Capitulo 12.

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Había pasado un día desde que partimos de Suna en el país del viento; nos quedaba un día más de camino para llegar a el país de la lluvia. En la aldea de Amegakure no paraba de llover ni un solo día, al menos eso es lo que nos decían en las clases de geografía en la academia.

A pesar del carácter huraño de sasori y los aires de diva de Deidara me he sentido cómoda con ellos, el rubio y yo entablamos conversación y el pelirojo de vez en cuando asiente o responde a las preguntas que le hago, lo que demuestra que no está tan molesto o incómodo con el ambiente que creamos para no aburrirnos.

Deidara me contó que el esposo de Konan, Yahiko es el líder de los akatsuki, ella y su amigo Nagato son algo así como sus manos derecha, los tres son conocidos como Pain por todo lo que han tenido que pasar, además fueron los discípulos de el sannin de los sapos Yiraiya-sama.

Ahora sus dos compañeros están en una misión difícil y no podrán estar con ella por un buen rato y debido a los enemigos que tiene y las recompensas por su cabeza, le han encargado a los dos la misión de protegerla, y el conseguir a alguien en quien se pueda confiar para seguir su embarazo correctamente.

Sasori: llegaremos a la aldea a primera hora, nos iremos directo a la base, después ya nos pondremos de acuerdo en lo que vamos hacer.

Sakura: está bien.

Deidara: ahhh— suspira— ya vamos a llegar, !como odio la lluvia!.— hace una mueca.
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En estos dos últimos años, las cosas han sido muy solitarias para mí, antes de formar parte del equipo 7 mi vida no era muy diferente a la que tengo ahora, pero no me molestaba en lo absoluto, jamás pensé que me acostumbraría tanto a esos tres insoportables niños que me dieron por alumnos.

Naruto era travieso a más no poder, no paraba de hacer bromas a todo el mundo, Sasuke tenía una actitud altiva y arrogante y creía que era superior a los demás, a los dos los conocía desde pequeños pero nunca les tome cariño, nunca me han gustado los niños. Y luego estaba Sakura, a quien no le importaba mas que el como se veía o coquetear con el uchiha, ninguno de los tres me agradarían nunca...

O eso era lo que pensaba al principio, de un tiempo para otro, después de ver el buen equipo que hacíamos a pesar de todo, no pude evitar encariñarme con ellos.

Recuerdo que cuando mi padre murió yo no dejaba a nadie acercarse a mi, fui un grosero con los que querían estar conmigo, no me importaba nada más que las reglas y cumplir con el deber que tenía el ninja.

Por mi arrogancia y egoísmo casi perdemos a Rin a manos del enemigo durante la tercera guerra, mi tonto y cobarde compañero de equipo me dió una lección que nunca olvidaré, el fue a rescatarla cuando yo no pensaba hacerlo, al final los dos terminamos yendo a su rescate y casi no salimos de esa vivos, por un accidente Obito quedó atrapado debajo de unas rocas, pensamos que el moriría ahí y entonces me dió su Sharingan para que yo cuidara de Rin.

Sin chakra, agotados y con tristeza, hicimos lo que Obito pedía, Rin le quitó su ojo y lo puso en mi, los enemigos volvieron y con lágrimas en los ojos, no nos quedaba de otra más que intentar escapar de ahí dejando a un camarada atrás.

Cómo un milagro nuestro Sensei Minato Namikaze llegó y con la velocidad de un rayo, acabo con los enemigos y destruyó la roca con la que no podíamos mi compañera y yo, tomo el cuerpo herido de obito y con la misma velocidad con la que llegó se fue para buscar atención médica.

Rin y yo fuimos a dónde el nos dijo que estaba el más cercano campamento médico al llegar nos enteramos que tsunade pudo salvarlo pero que tal vez no volvería a caminar, me sentí tan culpable y quería regresar el tiempo atrás, sin darme cuenta empecé a llorar y me di la vuelta alejandome de ahí, escuché el grito de mi compañera pero lo ignore.

Ahora Soy YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora