias por eso —alza la mano en señal de apretón, el no-humano levanta una ceja—. Ah sí, soy Nick Graby.
El pelinegro acepta el gesto moderando la fuerza con que lo toma. —De nada, adiós —menciona retirándose, no obstante el muchacho de veintiun años le acompaña causándole extrañeza.
—Eso —señaló atrás— fue increíble, ¿cómo lo hizo? Quiero decir, es impresionante la habilidad y fuerza con que logró ganarles a esos jugadores de fútbol americano.
—Son unos débiles, es todo. Un montón de inservibles que no merecen reproducirse —se quejó por lo bajo controlando su gruñido.
—¿Reproducirse? —musitó confuso ante la expresión pero rio por lo mismo— Usted no es de aquí por lo que veo.
El contrario alzó una ceja, al parecer es fácil distinguir quiénes viven ahí y quiénes no, pero eso no es lo que le inquieta, sino el hecho de que el muchacho va a su lado sin parecer que se despegará de él, en especial cuando es tan vivaz al hablar que le abruma. Al principio fue su explicación sobre que ese grupo siempre le ha molestado desde preparatoria, que nadie se atreve responder a las agresiones de Jake Hanmer o ir en su contra debido a que su padre es el presidente de una compañía de tecnología que radica en el pueblo. Luego su habladuría cambió a que es un apasionado de la ingeniería aeroespacial y que le encanta la computación.
Habían estado caminando por casi medio pueblo cuando en un callejón de un vecindario solitario, el ser visitante acorraló al humano contra la pared.
—¡Muchacho! ¡Ya basta! —bramó exasperado soltando la perturbación de su voz— ¿Cómo demonios es que no has parado de hablar desde que comenzaste? Para empezar, ¿por qué carajos me estás diciendo tu vida?
—Di-Discúlpeme señor —dijo en voz baja y acongojado—. Es fácil hablar con usted.
Con confusión el hombre frotó su cara con las manos. No sabía la razón por la que el humano llegó a esa conclusión, sin embargo buscó calmarse. Le miró de arriba a abajo para finalmente asentir decidiendo algo.
—¿Quieres pagar tu deuda?
—Si puedo hacer algo dígame.
—Bien.
×~×~×~×~×
La puerta café fue tocada, en la entrada un hombre de traje negro y corbata se haya de espalda viendo al vecindario, pronto se volteó cuando la señora de cabello castaño hasta media espalda abrió. Le escanea con detenimiento mientras él se retira el sombrero.
—¿En qué puedo ayudarle? —pregunta con desconfianza mientras atrás de ella la joven Aurora termina de bajar las escaleras.
—Josep Mayer, trabajo para el gobierno —muestra su placa con carisma y extiende la mano en un gesto de presentación, la contraria acepta observando la continuación del sujeto que posa sus ojos marrones en la muchacha de atrás—. Me encantaría hablar con la señorita Jones.
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Desde las estrellas
Science FictionAurora Jones es una joven universitaria que vive tranquilamente en su pueblo en el que gusta de observar las estrellas con su telescopio en el bosque, sin embargo su vida toma un giro cuando una noche se encuentra en riesgo de ataque de un oso que s...