Capítulo 24: Ruptura

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El recorrido por la empresa fue algo que a Heka sorprendió, una expresión de niño al conocer un lugar nuevo, curioso de todo lo que encontraba para preguntar lo que era y para qué funcionaba. La mejor escena de todos fue la atención que la criatura tuvo por una máquina expendedora, que probó en diversas ocasiones para sacar las golosinas y refrescos que luego fue ingiriendo durante el resto del recorrido, cosas que compartía con Aurora, pero que le gruñía a Nick si trataba de tomar algo de sus dulces. Al final, el rubio se sentía feliz de pisar de nuevo los pasillos que antes visitaba con su amigo, Heka quedó maravillado por el lugar, y Aurora sentía melancolía. El par de varones comenzaron lo que sería su primer día para familiarizarse un poco más con sus labores y les serían entregados sus pases de trabajadores, mientras que Aurora estaría haciendo compañía a Luna en lo que esperaba a los chicos. Veía a su amiga intentando dar su mejor cara y una falsa alegría que se esforzaba en mantener, pero que fue obligada a dejar al lado cuando su castaña amiga insistente le convenció de hablar.

—¿Te acosan? —preguntó consternada tomando las manos de la pelinegra, quien asintió lastimada.

—No he querido decirle nada a Júpiter porque siento que no reaccionará bien.

—¿Y Richard? Él no dejará pasar esto por alto.

La mayor negó sonriente, abrazó a la otra y agradeció su preocupación, pero pidió mantener eso en secreto. No por ella, sino por el señor Hanmer, pues uno de los que la acosan es un científico que contrató especialmente para investigar sobre alguna cura para ayudar a su esposa.

—Has estado muy callada desde que regresamos —mencionó el de ojos grises cocinando la cena siendo supervisado por su pareja—. ¿Pasó algo con Luna?

—Tiene problemas y me preocupa.

—Mierda —se queja cuando ve una parte quemándose, por lo que lo saca para servirlo. Aurora lo mira y sonríe porque en realidad lo sacó a tiempo, y lo felicita con un beso en el cuello que al otro tensa—. ¿Y qué clase de problemas tiene ella? —pregunta para no enfocarse en lo que despierta en su interior.

Ambos se sientan a comer. Aurora juega con su comida un rato dudando si hablar de lo que su amiga le confesó, pero decide confiar en él y contarle, lo que provoca que el hombre se enfade y quiera ir a reclamar con su jefe.

—¡No! ¡Heka! —lo toma el brazo haciendo que la mire fastidiado.

—Esto no me gusta.

—A mí tampoco, pero Luna me lo confesó porque tiene confianza. Y yo te lo conté porque confío en ti.

—¿Y si le hacen algo? —el corazón de la joven se le aplastó por la pregunta, ciertamente era algo que no se perdonaría si llegase a pasar— Ella está en casa ahora ¿no? Bien, no diré nada, pero mañana hablaré con Luna, y si es necesario estaré cuidándola.

—Gracias —sonríe enternecida por la molestia de él, que la abraza fuerte aferrándose a sentirla.

—No quisiera que te pasara a ti.

El par se queda quieto apreciando sus presencias, sintiendo la felicidad de que haberse encontrado y tenerse a sus lados. Nada les importa más que el envolverse mutuamente y estar así el mayor tiempo posible, pues sus adentros sentían la calma aún si también el retumbar les reclama para saciarse de besos, de caricias y calor. Se acurrucan en la misma cama y se mantienen abrazados sin querer soltarse. Puede que otras habitaciones estén vacías, pero no quieren ninguna porque quedarse juntos es lo que les gusta.

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El primer día oficial de trabajo empieza para Heka y para Nick. Cada uno se mezcla con el personal para laborar, y esta vez es el señor Hanmer que se une con entusiasmo. Habla con los jóvenes, en especial con el rubio porque se ve reflejado en él, un apasionado por el mundo y lo que puede lograr con él. Heka está bien con el bullicio, no le importa porque siente la alegría en ellos, y se queda tecleando los datos para procesarlos, piensa que será un día ajetreado y turbulento por la emoción que manifiestan los sujetos inmersos en su retroalimentación.

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