Capítulo 7: Tiembla

84 18 44
                                    

El hombre aprieta un poco el apretón sin llegar a lastimar a la chica, su cruce de miradas no es apartada por ninguno y sus sonrisas no desaparecen, tampoco se calma la sensación azarosa que le envuelve y retira del entorno, o al menos hasta que esa criatura blanca y pelaje suave saltó a los pies de la chica que hizo separar la vista.

—¿Qué hace un conejo aquí? —lo tomó en manos sonriendo al verle— ¿Cómo entraste pequeño?

—Yo lo traje —la contraria le miró incrédula y ansiosa de su contestación—. Pensé que te animaría.

Ella soltó su risita haciendo mimos a la cabeza del animalito mientras se sienta en la cama, el hombre le observa atento sin perder el rostro risueño de la chica, sintiendo que algo adentro le agita y lo cual se incrementó cuando sus ojos nuevamente se cruzaron, haciendo que sonriera luego de que ella le agradeciera la intención, sin embargo su gesto fue borrado cuando la madre llamó a su hija anunciando que Timothy había llegado a recogerla.

—¿Saldrás? —preguntó sintiendo un retemblar diferente al de hace poco, uno que le molesta sin saber por qué.

—Sí, iré al cine con Tim —dejó a su animalito en una caja al que le puso periódico, miró que Heka no solo había traído al pequeño animalito, sino que también le consiguió comida—. Se lo debo por haberme cubierto con la mentira a mamá.

—Pero ese agente te puede estar siguiendo —ella negó tomando su bolsa.

—Tal vez, y si lo hace debe pensar que estaré oculta y no paseando —le dirigió una sonrisa sonrojada—. Estaré bien, pero si surge algo —ella extendió un objeto que él tomó enarcando una ceja y examinándole minucioso.

—¿Un teléfono?

—¿Sabes que lo es? —mencionó sorprendida recibiendo la explicación de que los humanos tenían unos mucho más obsoletos, así que dedujo que se trataba de esos artefactos más modernos— Pues genial, nos ahorramos explicaciones, ahora —ella movió el dedo por la pantalla táctil abriendo la aplicación del teléfono—, este es mi número. Llama si necesitas algo.

Asintió mirando directamente a sus ojos con intensidad, ella se sintió abrumada por el constante mirar y sonrió nerviosa para así bajar siendo recibida por el abrazo del pelirrojo antes de emprender rumbo al cine. Mientras tanto, Heka decidió abrir la puerta del cuarto y salir sigilosamente hasta entrar a la habitación que alguna vez perteneció al hermano. Mira con detenimiento el alrededor, los trofeos de ciencia y deporte, su uniforme colgado de la pared y el casco, sus fotos. Abre el cajón de su escritorio y saca algunas cosas, entre ellas un álbum de fotos con el que sonríe al ver la diversión entre hermanos y también al ver a la joven. Toma una fotografía en la que ella está sola usando un vestido y zapatillas de piso similares a los de ballet, se encuentra bajo un arco de flores y enredaderas. Heka pasa sus dedos por la cara retratada y pronto se cuestiona lo que hace y el porqué lo hace, sacude su cabeza ante la duda y cierra el libro de recuerdos sin haber regresado el que sacó. Luego de dejarlo en la cama toma el otro objeto un poco alargado, separa la pequeña compuerta a su lado y observa la pantalla de la cámara que encontró.

Revisa que la batería está cargada porque de vez en cuando la madre mira lo que su hijo grabó. El de piel canela y ojiplateado se divierte con las imágenes capturadas.

Vamos Auri, hazlo otra vez —pide la voz del camarógrafo enfocando a una cansada muchacha tirada en el pasto. Su cabello recogido en una trenza, ropa ligera como shorts, camiseta de hombre y unos tenis lucen algo sucios, su cuerpo mismo posee gotas de sudor y su respiración agitada la hace negar mientras ríe.

Ya no puedo más, dame un minuto.

No estarás lista para las pruebas. ¡Vamos! —la anima con su nombre una y otra vez— Necesito a mi estrellita personal cumpliendo mis deseos con su mágica alegría.

Desde las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora