Los pasos constantes resuenan con los cortos tacones rojos de la mujer de bata, su cabello oscuro lo amarra en una cebolla alta para luego sus brazos ondear por el apresuro que sus pies le llevan por el pasillo gris hasta llegar a una puerta, al lado un panel con pantalla verde es usado para abrir la entrada automática a través de una tarjeta con un permiso especial que se le fue programado para que pudiera entrar. Tan pronto el sonido de deslizado se escuchó, ella se adentró por el espacio suficiente para que su cuerpo pasase.
—¿Cómo salió? ¿A dónde fue? —cuestionó apenas mirando al dueño de la habitación minimalista, las paredes con el mismo color grisáceo, una cama con sábanas blancas cuya base es de la propia estructura, un escritorio con una lámpara, un sofá largo y una puerta al lado de la cama cuyo contenido es el baño.
Una risa ronca fue emitida del habitante del dormitorio, quien con un pantalón de algodón color gris se haya de espalda dándose la vuelta con una camisa en manos, su altura ronda los más de uno noventa, cabello negro, piel blanca y ojos grises, es como la científica le ve ahora. Él le ve con burla y descaro, sonríe guasón mostrando sus filosos dientes y se acerca con lentitud hasta que la tiene con la espalda pegada a la pared de metal. La puerta se ha cerrado y ella se siente a merced del invitado al que le tiene miedo, pues sus ojos la escudriñan sin contención, posa ambas manos a los costados de la cara femenina, quien respira entrecortada queriendo parecer serena cuando su interior ruega por ayuda.
—¿Tienes miedo? —le pregunta con voz profunda, su tono posee un sutil timbrado, la mira fijamente sin separar sus miradas. Ella asiente con ojos llorosos a lo que él se acerca a su oído— Me gusta que lo tengas —ríe con malicia mientras alarga su lengua y lame la mejilla de ella, la desliza por parte de su cuello como si de un gusano se tratase.
—Basta por favor —otra risilla cínica es emitida por él, que se separa para ponerse la camiseta blanca y lanzarse a acostarse en la cama sin dejar de perturbar a la mujer con su constante mirar.
Ella limpia la saliva con las mangas de su uniforme, tiembla un poco por el susto pero se esfuerza en mantener el temple sereno. —¿C-Cómo logró salir? —pero la voz temblorosa la delata más de lo que quisiera.
—No fue difícil, solo tuve que abrir la cubierta desde el interior y tocar los cables correctos —dijo vagamente indicando con la cabeza a que ella se sentara en la silla del escritorio, y así lo hizo—. Y con respecto a tu duda sobre lo que hice, fui a comer.
—Aquí se le da lo que necesita.
Él se irguió con velocidad tomando los apoyabrazos del asiento de ella y la jaló a tener su cara de cerca, la mujer soltó un grito por la repentina acción y la expresión que cataloga como maniática, en él.
—Pero no es lo que yo deseo.
—Y… —tragó con dificultad— ¿qué es lo que desea?
—Carne fresca.
×~×~×~×~×
Una nariz húmeda y la lengua en la mejilla empiezan a ser sentidos por la piel de un muchacho desmayado, esa extremidad rosa pronto se dirigen a su cabello. Aurora hace al osezno apartarse para colocarse al lado de Nick, le acaricia la cabeza con delicadeza y él poco a poco comienza a recobrar el conocimiento hasta que sus ojos se aclaran, dilucidando una sonrisa de gentileza y unos ojos que transmiten calidez.
—Aurora… —musitó y mira un poco a su alrededor, con ayuda de ella se reincorpora a quedar sentado— ¿Qué me pasó? ¿Me desmayé?
Asintió frotándole el brazo. Sacó de su mochila alcohol y un algodón con el que lo humedeció para hacer que le respirara. —Perdón, él no es así.
ESTÁS LEYENDO
Desde las estrellas
Science FictionAurora Jones es una joven universitaria que vive tranquilamente en su pueblo en el que gusta de observar las estrellas con su telescopio en el bosque, sin embargo su vida toma un giro cuando una noche se encuentra en riesgo de ataque de un oso que s...