Capítulo 25: Enfrentarlo juntos

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El sonido de la secadora del sótano hace a Aurora bajar para encontrar a un hombre de apariencia ruda, planchando las prendas que va sacando del aparato. Es domingo y aún así Heka ayuda con los quehaceres de la casa, ha aprendido por disposición propia mirando lo que la chica hace y si tiene dudas se lo pregunta directamente.

La joven lo mira traviesa mientras tiene las manos en los bolsillos de su short corto. Le da risa ver al mayor de camiseta blanca y bermudas, llevar pantuflas de cocodrilo. Aunque ella no es diferente, menos cuando su pareja se la pasó comprando el día de ayer cosas en una tienda, misma donde le consiguió la gorra de gato para ella. Ahora entendía para qué quería que le pagaran por el trabajo, hasta el lujo de pedir un adelanto a Richard Hanmer se dio porque deseaba traer accesorios para él y para ella. Cosas como esas pantuflas de cocodrilo, otras para Aurora, pero de pez, un gorrito de conejito y demás cosas que la chica tuvo que intervenir para que no se gastara todo pareciendo querer comprar toda la tienda. Hasta el dependiente parecía fangirlear con la pareja.

Sin embargo Aurora notaba por momentos ausente a Heka, pues desde que supo por Nick que Júpiter fue a buscarlo para hablar, el de piel canela había vuelto decaído, tanto que no dejaba de aprisionarla con temor, esa noche la cortejó más que nunca, pero aún así no reveló lo que le afligió tanto, y al día siguiente Heka estaba distante, como si temiera tocarla y hasta mirarla.

—¿Qué pasa? —sonrió el hombre siguiendo con la mirada a la chica que se pasea rodeándolo y mirándolo coqueta.

Ella se sentía rara por la actitud tan cambiante de él, pues en el tercer día se mostraba casi como culpable con tantos regalos que le daba. Desea saber la que Júpiter le dijo. —Es sexy ver a un hombre haciendo el quehacer.

Heka abrió más los ojos con impresión, dejó de planchar el pantalón y apagó el aparato para ver a la joven que se paró a su lado, muy cerca de él. Estaba nervioso. Ella se acercó más, pero se preocupó cuando el hombre se alejó.

—¿Qué pasa? —el otro bajó la cabeza, frunce el ceño enfadado con él mismo.

—¿Cuándo regresan tus padres? —dice dejando salir un poco de perturbación en su garganta.

—¿Por qué?

—¿Cuándo? —repitió yendo a sacar la ropa de la secadora una vez se detuvo.

—Me avisaron que el martes, son tres días de viaje —intentó tocarlo, pero se movió con pesadez evitando que la mano femenina pudiese alcanzarlo. La situación sin explicación había cansado a la joven que frunció el entrecejo con molestia—. ¿Qué es lo que pasa? Has estado actuando raro. Primero cariñoso, luego te alejas, ayer culposo, y hoy haces esto, pero todo asustado —con sorpresa él posa sus ojos grises en los de cielo nocturno, que claman por la verdad que él no quiere revelar—. Heka…

—Creo que debemos terminar —pronunció dolido y el semblante afligido. El silencio se apoderó del espacio, apenas algunos sonidos del exterior irrumpen a los que se observan entristecidos—. No soy bueno para ti.

—¿Por qué me dices esto así de repente? —Aurora se sintió devastada, tardó casi nada en acumular las lágrimas que se derraman causando más dolor en el interior de su amante— ¿Por qué?

Sonrió forzado tensando la mandíbula, ahora era él el que deseó sentir la piel de la chica, que aceptó que su mejilla fuera acunada por la mano masculina. Cruzan las miradas, el ser expresa su incertidumbre sobre el futuro, reafirma el amor que siente por ella, las ganas de no separarse y la dicha que le sería pertenecerle para siempre, pero que no se siente capaz de darle lo que se merece, una vida tranquila y normal.

—¿Por eso? ¡Dijimos que afrontaríamos todo! No puedes hacer esto, me enamoré de ti, ¿o ya lo olvidaste? —lo manotea con enfado mientras el otro no se inmuta y sonríe por el feroz ataque— ¡Me hiciste tuya ¿no?! —se quiebra llorando obligando a Heka perder la gracia que le causaba.

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